Cómo y cuándo cortarle las uñas a nuestros perros y gatos

El principal daño que hacen sus garras cuando están muy largas no es a nosotros ni a nuestros sillones, sino que a ellos mismos. Las lesiones por el sobrecrecimiento de sus uñas son muchas y para evitarlas conversamos con dos experimentados veterinarios.




Actualizado el 22 de marzo de 2023

Cuando eres un “pajarito nuevo” en esto de la tenencia de mascotas, rápido te das cuenta de que algo que no siempre se considera de estos pequeños compañeros peludos son sus garras. Nadie habla mucho sobre ellas hasta que le llega un arañazo o su sillón comienza a descomponerse. Las uñas de los perros y gatos, vestigios aún de su pasado salvaje, crecen con rapidez y si no las gastan en sus paseos o juegos son capaces de hacer más de algún daño involuntario. Pero antes de agarrar unas tijeras, es necesario informarse y no hacer ningún corte sin preguntar a tu veterinario.

¿Por qué arañan perros y gatos?

En el caso de los gatos, arañar o rasguñar es una conducta normal y saludable, explica Karen Valenzuela, académica de la Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía de la Universidad de Las Américas. “Lo realizan para marcar territorio, dejando en el lugar que rascan marcas físicas pero también olfativas. Generalmente lo realizan en superficies verticales —como árboles, si tiene un patio disponible, o sillones y paredes, si viven en edificios. Eso les permite sentirse a gusto en su entorno”, cuenta.

En cuanto a los perros, “estos generalmente rascan su cama o lugar donde duermen y también el jardín, ambos para marcar su territorio”. Es por lo tanto una conducta normal ver a tu mascota rasguñando alfombras, cojines o pastos. Los perros también usan sus uñas para marcar sus acciones. Por ejemplo, “cada vez que ellos orinan o defecan realizan un rasgado con los miembros posteriores para arañar el piso; de esa manera distribuyen su aroma”.

Desgaste natural

“Más que cortarle las garras a los gatos y a los perros, lo que es absolutamente necesario es que tengan la posibilidad de desgastarlas”, apunta Gonzalo Chávez, coordinador del Observatorio de Tenencia Responsable y Vínculo Humano Animal de la Universidad Santo Tomás. Lo que debiera ocurrir naturalmente, dice, es que ambas especies paseen o tengan actividad física suficiente “y que a través de ese movimiento, de la exploración, del juego y del propio desgaste de la marcha, las garras se vayan acortando”.

Por lo tanto, a un perro que pasea lo necesario —al menos un par de veces al día, o que cuente con un patio donde correr— no hace falta cortarle las uñas. “Por el contrario, un perro que no sale va a tener evidentemente un sobrecrecimiento de sus uñas, lo que puede generar consecuencias múltiples —como encarnaciones o heridas— y ahí sí hay que cortarlas”, analiza.

En el caso de los gatos, estas garras son esenciales para “poder trepar, ya que los gatos usan el espacio de manera tridimensional”, agrega. Sus garras son “un mecanismo natural de sujeción en muros, árboles y otras estructuras rugosas”. Para que el largo no sea problemático, los especialistas recomiendan que la mascota pueda tener acceso a diversos rascadores, los que son efectivos para mantener el control de su crecimiento.

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Cómo cortarle las garras

Si piensas que cortarte las uñas a una guagua es un desafío, con todo su movimiento y pataleo, las uñas de las mascotas pueden ser el doble de difícil, ya que a diferencia de las humanas aquí hay que tener cuidado de no pasar a llevar terminaciones nerviosas.

“El tutor efectivamente puede cortarle las uñas a sus mascotas luego de que su médico veterinario le haya explicado y enseñado el procedimiento”, comenta Valenzuela. En la uña de los animales hay vasos sanguíneos y por lo tanto el corte “debe hacerse algunos milímetros después”.

“Si lo hacemos de la forma correcta, cortar la uña no debiese generar ningún tipo de dolor ni de malestar para el perro o el gato”, dice Chávez. Para que sea así, hay que tener en la cabeza el concepto de “despunte” más que el de corte. Es decir, quitar solo un poquito, con el objetivo de que no sobrecrezcan pero evitando una lesión.

“Al menos la primera mitad de la uña es irrigada y vascularizada; si hacemos un corte muy profundo, la uña va a sangrar. Si llegamos a la vasculatura claramente habrá dolor al realizar el corte y algunos sangramientos pueden ser profusos”, detalla el académico de la U. Santo Tomás.

Cuando las uñas del animal son negras —que pasa en algunas razas de perros como los yorkshire terrier—, se dificulta aún más el proceso de despunte, ya que es más complejo identificar dónde termina el vaso sanguíneo. En esos casos es fundamental consultar con el médico veterinario de cabecera, para que pueda instruir al tutor en el procedimiento.

