Lionel Scaloni tiene la mirada puesta en un objetivo mayor. Argentina, la selección que dirige, se alista para el encuentro de cuartos de final del Mundial frente a Países Bajos. Para muchos, se trata de uno de los grandes choques del torneo que se disputa en Qatar. Y para otros tantos, de la medida precisa para determinar para qué está el contingente que, en el campo de juego, lidera Lionel Messi. La motivación, ciertamente, está a tope.

El entrenador, quien con 42 años es el más joven de los 32 que ocupan las bancas en la Copa del Mundo, tiene un sueño a la vista: quedarse con el trofeo más importante del balompié. Así, engrosará un palmarés que ya considera la Copa América de 2021 y la Finalissima, en la que su escuadra venció a Italia, el campeón europeo, en un duelo que fue dirigido por el juez nacional Piero Maza.

Sin embargo, la historia de Scaloni pudo ser distinta. Y haber estado vinculada con Chile. Hay que remontarse a su infancia para encontrar el lazo que pudo atarlo, específicamente, a Universidad Católica. “Cuando tenía 14 años, estuve a punto de irme a jugar a la Universidad Católica. Estuve dos días en San Carlos de Apoquindo. Era Gino Valentini el manager. El nombre del entrenador ahora no me acuerdo. Carvallo me parece que se llamaba”, recordó en 2019, en una entrevista a El Deportivo.

Scaloni archiva la experiencia en un lugar destacado de su memoria y la expone con total nitidez. “Fuimos con mi viejo. Viajamos desde mi pueblo en auto dos mil y pico de kilómetros. Una locura… Había pasado la prueba. Yo estaba encantado, pero mi ficha era de Newell’s y no me dejaron salir”, expresaba en el diálogo. El recuerdo le quedó tatuado, al punto de que, ya siendo entrenador de la Albiceleste, después de haber relevado a Jorge Sampaoli luego del fracaso en el Mundial de Rusia, confesaba un deseo que, hasta entonces, mantenía oculto. “Nunca me olvidé de ese par de días. Quedé enamorado de cómo es el club, del lugar dónde se encuentra. Me brindaron todas las comodidades. Por eso alguna vez me gustaría dirigir a Católica”, planteaba.

Lionel Scaloni, técnico de Argentina, en un entrenamiento (Foto: AP)

La recomendación

Quien apuntó el nombre de Scaloni y lo recomendó a la UC fue Gino Valentini, entonces cazatalentos del club. “Lo vi jugar en Argentina. Tuvo un torneo en Chapadmalal (Mar del Plata) y yo andaba con el gordo Alvarado (Andrés, actual vicepresidente de Santa Cruz y director de la ANFP) y la historia es muy buena. Me quedé viendo más partidos y de repente anoto el número, el 10″, relata a Redgol.

Fernando Carvallo, quien entonces era el jefe técnico de las divisiones menores cruzadas, certifica la versión a El Deportivo y aporta muchos más datos. ”Lo habíamos visto. Estaba recomendado y le dijimos que si podía venir una semana. Entrenó con nosotros, vino con su padre y su hermano, que jugaba de lateral derecho. Jugaba muy bien. Conversé con él y su papá, encantado de tenerlo. El chico tenía 16 o 17 años. Cuando hablo con el papá, me dice que no hay ningún problema, pero que se tenían que quedar los dos, pero la verdad es que el hermano no me gustaba ”, explica.

Hablé para que se quedaran el papá y Lionel, pero el papá no estuvo muy de acuerdo con que quedara solo uno. Yo ahí me opuse, porque el fútbol es selectivo, no es masivo. Es para algunos. Pensábamos que Lionel iba a jugar en Primera y el hermano no. Al final optaron por irse. Para mi tranquilidad hizo exactamente lo mismo en Boca Juniors. Eso lo puede corroborar. Y Boca tampoco quiso dejarlo. El que jugaba de lateral era muy discreto. Lionel se fue a España enseguida. Físicamente era bueno y técnicamente también. No era difícil advertir las condiciones”, puntualiza respecto del momento preciso en que los caminos de la UC y Scaloni se separaron.

Scaloni imparte instrucciones en el duelo entre Argentina y Australia (Foto: Reuters)

El tiempo le dio razón en todos los sentidos. “Al jefe de las inferiores de Boca le escuché la misma versión. Eso me dejó tranquilo. Uno tiene que ser muy honesto con los padres y los jugadores. El hermano no tenía proyección. Era hacerlo seguir perdiendo el tiempo. Lo tuvimos una semana. Muy buena persona. Se adaptó rápido al grupo, un siete. Por él se habría quedado. El tema fue más personal. Nosotros le ofrecimos el centro de formación, nos preocuparíamos de sus estudios, con un precontrato. Ya tenía 17 y jugaba como juvenil. Estaba hecho. Al año siguiente hubiera estado en el primer equipo”, hipotetiza.

En San Carlos, Scaloni dejó una buena impresión también a nivel personal. “Lo tratamos muy bien, como corresponde. Es una muy buena persona. Fue una lástima no poder contar con él, pero fue gratificante verlo rápidamente en un club de España y mira donde está”, recuerda y valora Carvallo. Su conclusión es que todo se hizo correctamente. “Se hizo todo bien, pero la condición del padre era que se quedara el hermano y yo me opuse, porque se pierde autoridad. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Capaz que después te impongan que juegue. Esto es alta competencia. Fútbol selectivo, no masivo. De hecho, no fue futbolista profesional. Nosotros actuamos en forma honesta. Con el club, con el chico y con su familia. Dejarlo y decirle a los 20 que no iba a jugar más era una crueldad”, refuerza.

La consolidación de Scaloni en los leprosos de moró poco en producirse. En un año había pasado a Estudiantes de La Plata y en otro más, a Deportivo La Coruña, donde explotó y se transformó en símbolo: estuvo durante siete años y obtuvo una liga, una Copa del Rey y dos Supercopa. El West Ham United, el Racing de Santander, la Lazio, el Mallorca y el Atalanta, además de la Albiceleste, por cierto, completan una trayectoria destacada.

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