¿Ambición o hastío por no jugar? Por qué se fugan los talentos jóvenes del fútbol chileno

Luis Rojas, uno de los valores más promisorios de la cantera de Universidad de Chile, parte al Crotone de Italia y reabre la discusión respecto al prematuro salto al extranjero. Las motivaciones económicas, en muchos casos, han frenado el desarrollo deportivo de las nóveles figuras.


Luis Rojas parte al Crotone. Con 18 años, un partido en Primera División y otro por la Copa Chile, el valor más prometedor de las divisiones inferiores de Universidad de Chile elige Italia como destino y engrosa la lista de los talentos jóvenes que se marchan del país sin siquiera dejar una huella en el club que los formó. Al menos, Rojas deja una ganancia: los italianos pagaron US$ 1,76 millones por su pase. De esa cifra, los estudiantiles recibirán el 67 por ciento, US$ 1.180.000. La proyección del mediocampista, mundialista Sub 17 en 2019, pone en duda incluso si la transferencia puede considerarse un gran negocio. Lo concreto es que el Campeonato Nacional vuelve a perder un elemento de proyección. A una cara que pudo refrescarlo.

La U ya había sabido de casos similares hace poco. Gonzalo Collao y Nicolás Clavería, otros jugadores sobre los que los azules tenían depositadas grandes esperanzas, prefirieron continuar sus carreras en el fútbol español: uno en el Extremadura y el otro en el Unión Deportiva Montijo. En esos casos, la U ni siquiera vio utilidades.

El último elemento hace distinta la operación por Rojas, aunque abre una disyuntiva respecto de las características del vínculo: el contrato profesional entre el mediocampista, quien antes había puesto trabas para su firma, y la U establecía una cláusula de salida, un pacto que parece poco razonable para un jugador joven y de condiciones prometedoras. Ante la opción de comenzar la consolidación económica en la escuadra de la Serie A italiana, el jugador y sus agentes, la empresa AIM, aceptan la propuesta y ejecutan el acápite que le permitía emigrar. El modelo tiene antecedentes. AIM ya había sacado del mercado nacional a otros valores prometedores en su momento. Los casos más paradigmáticos son Bryan Rabello, formado en Colo Colo y Pedro Campos, surgido en Universidad Católica.

Motivaciones y desprolijidades

Las motivaciones de un jugador aún en formación o que recién completa el proceso previo al profesionalismo para salir antes de consolidarse en su club de origen pueden ser varias. La más poderosa, sin duda, es la económica. “Es la más compleja. Si la motivación es solo económica, a lo mejor este contrato la cumple. Entonces, al jugador se le acaba la motivación. El dinero no es un buen motivador. Los que llegan a ser los mejores no se preocupan tanto por el dinero, pues asumen que les llegará como consecuencia del trabajo. La plata funciona en una etapa, pero hay que fijarse objetivos de autorrealización. Paredes, a los 40 años, ya no juega por dinero. Va por la gloria. Ese es el peligro de firmar un contrato que parece muy ventajoso a temprana edad”, opina Alexi Ponce, quien ejerció durante tres años como jefe del área sicológica del Fútbol Joven de los azules.

El profesional intenta sopesar la decisión que toma Rojas con la preparación que tiene para ella a estas alturas de su carrera, incluso para la satisfacción de la aspiración que considera natural: la consolidación deportiva. “Hoy está actuando como un jugador profesional y eso no solo tiene que ver con lo futbolístico. Hay disciplina, hábitos, alimentación, cultura. Ya hizo ‘la universidad’ y ahora irá a trabajar. El contrato lo hace parte de un plantel. Habrá que ver si está preparado, si no es apresurado. Y si de verdad tiene las herramientas, desde el idioma, las costumbres. En el deporte de alto rendimiento se usa mucho el concepto de los expatriados. Lo que genera dificultades no es el fútbol mismo. Desconocemos si tiene la formación para eso. Es una cuestión cultural también. Por eso es que a veces se devuelven, porque no se adaptan. Hay estilos de vida diferentes”, profundiza.

La lección aprendida

En la UC miran con cierta distancia la situación de Rojas. Para ellos, se trata de una lección aprendida. El mencionado caso de Campos se suma a uno anterior, pero más insigne por la altura que alcanzó involucrado: el de Mauricio Isla. El caso del Huaso adquirió notoriedad por su llegada al Flamengo. El club brasileño es la primera escuadra sudamericana que defiende en Primera División. En el equipo de San Carlos no alcanzó a debutar en el plantel de honor.

En octubre del año pasado, los cruzados dieron un paso clave con varios compañeros de generación de Rojas. El arquero Vicente Bernedo, los defensores Patricio Flores y Cristóbal Finch, el volante Marcelino Núñez y los delanteros Clemente Montes y Gonzalo Tapia firmaron sus primeros contratos profesionales. Todos tienen valores estándar y se prologan hasta el 30 de junio de 2022. El objetivo no es otro que garantizar que en San Carlos de Apoquindo alcancen a disfrutar de sus talentosas promesas por un tiempo razonable antes de una potencial partida que consideran un paso natural.

De hecho, en Las Condes han seguido con atención el desarrollo del caso de Rojas y las diferencias entre los modos de actuar de uno y otro club. En San Carlos lucen un plan integral para los jugadores jóvenes. Están pendiente de los problemas, de los estudios del jugador y de generar un vínculo entre la familia y el club, un proceso que comienza en la captación. “Hay un regaloneo”, grafican en el área formativa del club. Ahora, en medio de la pandemia, se les ha brindado respaldo en el aspecto físico y ante las eventuales necesidades que puedan surgir.

Con los agentes, dicen en San Carlos, se procura mantener una relación armónica. No se les sataniza, pero se les explica la estrategia formativa del club, que apunta a un desarrollo más sólido y que tiene como prioridad que los primeros en disfrutar al futbolista sean quienes invirtieron tiempo y recursos en catapultarlo al profesionalismo.

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