Piñera mantiene la prescindencia ante el “Apruebo” o “Rechazo”: ¿Qué hará él?

Tras la ronda de consultas con su gabinete, hoy el Presidente decidió mantener la barrera de la prescindencia, después de que varios volvieran a expresar sus preferencias. Piñera planteó que los ministros pueden decir cuál es su preferencia, pero que no podrán hacer campaña, ni enfrentarse entre ellos. Eso deja ahora la duda de sus propias preferencias. En el gobierno dicen que no es un tema vedado ni intocable con él, pero argumentan que hoy su prioridad es ser garante del proceso y dan por hecho de que lo "tironearán" desde los partidos. Los jefes de la UDI, RN y Evópoli difieren sobre su rol, pero sí tienen opinión sobre eso.


Fue uno de los temas que se habló latamente durante el comité político que encabezó el Presidente Sebastián Piñera esta mañana con sus ministros: la prescindencia que deben o no mantener los ministros y el gobierno.

La cita se vio cruzada por las declaraciones que había vertido el canciller Andrés Allamand, quien junto con reiterar que está por el “rechazo”, profundizó en varias entrevistas en esa materia y enumeró los aspectos negativos que, a su juicio, habrá para el país si gana el “apruebo”. Sus dichos contrastaban con las declaraciones de su par de Defensa, Mario Desbordes, y de la Segpres, Cristián Monckeberg, quienes aseguraron que mantendrán la neutralidad en sus posturas.

Así, las declaraciones de Allamand junto con generar incomodidad y molestia en sectores de Palacio, provocaron otra decisión: El Jefe de Estado actualizó la cartilla fijada el año pasado y fijó tres criterios en la materia. Primero, que se mantiene la prescindencia del gobierno. En segundo lugar, que ministros pueden tener libertad para decir que están por el apruebo o rechazo -ya que se sabe la postura de la mayoría del gabinete-, sin embargo, sin defender una u otra alternativa para evitar que se los acuse de intervencionismo.

Y, en tercer lugar, Piñera zanjó que ministros no pueden hacer campaña. Asimismo, le pidió a los secretarios de Estado que empiecen a trabajar en el contenido de una nueva Constitución.

En el comité político, además, se acordó que el ministro vocero de gobierno, Jaime Bellolio, si es consultado al respecto, zanjaría esa postura en su vocería, que fue justamente lo que hizo. “El Presidente nos ha pedido a ministros, subsecretarios, intendentes y gobernadores prescindencia en actos públicos o que signifiquen campaña para uno u otro sentido”, dijo el vocero al mediodía.

Despejado el asunto de cuánto espacio tendrá el gabinete para actuar con sus preferencias ante el referéndum, ahora queda la interrogante de si Piñera en algún momento dirá si está por el “Apruebo” o el “Rechazo” o no, y cuándo. Anoche no preguntaron por ese punto en específico ni él tampoco entró en dicho terreno durante la cena con los jefes de partidos de Chile Vamos en su casa. Pero cada uno tiene su propio parecer.

“Es un tema muy personal. En este caso tendría que optar y decir si toma una postura u otra. En todo caso, el Presidente tiene claros los cambios que requiere la Constitución y no es una persona que esté por defender el status quo”, piensa el recién electo líder de Evópoli, Andrés Molina. “Me da la impresión de que él está con la prescindencia, aunque no sé lo que piensa y lo que debe hacer. Sí me gustaría saber qué es lo que piensa con lo que viene después: con un proceso constituyente que puede comenzar con baja participación y tal vez una baja legitimidad”, opina la jefa UDI Jacqueline van Rysselberghe.

“Como es el Presidente de todos los chilenos, debiera tener una postura más neutral y darle garantías a todos. Pero no hay que olvidar que él fue propuesto por un grupo de adherentes del sector que lo respaldó en primera y segunda vuelta, hasta instalarlo en el sillón presidencial”, hace ver el mandamás interino de RN, Rafael Prohens, advirtiendo que “si él tomara la postura de decir su preferencia, tiene que recordar que él representa a un sector que está mayoritariamente por una de las posturas; por lo tanto, si da una señal, tiene que ser hacia su sector”.

Entre los más cercanos al Mandatario parten de la base que mientras él mantenga silencio y no entregue más pistas, los partidarios del “Apruebo” y del “Rechazo” en Chile Vamos intentarán tironearlo. Saben también que la presión por resolver este acertijo subirá con los días y que a lo mejor tendrá -a lo menos - que tener una buena respuesta a la mano. Pero insisten que de momento no está en sus planes cruzar esa línea, dice una voz a la que él escucha, porque “no sería consistente” con lo que insisten ha sido su punto, que las dos opciones son legítimas.

¿Es tema tabú?

¿Es un tema tabú saber qué piensa? ¿Nunca le preguntan? Su gente dice que no es un asunto intocable pero aseguran que tampoco lo ha conversado ni sincerado ni con sus ministros -durante las consultas que hizo la semana pasada antes de levantarles la barrera de la prescindencia- ni con otras personas. Otra versión proveniente de Palacio describe que no transmite nada concreto, que nunca ha dicho qué va a votar, y que a lo más hace uno que otro comentario que se podría interpretar a favor de alguna postura.

En Palacio insisten en que para él la prioridad hoy es ser garante de un proceso -otra vez- participativo, transparente y seguro, y que sería contraproducente que dijera su opinión. En el gabinete hay quienes piensan que aun sí, si lo expresara, no convendría que lo hiciera muy encima de la fecha.