Los peligros del sobrecrecimiento

Con las garras muy largas, el principal riesgo no lo corren tus manos o tus muebles, que sí pueden salir rasguñados, sino que las mismas mascotas. Si su tamaño es desmedido, “empieza a haber una deformación de la uña”, explica Chávez. Si creció demasiado, y comienza a tener forma de garfio o gancho, o bien se encorva de una manera extraña, lo mejor es que de ella se haga cargo un médico veterinario más que un peluquero de animales.

Dado sus comportamientos naturales, que incluyen escalar y/o arañar objetos, es menos común ver a un gato con un crecimiento desmedido. Si no tienen un rascador o suficiente acceso a árboles y muros, los felinos sienten la necesidad de gastar sus uñas arañando muebles, sillones o cortinas. Cuando los perros tienen este problema, en cambio, las uñas les crecen y se encorvan. “Ahí es probable que se empiece a lesionar el tejido blando adyacente o las mismas almohadillas de sus patitas”, puntualiza el veterinario. Por eso, es responsabilidad de los guardianes monitorearlas y mantenerlas de un tamaño adecuado.

Con un crecimiento desmedido se pueden llegar a producir desgarros y lesiones de la pata, además de infecciones. “Hay que pensar que las uñas nacen desde la primera falange del dedo y eso puede generar que haya fracturas óseas, desgarros de uña o que se produzcan atrapamientos”, cuenta.

Manipular sus patas desde cachorros

Para bastantes guardianes de mascotas, el tema del corte de garras puede ser un dolor de cabeza: muchos animales son reacios a que les toquen las patas, ya sea porque no están acostumbrados o bien porque hayan tenido malas experiencias pasadas y acarrean una fobia. Algunos no solo se mueven e impiden el corte sino que además se ponen agresivos y defensivos.

Algo que ambos profesionales recomiendan, si es que uno adopta a la mascota cuando es cachorra, es tocarles sus patitas desde que son bien pequeñas, de manera que vean esa interacción como algo natural e inofensivo. Una buena idea, como comenta Valenzuela, “es que a los tres meses se realice una simulación de corte de uña, sujetando las patas y fingir un corte, para que la mascota se familiarice”.

Si tu veterinario ya te enseñó, es importante saber que en los perros y gatos no se puede usar el mismo cortauñas que utilizas tú o tu familia. Primero porque difícilmente podrás cortarle nada, y segundo porque puedes causarle una lesión o un problema. Lo bueno es que existe una amplia oferta en el mercado y en casi todas las tiendas de mascotas los venden.

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Adecúa tu ambiente

Como decíamos, rasguñar o arañar es un comportamiento totalmente natural en los animales, por lo que es necesario que los humanos que los cuidan entiendan, acepten y canalicen este comportamiento. Algo que pueden hacer los tutores es enriquecer el ambiente con elementos que ayuden a que las mascotas a satisfacer esta necesidad. Para los gatos, dice Karen Valenzuela, es necesario tener rascadores verticales de superficies rugosas —como fibras naturales o cuerdas— para que no arañen sillones ni otros muebles. “También en el mercado existen feromonas sintéticas para aplicar en el ambiente, las que son de gran utilidad”, menciona. Al percibirlas en el ambiente, los gatos se sienten más relajados.

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Este producto tiene una composición que imita la feromona facial producida de forma natural por el gato —y que esparce por su hábitat al frotar su cabeza contra su entorno—, lo que reduce su estrés, estabiliza su comportamiento y evita los rascados. Eso sí, no reemplaza la actividad física ni los rascadores.


En el caso de los perros, es fundamental tener una cama o cojín adecuado, ya que rasquetean la zona donde duermen para marcar el territorio. “También es factible dejar una zona del jardín para que el perro pueda rascar y usar como zona de descanso”, aconseja. Aunque lo más relevante, como mencionábamos antes, es que paseen diariamente.

Desungulación es igual a maltrato

Existe una práctica quirúrgica que hasta el momento no está prohibida por ley pero que sí es considerada como maltrato animal. Estamos hablando de la desungulación, que es el nombre técnico que recibe el procedimiento de remover las garras de los gatos.

“Es una práctica muy dolorosa, que va en contra del comportamiento habitual del gato”, explica Chávez. Aunque sea parcial o radical, “los gatos quedan expuestos a tener accidentes y quedan imposibilitados de poder trepar en caso de querer hacerlo”.

“Aunque legalmente no está prohibida, sí pone en riesgo la salud del gato de manera innecesaria, comprometiendo indiscutiblemente su bienestar”, asegura.


*Los precios de los productos están actualizados al 22 de marzo de 2023. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.

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