La columna de Guarello: Cerca del fin

Foto: REUTERS/Andrew Kelly

"A los 81 años, el mejor jugador de la historia enfrenta un desafío que, al contrario de todos los que tuvo en la cancha, es casi imposible de superar".



La noticia se supo anoche a través de Espn Brasil: el cáncer al colon que afecta a Pelé se ha ramificado y ahora se detectan tumores en el hígado, el intestino y en uno de sus pulmones. En este momento está siendo sometido a duras sesiones de quimioterapia. A los 81 años, el mejor jugador de la historia enfrenta un desafío que, al contrario de todos los que tuvo en la cancha, es casi imposible de superar.

Hace un poco más de diez años le hice una nota doble para Canal 13 y la revista El Gráfico. Acostumbrado a ser entrevistado una y otra vez, Pelé contestaba con pistas grabadas sobre Maradona, Messi, la FIFA, Garrincha y, ya que era en Chile, la infaltable pregunta sobre el Chita Cruz y la “marca personal” que le hacía el zaguero que consistía en agarrarlo de la camiseta o, in extremis, bajarle los pantalones. Para quitarle el casete, con mi amigo Lucho Urrutia le llevamos algunas carnadas que el brasileño no pudo aguantar: viejas revistas con fotos de goles que ni él mismo se acordaba y hasta una pequeña estatua de bronce con su figura, fruto de una compra de Urrutia en sus habituales incursiones por San Diego y Franklin.

Entre las revistas estaba la foto de un golazo de tijera a Universidad de Chile en el Estadio Nacional. No hay filmación de la jugada, sólo queda ese registro de Gol y Gol: Pelé en el aire, seis metros fuera del área, empalmando en balón rumbo a las redes de Manuel Astorga. Estuvo varios segundos mirando la jugada, saboreando la maniobra, intentando encontrar entre los médanos de su memoria ese golazo a la U. Qué ganas de haberle podido leer el pensamiento. Si sirve el dato, hizo más de 40 goles en canchas chilenas entre 1959 y 1971.

PELÉ
Pelé en su visita a Chile, el año 2011.

Ese Pelé de visita en Chile estaba físicamente pleno, pesando lo mismo que cuando jugaba en el Santos. No tenía grandes arrugas, caminaba bien, erguido, sin la habitual cojera de los ex jugadores que con el tiempo terminan rindiendo tributo en los tobillos, las rodillas y las caderas a las cientos de patadas que reciben en sus carreras. Y estamos hablando de unos de los jugadores más golpeados de la historia. Célebre es la foto de Annie Leibovitz, que decidió retratar sus pies antes que su cara después de ganar el Mundial de 1970: eran unos pies rugosos, encallecidos, con las uñas rotas y las venas a punto de reventar.

Lo que más me llamó la atención fueron sus ojos: vivos, enrojecidos pero profundos, con una característica que le daba una gran ventaja deportiva: estaban algo salidos. Eran ojos con un rango de visión superior, que podían ver de manera periférica una zona muy amplia. Por algo se decía que tenía “ojos en la nuca”, el pase a Carlos Alberto en la final con Italia en México es un ejemplo contundente.

En aquella ocasión habló del ascendente Neymar, nacido en su mismo club, Santos, y dijo que no debía jugar abierto, sino, “en el semicírculo del área”. El hombre del PSG no le hizo caso, sigue tirándose a las bandas y, también, sigue a la caza del récord de goles de Pelé en la selección brasileña (77 contra 70). Tiempo tiene de superarlo, de ganar tres mundiales, no. No se puede comparar, la fortaleza física de Pelé está en otra categoría con respecto a Neymar. También su actitud en el juego ¿Alguna vez Pelé se quedó en el piso simulando? Al contrario, te la devolvía. Como dijo el fallecido Roberto Perfumo: “Pelé era malo, te pegaba de vuelta”.

Así es, el más grande está muy enfermo. Tal vez de forma irreversible. Lo tenía todo, podía hacer un gol como Lionel Messi y a la jugada siguiente, uno como Cristiano Ronaldo. Hay un video en youtube titulado “Pelé venía del futuro”. En menos de tres minutos, cierra la discusión.

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