Nuestras lectoras preguntan: Quiero preparar a mi hijo mayor sobre la llegada de su hermano

Cuando se expande la familia, así sea por segunda vez, todo vuelve a transformarse. Si bien se cuenta con la experiencia de la maternidad y paternidad anterior, resulta natural sentir nervios o preocupación por cómo se tomará el ahora hermano mayor, la llegada del nuevo integrante. Vendrán reajustes, duelos, nuevos vínculos y transformaciones que toda la familia transitará en conjunto. Aquí, una psicóloga experta en crianza entrega las claves para ayudarse y apoyarse en este nuevo viaje familiar.




LA PREGUNTA:

“Estoy embarazada de mi segundo hijo, el primero tiene 3 años. Estoy esperando la ecografía de las 12 semanas para contarle y mostrarle ‘la foto’ para que sea más concreto para él. Me gustaría prepararlo lo mejor posible, ¿qué me pueden aconsejar”.

Verónica, 36 años

LA RESPUESTA:

Lo primero es comprender que no solo el niño debe prepararse para la llegada de un nuevo integrante, es toda la familia la que debe involucrarse en este nuevo capítulo. “La llegada de un nuevo hijo implica una nueva forma de ser y hacer familia, y eso repercute en todos, solo que los adultos, a veces contamos con mayores herramientas para hacer frente a los cambios. Lo que se puede hacer para acompañar y ayudar a un niño en su tránsito hacia convertirse en hermano mayor, va a depender del temperamento (características de nuestra personalidad que vienen dadas desde el nacimiento y que influyen en nuestra manera de ser y estar en el mundo) y edad de ese niño, así como también de factores como la dinámica de la pareja coparental, redes de apoyo con las que esa familia cuenta, etc.”, comenta la psicóloga clínica y perinatal, Nicole Dimonte (@criardelamano)

Hay estratégicas que pueden aportar independiente de la etapa de desarrollo en la que se encuentre el niño, que son la anticipación y el involucramiento:

Anticipación: “Los niños necesitan que les contemos lo que va a pasar. Eso los ayuda a sentir que el mundo es predecible y confiable, y les permite entender, integrar y aceptar con tiempo los cambios que están por acontecer. Es importante dar la noticia del embarazo, explicarles cómo van a ir cambiando ciertas rutinas en la casa, los cambios que va a experimentar la mamá (ejemplo: que le va a ir creciendo la guatita, puede que este más cansada, que ya no va a poder ir tanto al parque como antes, etc.), contarles lo que hacen los bebés recién nacidos, avisarles quién los va a cuidar el día del parto y etc. Sugiero que la información se de manera sencilla y concreta, idealmente en momentos amorosos, de calma y de conexión con ellos. Hay varios libros sobre embarazo y la llegada de un nuevo hermano. Nosotros -Nicole está experimentando también la segunda maternidad- usamos el libro: “Un bolsillo lleno de besos”, de Audrey Penn. También la psicóloga Andrea Cardemil tiene a disposición de manera gratuita en su pagina web una plantilla para crear tu propio cuento según la dinámica y contexto de cada familia. Nosotros lo hicimos y ayudó muchísimo a que mi hijo mayor fuera comprendiendo e integrando todo lo que iba a pasar, y hasta el día de hoy, en que mi hijo menor ya tiene 2 meses, me pide que lo sigamos leyendo”, comparte la especialista.

Involucrar al niño en el proceso. “Recomiendo hacerlo desde que le dan la noticia del embarazo, y no solo hacerlo espectador de todos los cambios que están sucediendo. El vínculo se genera desde la etapa prenatal y eso corre para todos en la familia. Esto se puede construir de manera muy cotidiana, por ejemplo, preguntarle si quiere ir a una ecografía y ver al hermanito en la tele, que ayude a armar la cuna, a lavar y guardar la ropa del bebé, contarle cómo era él cuando chiquitito, mostrarle fotos, etc. Pero ojo, siempre respetando sus ritmos e intereses, sin forzar”, aconseja Nicole.

