Salir de la trampa de ingresos medios
La semana pasada tuve la oportunidad de ser panelista en el ChileDay en Madrid, donde reflexioné acerca de un mal que algunos economistas sostienen que aqueja a nuestra economía: ellos lo llaman “la trampa de los países de ingresos medios”.
Según esta teoría, una vez que los países pobres comienzan su peregrinación hacia el desarrollo, en algún punto de su progreso y de forma casi inexorable, son capturados por una especie de fuerza de gravedad maligna que les impide continuar su curso hacia el pleno desarrollo. La realidad de un Chile estancado en PIB per cápita por 12 años, sumado a un crecimiento potencial de nuestra economía de apenas un 2% al año, confirmarían que hoy habitamos dentro de esta trampa.
En palabras de Robert Lucas, los modelos neoclásicos de crecimiento distinguen entre efectos de nivel (cambios que mueven hacia arriba o abajo el PIB de una nación pero que no cambian su trayectoria) y efectos de crecimiento (cambios que alteran la pendiente de la trayectoria de un país). Los primeros, aunque se pueden expresar en el tiempo como aumentos de la velocidad de crecimiento del PIB, son efectos de una sola vez y que eventualmente se agotan. Curiosamente el ahorro, la tasa de costo del capital, la estructura tributaria, las barreras al comercio, o la “permisología”, por dar algunos ejemplos, inciden en el nivel de una economía. Mejoras en estos ámbitos producen eficiencias que desplazan la producción hacia arriba, pero no necesariamente levantan la pendiente de nuestra trayectoria. Las reformas estructurales son necesarias para subir de nivel, pero si no vienen acompañadas de otras acciones, éstas terminan agotándose y los países pueden caer en la trampa de los ingresos medios.
¿Qué más debemos hacer para salir de la trampa? Para encontrar la respuesta vale recordar otro aspecto de la economía del crecimiento: en sus propios modelos neoclásicos de crecimiento, Robert Solow concluyó que para mejorar la pendiente de una economía lo único que importa finalmente es la mejora tecnológica o el aumento de la productividad.
Si bien para los países desarrollados el crecimiento depende de su capacidad de innovación en la frontera y de su potencial para crear y expandir redes a través de las cuales estas ideas se difundan, para los países en vías de desarrollo la cosa es distinta. Según el trabajo de la economista Nancy Stokey, habría dos variables que explican las diferencias en las tasas de crecimiento de los países subdesarrollados: la tecnología, que es un input que llega desde el extranjero, y el capital humano que se acumula domésticamente. Es en la interacción de estas dos fuerzas donde encontramos las mejoras de productividad. O, dicho de otra manera, lo que permite subir la pendiente de desarrollo.
La receta de Stokey puede parecer simple, pero no lo es debido a una característica intrínseca del capital humano: tiene rendimientos crecientes. A diferencia de lo que ocurre con el capital físico, el capital humano vale más donde abunda. Cuando alguien acumula conocimiento y habilidades, genera un efecto positivo que se irradia a sus colegas. Esto explica que los países desarrollados no solo no liberan talentos, sino que los captan de países menos desarrollados.
Si miramos los últimos 65 años de nuestra historia económica, el salto positivo que experimentó Chile se explicaría mejor por un cambio de nivel que por la tendencia de nuestra pendiente. Experimentamos un alza importante de nuestro PIB, acompañada de apertura económica, atracción de inversión y creación de capital fijo, pero nos ha faltado mayor compromiso en la formación y atracción de capital humano.
Para competir y crecer, un país debe crear condiciones excepcionalmente atractivas para el capital humano. Chile cuenta con atributos naturales excepcionales y con industrias con alto potencial, pero adolece de otros factores: un declive de nuestro sistema educacional, donde la educación primaria ha quedado rezagada en la discusión; una estructura tributaria que no ha pensado cómo incorporar este desafío; o la creciente inseguridad delictual, conspiran directamente contra este factor. Temas de urbanismo, sistemas de salud y regulación laboral también se podrían agregar a la lista de campos en donde es necesario hacer mejoras para vencer esa otra fuerza de gravedad que atrae capital humano desde el mundo desarrollado.
En cifras, el objetivo no parece inalcanzable, pero requiere de visión y compromiso a largo plazo, pues los beneficios de invertir en capital humano se ven en un horizonte mayor a los cuatro años.
Lo último
Lo más leído
2.
3.
5.
Este septiembre disfruta de los descuentos de la Ruta del Vino, a un precio especial los 3 primeros meses.
Plan digital + LT Beneficios$3.990/mes SUSCRÍBETE