Claudio Bravo miró a la banca y pidió cambio. El portero y capitán de la Roja dejó en claro que no podía seguir en el campo de juego cuando se disputaban casi 30′ del primer tiempo. Martín Lasarte, el técnico de la Roja, mandó a llamar a Brayan Cortés, quien de inmediato comenzó a realizar los trabajos de calentamiento.

El juego en el campo siguió. Chile intentaba marcar diferencias, sin mayor suerte. Bravo, debajo de su arco, apuraba el calentamiento de Cortés. A ratos cojeaba. Su dolencia al aductor esa altura ya era insostenible. Pese a ello, el capitán no quiso apegarse al reglamento, que le permite tirarse al suelo, acusar lesión y ser atendido el tiempo que sea necesario en la cancha. De alguna manera, quiso esperar que su compañero calentara el tiempo necesario.

Argentina, que a esa altura ya se había percatado de la incomodidad del portero, aprovechó la primera oportunidad que tuvo. De Paul remató de larga distancia, en un tiro que no parecía de mayor complejidad para la calidad de Bravo. El nacido en Viluco, sin embargo, rechazó para el centro del área, dejándole servido el balón a Lautaro Martínez, quien convirtió sin mayor complicación.

Una vez finalizada la celebración de los transandinos, Bravo salió sustituido. Se le vio ofuscado, sin siquiera reaccionar al apoyo que recibió de sus compañeros.

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