Reajuste para todos

La ampliación de la familia es un reajuste para todo el clan familiar. Se vive un proceso de duelo de la configuración pasada y hay que adaptarse, poco a poco, a una nueva dinámica y manera de funcionar. “Hay cambios identitarios como ‘ahora soy hermano mayor’ “ahora soy madre de dos”. Hay cambios en las rutinas: ‘ahora me baña y me hace dormir siempre mi papá’, ‘ya no puedo estar tanto con mi hijo mayor como antes’. Se producen cambios en el ambiente y en las relaciones: ‘en la salita de juegos hay juguetes que no son míos’, ‘mi pareja ya no duerme conmigo en las noches’. Ocurren cambios en la relación con cada uno de los cuidadores, donde existe una perdida de exclusividad en el vínculo con la madre, que, por lo general, es la figura principal de apego. Y todo eso implica tensiones y reacomodaciones y, por lo tanto, tiempo y proceso. Es fundamental reforzar constantemente el hecho de que los seguiremos amando y cuidando; y aunque haya menos disponibilidad, el amor y el cuidado sigue siendo incondicional, porque es de los temores principales de los niños con la llegada de un nuevo hermano”, explica la psicóloga.

Todo pasa

Tomarse un día a la vez permitirá entregarse a los distintos estados emocionales propios del puerperio, como son el cansancio, la irritabilidad, felicidad, angustia y gratitud, por ejemplo. “Yo que lo estoy viviendo también, sé con mayor claridad y confianza, que estoy transitando un proceso de adaptación y que toma alrededor de un año volver a encontrar un equilibrio en nuestra dinámica y funcionamiento familiar. Las expectativas que tenemos de nuestra maternidad están mucho más ajustadas, sin embargo, he tenido la impresión de que el segundo puerperio queda más invisibilizado y vivido en solitario que el primero, porque, por un lado, se tiende a pensar que ya no necesitamos ayuda porque ya sabemos ‘cómo hacerlo’, y, por otro lado, la pareja coparental, cuando la hay, está generalmente a cargo del hijo mayor, por lo que ya no hay mucha posibilidad de compartir los cuidados del bebé entre los dos. Para mí ha sido muy necesario pedir ayuda e incluso creo que he pedido mucha más ayuda que en el postparto con mi primer hijo y me ha servido contar con mi red de madres con las que nos sostenemos, desahogamos y acompañamos en todos estos cambios y nuevas experiencias. Recomiendo mantener un espacio de psicoterapia, ya que las gestaciones son momentos muy fértiles para hacer un trabajo psicoterapéutico, se genera mucha apertura y conexión con nuestra historia y emocionalidad”, aconseja Dimonte.

¿Y si la primera reacción del hijo mayor es rechazo?

El malestar o rechazo es una de las reacciones más esperables y comunes, por lo tanto, validar ese sentir será el punto de partida para ayudarlo a modular su conducta. “Siempre sugiero validar cualquier emoción que pueda manifestar nuestro hijo tanto por la capacidad de expresar lo que siente, como por comprender que todo aquello que sentimos es válido y que cada uno vivencia el mundo de manera única. Por lo tanto, buscamos ayudarlo a entender lo que está sintiendo, y luego a buscar una reacción alternativa que no pase a llevar al otro, por ejemplo, pegarle al hermano o a algún otro miembro de la familia. Se le puede decir: ‘entiendo que tienes rabia porque estoy dándole pechuga a tu hermano y no puedo jugar contigo ahora, pero no puedes pegarle a él ni a mí, porque en esta casa no nos hacemos daño. ¿Qué te parece que cuando te sientas así de enojado le pegues al cojín de tu pieza o le pides al papá que juegue contigo un ratito?’ El vínculo entre hermanos, como cualquier tipo de relación, se construye en el tiempo y no se puede esperar que se quieran desde el primer encuentro. Sin embargo, como cuidadores principales tenemos la importante responsabilidad de ayudarlos a construir herramientas para nutrir su relación, que puedan resolver las peleas cuando las hayan, sostener las diferencias entre ellos, generar sensación de fraternidad y cercanía, disfrutar el jugar juntos, etc.”, concluye la especialista.

* Algunos libros que pueden servir de apoyo:

-Crecer entre hermanos, de la psicóloga Andrea Cardemil.

-Mas allá del hermano mayor, de la psicóloga Lorraine Lewis.

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