Columna de Cristóbal Osorio: Mansuy, Matthei y la imposibilidad del “mattheísmo”
En una entrevista reciente, Daniel Mansuy hizo un cáustico diagnóstico respecto de su sector: la derecha. Dice, en síntesis, que no tienen proyecto para el país ni están construyendo un liderazgo coreográfico en torno a Evelyn Matthei, confiando en demasía en el calamitoso estado de la izquierda, como para ganar la presidencial.
En una no tan velada crítica, Mansuy siente además que Matthei no está cumpliendo con el rol que se espera, como líder y articuladora del sector -y no solo puntera de las encuestas, refugiada en Providencia-, por lo que estaría perdiendo un valioso tiempo para construir un “mattheísmo” con el cual gobernar. Algo así como Sebastián Piñera, quien construyó su propio “piñerismo” transversal a todos los partidos de Chile Vamos bajo el paraguas de ideas liberales. Ese vacío reflejaría entonces una falta de hambre de poder.
Me parece que Mansuy acierta en el primer punto, pero equivoca el segundo.
Es cierto que la derecha -al igual que la izquierda- está en un marasmo doctrinario, intelectual y programático, propio de la crisis de la política como actividad. Es cierto también que el sector está confiado en que hay una carrera ganada, lo que provoca que Matthei no arriesgue, en el entendido de que los dos años que estará en carrera es uno de sus principales riesgos, en especial en estos tiempos turbulentos en los cuales pueden pasar “cualquier cosa”.
Pero, me temo, sería un error que Matthei se dedique a jugar a la política partidista. Y un error agravado si es que solo tiene como opción hacer de aprendiz de brujo respecto de la pedagogía política que dejó Piñera, tratando de construir su propia plataforma.
En primer lugar, hay que asumir que la política como oficio hoy es una actividad no bien recibida por la ciudadanía, y quien se acerca mucho a ella pierde popularidad, pues se ve enredado en intereses y egos. De tal modo que pedirle a la candidata que se arremangue la blusa y se fotografíe con los grandes antagonistas de la ciudadanía, es algo suicida.
De hecho, el otro gran riesgo de esta candidatura es el endémico canibalismo de su sector, por lo que dar juego a quienes quieren meterla en la olla es un gran despropósito. Además, si lograse salir con vida de ese tránsito, tampoco puede esperar lealtad en La Moneda, pues ni el poderoso Piñera pudo cuadrar a su sector en momentos críticos, como fueron los retiros.
Ella ha dicho que si al sector le va mal en las municipales, como puede pasar, no implica necesariamente menoscabar su opción presidencial, pues su apuesta fue desde el principio desacoplar ambas elecciones. A juzgar por las encuestas, ha estado acertada en esto, pues no ha perdido popularidad, a diferencia de la UDI, su partido.
Además, Matthei no es Piñera, ni corren los vientos de su tiempo. El expresidente disponía de ingentes recursos y con su capacidad de representar tanto la derecha política como la económica (que es la que importa más allá de los ciclos electorales) aprovechó los últimos vientos de credibilidad del oficio para crear un “piñerismo.inc”. Esto, pues para muchos el piñerismo, como corriente política, era solo un espejismo, pues más que aliados, Piñera tenía inquilinos. Algo que me parece que explica por qué esta supuesta corriente se esfumó después del funeral de su fundador.
Finalmente, ¿tiene hambre de poder Matthei? Me parece que sí, porque finalmente la derecha obedece mucho menos a ideas que a intereses, y en eso no se pierde. El contenido es solo una mezcla de oportunidad y mercadotecnia.
Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional, Universidad de Chile