¿Patrimonio para quiénes?

MACARENA IBARRA2

Por Macarena Ibarra. La declaratoria reconoce los atributos de una propuesta arquitectónica, social y urbana y, por otra, exhibe su complejo vínculo con las funciones de una ciudad diferente a la que vio nacer el proyecto casi cinco décadas atrás.




La declaratoria de monumento nacional de la Villa San Luis de Las Condes, el miércoles 28 de junio, después de una solicitud liderada por el arquitecto Miguel Lawner -quien fuera, además, director ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu)- y respaldada por el comité de defensa de la villa mediante cientos de firmas, pone al descubierto lo complejo que resultan los procesos de patrimonialización y la estrecha relación que ello guarda con la planificación urbana.

Por una parte, la declaratoria reconoce los atributos de una propuesta arquitectónica, social y urbana y, por otra, exhibe su complejo vínculo con las funciones de una ciudad diferente a la que vio nacer el proyecto casi cinco décadas atrás. Y, más allá de los vacíos que deja la institucionalidad o las debilidades de los mecanismos legales, plantea de fondo un problema conceptual que implica avanzar desde un ¿qué es patrimonio? hacia un ¿para qué y para quiénes?

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Ciertamente, el reconocimiento legal de un objeto o lugar como monumento nacional, sea por iniciativa de Estado o de ciudadanos y de sectores profesionales, es paso fundamental para la conservación del patrimonio. Sin embargo, no basta sólo con la declaratoria, pues la conservación de ese bien depende de su gestión, lo que guarda estrecha relación con el uso y la nueva función que se le otorgue, lo que en el caso de la Villa San Luis resulta central, por quedar en pie sólo una parte del proyecto original en medio de un nuevo desarrollo comercial y residencial.

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El proceso de patrimonialización, es decir, la decisión por parte de una comunidad de proteger un bien, implica un proceso de reconocimiento y de sentido, y de acordar un nuevo uso, que tiene que ver con el nuevo significado que adquiere un lugar y que ha sido "re significado" por una generación. Lo central que pasa a ser el uso en ese proceso de resignificación explica por qué el patrimonio más que ser un acontecimiento, es un proceso. Un proceso de dar nuevo sentido, desde el presente al pasado. Y esa es la gran clave para su destino y conservación.

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Más allá de los mecanismos de protección del patrimonio nacional, de si a un bien que se encuentra en solicitud de ser declarado como monumento se le deben congelar los permisos para sus cambios o su demolición; o de la inexistencia de beneficios suficientes para la protección del mismo, y de los incentivos para sus propietarios -aspectos en los que se ha centrado el debate hasta ahora- es fundamental plantear ¿qué hacer con ese bien? y ¿para quién es ese patrimonio?

El triunfo del patrimonio no termina con su declaratoria, sino más bien con la resignificación que se le entregue a ese objeto, y con la posibilidad de su nuevo sentido.

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Resignificar y reutilizar un espacio tiene que ver con esa nueva interpretación y valoración, y con reorientar esa mirada romántica del patrimonio hacia una concepción más viva que haga sentido a los habitantes de una nueva ciudad. Por tanto, el proyecto y uso que se realice en lo que queda de la Villa San Luis es lo que garantizará la conservación y el nuevo sentido del lugar.

*La autora es académica Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales PUC.

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