Columna de Óscar Guillermo Garretón: También esperan a Godot
La espera oficialista a Bachelet me recordó “Esperando a Godot”, de Samuel Beckett. La obra expresa la convicción de que la vida humana carece de sentido; es una espera inútil de no se sabe bien qué. En el primer acto, uno de los vagabundos -personajes principales- pregunta al otro qué es lo que han pedido a este Godot que esperan cada día, y el otro responde que es solo “una vaga súplica”. Aparece un mensajero, quien les dice: “El sr. Godot me manda decir que no vendrá esta noche, pero que mañana seguramente lo hará”. En el segundo y último acto se repite el diálogo de vagabundos y aparece nuevamente un muchacho para comunicarles que Godot tampoco vendrá esa noche. Terminan los dos discutiendo si tiene sentido seguir esperando o si no es mejor ahorcarse. Deciden ahorcarse la mañana siguiente, salvo que llegue Godot. Luego de estas disquisiciones, la obra finaliza con uno preguntando: “¿Qué? ¿Nos vamos?”, y el otro responde: “Vamos”. Pero ninguno abandona el escenario.
En guión local agregaría quizás otra escena de teatro del absurdo. Varios agitando sus puños con pulgar e índice apenas separados, diciendo: “¡Aguántese otro poquitito, Carolina!”.
Mi evocación no es solo a un texto, sino a un significado. La espera a Michelle no es alguna propuesta de futuro. Es simplemente el número de una encuesta, la ansiedad de una elección parlamentaria o el cálculo para una elección interna en el PS. Ni la suerte de ella los desvela. No es la preocupación por un pueblo o por quien nos gobernará los siguientes cuatro años. Recuerda esa proclamación de Guillier, ninguneando a Insulza y defenestrando a Ricardo Lagos.
Seamos sinceros. El proyecto que encabezó Michelle en su segundo gobierno, no luce bien: la reforma tributaria de Arenas y el consiguiente estancamiento económico de Chile desde entonces; la reforma educacional de “los patines” y el ataque a la educación particular subvencionada que se ganó un rápido rechazo en las encuestas de entonces; el ingreso del PC al gobierno y el deterioro subsiguiente de la relación con la DC y el centro político; la reforma al sistema político con las secuelas de ingobernabilidad que nos penan. Luego, el lanzamiento de la discusión constitucional y su respaldo posterior al Apruebo del texto abrumadoramente rechazado el 4/S.
Lo he dicho antes. Quienes han sido parte del gobierno actual no deben ser reelectos si queremos un país mejor. Y no hay nada más genuinamente continuador de un pasado cuya prolongación queremos evitar que lo que representa Michelle. Ya no es esa primera mujer Presidenta, concertacionista, que también voté y adoré. Es otra, no solo por su segundo gobierno, sino porque consistentemente ha mostrado ser más de la identidad de Apruebo Dignidad que de una izquierda democrática, moderada y moderna; eso es lo que la rivaliza con Tohá. La espera-súplica a Godot no contiene futuro trascendente alguno.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista
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