Columna de Daniela Lagos: Vencer o Morir, la contienda desigual
Es una serie también con puntos bajos. Actuaciones dispares, efectos especiales que no están a la altura, absurdos como que sea un solo agente el que parece estar encargado de perseguir a todo el FPMR, una relación amorosa que sale de la nada y sentidos discursos políticos que generan más cringe que otra cosa.
Todo empieza en una sala de clases de la Universidad de Chile, en 1983. Ahí Cecilia (Mariana Di Girólamo) es una ayudante en un curso de sociología que ve cómo policías vestidos de civil se llevan a una pareja de sus estudiantes del medio del patio, sin poder ayudarlos.
Uno de ellos aparece muerto unos días después, tras un montaje que hace parecer que tenía un arma y había intentado asaltar un almacén. Eso hace que Cecilia, una joven madre de clase acomodada, dé el paso definitivo, y pase de ser una activista del Partido Comunista a unirse a la lucha armada contra la dictadura de Augusto Pinochet. Empieza su camino hacia convertirse en la comandante Tamara.
Como una “serie de ficción basada en hechos reales” se presenta Vencer o morir, una producción de ocho episodios estrenada en Prime Video que cuenta la historia de la creación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y sus intentos por desestabilizar el régimen militar, y que hace un repaso por momentos de la historia del país, como la internación de armas de Carrizal Bajo, los asesinatos de distintos militantes y activistas, y el atentado contra Augusto Pinochet en 1986.
En todos esos momentos son tres los personajes que están al centro. Cecilia; el comandante Rodrigo, interpretado por el uruguayo Nicolás Furtado; y Bareta (Gabriel Urzúa) un agente de la CNI obsesionado con atrapar a los jóvenes frentistas.
Con todos estos elementos, Vencer o morir es una serie que tiene un buen acierto en la decisión de ser, por sobre todo, un relato de acción, con escenas frenéticas, planes que siempre pueden fallar y con la policía siempre en los talones.
Es también una producción jugada en su punto de vista: no hay intentos de relativizar hechos o hacer parecer dos bandos con cosas buenas y malas. Hay claros héroes, y estos son los jóvenes revolucionarios peleando contra un enemigo gigante, y dispuestos a dar la vida por la causa. Y por otro lado están los villanos: la CNI.
Pero junto con todo esto también hay puntos bajos. Actuaciones dispares, efectos especiales que no están a la altura, absurdos como que sea un solo agente el que parece estar encargado de perseguir a todo el Frente, una relación amorosa que sale de la nada y sentidos discursos políticos que generan más cringe que otra cosa. Una serie sin duda interesante y también dolorosa, aunque también dispareja.