Lo que sí recalcan es que en los últimos meses el Presidente sí ha dicho qué cree sobre el proceso, qué cambios se le tienen que hacer a la Carta Magna, y que incluso una vez pronunció la frase “nueva Constitución”. Fue la noche del 12 de noviembre, cuando decidió no volver a sacar a las Fuerzas Armadas a las calles pese a la crítica situación: en el gobierno recalcan que ahí “él tomó un camino claro”.

Esa noche -tres antes del acuerdo para el plebiscito- empleó cuatro veces la frase. Fue después de decir que urgía un pacto contra la violencia, segundo, por una agenda social, y “tercero, un acuerdo por una nueva Constitución dentro del marco de nuestra institucionalidad democrática, pero con una clara y efectiva participación ciudadana, con un plebiscito ratificatorio para que los ciudadanos participen no solamente en la elaboración de esta nueva Constitución, sino que también tengan la última palabra en su aprobación y en la construcción del nuevo pacto social que Chile necesita”.

Insistió entonces: “Tenemos que empezar con el Acuerdo por la Paz y aquí todos y cada uno de nosotros tiene que asumir sus responsabilidades. Porque sin paz y con un país que sufre la violencia que hemos sufrido las últimas semanas, el Acuerdo por la Justicia y el Acuerdo por la nueva Constitución no van a poder avanzar ni llegar a buen puerto”.

Lo que ha dicho

¿Significa eso que esté por el “Apruebo”? Su gente dice que no necesariamente. Y que su postura casi oficial ante el asunto la marcó el 23 de diciembre de 2019, cuando promulgó la reforma que iniciaba el proceso constituyente, partiendo por el referéndum. “Me parece que él ya marcó una posición entonces”, coincide Van Rysselberghe.

“Esta Reforma Constitucional que promulgaremos hoy día establece un Plebiscito que debe celebrarse el domingo 26 de abril del año 2020, y ese Plebiscito plantea dos opciones igualmente legítimas”, dijo entonces el mandatario, pero ya no habló de “nueva Constitución” sino que de “acuerdo constitucional”.

Y entró a detallar que “la primera alternativa conduce a una Asamblea Constituyente para acordar una nueva Constitución; el segundo camino nos abre una vía para perfeccionar la Constitución actual”, y que “hasta ahora, la discusión política en torno a la Constitución se ha centrado casi exclusivamente en los procedimientos y yo estimo que no ha profundizado suficientemente en los contenidos”.

Entre otros aspectos, Piñera -en una intervención que fue cuestionada por la oposición- subrayó entonces los aspectos que debieran mantenerse en una nueva Carta Magna. Entre estos, mencionó: “El principio de la separación e independencia de los Poderes del Estado, con mecanismos efectivos de pesos, contrapesos y de resolución de controversias; el principio de la existencia e independencia de otras instituciones públicas como el Banco Central, el Tribunal Constitucional, el Ministerio Público, el Tribunal Calificador de Elecciones y la Contraloría General de la República; el principio de la probidad y transparencia en todos los actos y acciones que ejecuten los agentes del Estado; el principio del reconocimiento de nuestros pueblos indígenas y originarios; el principio del deber del Estado de garantizar el orden público; el principio de la responsabilidad fiscal y macroeconómica que debe cumplir el Estado”.

El 29 de enero último Piñera volvió a señalar qué “contenidos básicos” creía o cree él que “debieran estar en nuestra Constitución”. Sin volver a hablar de una “nueva”, durante su discurso con que ese día abrió el Encuentro Nacional de la Empresa (Enade) hizo un listado largo, partiendo por “el principio de la libertad, la democracia y el estado de derecho, la separación, independencia y transparencia de los Poderes del Estado”.

Y agregó entonces -entre otros temas- “el derecho de propiedad y de libre emprendimiento, la libertad de expresión, de conciencia y de culto, el reconocimiento de los pueblos originarios, la responsabilidad fiscal y macroeconómica del Estado y la existencia y autonomía de instituciones claves como la Contraloría General de la República, Ministerio Público, Tribunal Constitucional, Consejo de Defensa del Estado, Servicio Electoral y Banco Central”.

Todo eso lo dijo después del 18 de octubre. Distinto es lo que había manifestado antes. El programa de gobierno con el que ganó la elección, por ejemplo, se opone a una nueva Carta Magna: era en momentos cuando la derecha rechazaba las tratativas de la administración de Michelle Bachelet. Textual: “El camino para seguir la senda de perfeccionamiento de nuestro texto constitucional no es el de la ruptura, sino el de la reforma progresiva que reconoce las bases fundamentales de un texto perfectible sobre el cual se ha construido un camino que ha generado desarrollo social para nuestro país. Esta visión contrasta con la que ha elegido el actual Gobierno, cuyo planteamiento constitucional ha sido poco respetuoso de la institucionalidad, errático y carente de consensos”.

En el mismo documento dice -antes de detallar una serie de cambios planteados- que “la Constitución puede y debe perfeccionarse; también creemos que los cambios en democracia se hacen respetando las reglas del juego y las instituciones que le han dado estabilidad y progreso a Chile. Por eso las propuestas que se hacen en esta materia son leales a la historia republicana de Chile y renuncian a escribir en una hoja en blanco”.

El 15 de marzo de 2018, cuatro días después de regresar a La Moneda, el entonces ministro del Interior, Andrés Chadwick, fue claro con el tema en el foro ICARE “¿Cómo viene el 2018?”. “No queremos que avance el proyecto de nueva Constitución presentado por Michelle Bachelet”. Esto ya que, “una Constitución no es un juego, sino que es lo más importante”. “Queremos hacer modificaciones, que pueden ser importantes, pero en un ambiente de acuerdo y no de proyectos de última hora”, dijo, cerrando la puerta a la iniciativa del gobierno anterior.

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