El trayecto de Jessica López desde las JJCC a la presidencia de BancoEstado

Jessica Lopez
Mario Tellez / La Tercera

Estudió en la Universidad de Chile entre 1974 y 1978, donde conoció a economistas como Jaime Pérez de Arce, Osvaldo Larrañaga y se topó con Mario Marcel. En ese tiempo militó en las Juventudes Comunistas, pero en los 90 se afilió al PS. Llegó al banco estatal con el gobierno de Aylwin, donde estuvo 24 años y ha ocupado la vicepresidencia y la gerencia general. Sabe bien cómo funciona el sector y “entiende el rol de los privados”, destaca el exministro de Hacienda Rodrigo Valdés.


”Nuestra gestión será cercana a las personas y los trabajadores, con énfasis en las mipymes, en especial en los emprendedores de regiones. Seremos un actor importante en la recuperación económica que el país requiere, ampliando los servicios financieros para todos”, publicó la semana pasada en las redes sociales Jessica López Saffie (65) tras conocerse su designación como presidenta de BancoEstado por parte del presidente Gabriel Boric.

Que se convirtiera en la primera mujer en dirigir esta institución financiera −la más grande del país en cantidad de clientes y sucursales− no sorprendió al mercado, pues su nombre sonaba desde el verano, dada la conjunción de dos atributos clave: conocimiento del banco en el que trabajó durante 24 años (con las lagunas obligadas tras los cambios de gobierno), y donde ya se ha desempeñado como vicepresidenta y gerenta general; y su militancia socialista, tienda a la que ingresó en los 90, donde paga las cuotas y se reafilió, aunque mantiene una vida partidaria más bien pasiva y nunca adhirió a tendencias internas.

Esta ingeniera comercial (separada, una hija, dos hijos y una nieta) llega a retomar las riendas de una institución que dejó con cerca de 10 millones de clientes y hoy tiene más de 14 millones y que enfrentará varios desafíos en esta administración. De partida, responder a las tareas que le imponga el gobierno para apoyar la anhelada recuperación económica, canalizar los beneficios sociales y seguir impulsando la inclusión financiera de los sectores de menores recursos, mipymes, mujeres y localidades alejadas. Y de cara a sus clientes, mejorar sus plataformas tecnológicas para reducir intermitencias, elevar las medidas de seguridad, mejorar la disponibilidad de sus cajeros y el estándar de los servicios, que son parte de los reclamos. Entre sus metas personales está reposicionar a BancoEstado como “marca ciudadana”.

“El riesgo de un mal manejo en un banco es enorme y con Jessica tenemos a cargo de BancoEstado a alguien que no solo conoce al revés y al derecho esta institución, su poder y límites; sino que sabe cómo funciona el sector, pues de hecho era directora suplente en Itaú. Y entiende bien el rol de los privados, lo que es muy importante en un gobierno como el actual, así que es un gran nombramiento y también lo es el resto del consejo”, asevera Rodrigo Valdés, quien trabajó con ella cuando estuvo en la presidencia del banco (abril 2014-abril 2015), antes de asumir como ministro de Hacienda de Bachelet.

Hincha de la Cato y ex JJCC

Su equipo de fútbol es la Universidad Católica desde que en su infancia iba al estadio con su padre, que era de la Unión Española. Creció influenciada por mujeres de carácter, tanto de su rama materna como paterna. Su madre nunca respondió a los cánones de sus ancestros árabes: estudió odontología en los años 40, fue la primera mujer profesional en una familia de 11 hermanos y se casó “vieja” para esos tiempos. Sus padres conformaban una típica familia chilena de clase media, conservadora y apolítica del barrio Recoleta, y creían que los estudios eran el gran activo para forjar el futuro de los cuatro hijos. Por ello decidieron enviarlos a un colegio privado, el Saint Gabriel’s School. Pero Jessica se cambió al Liceo N°1 para cursar los últimos dos años de enseñanza media, en un ambiente social y político diverso en línea con el contexto país de la época. Ya se identificaba con las corrientes de izquierda.

En 1974, a meses del golpe de Estado, entró a estudiar ingeniería comercial en la Universidad de Chile y se integró a las Juventudes Comunistas (JJCC). Entre sus compañeros de curso estaban Osvaldo Larrañaga, director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica, quien dice: “Ingresamos el mismo año y compartimos estudios, amistades, vacaciones y otras actividades. Ella era muy querida. De personalidad segura y ejecutiva, se veía venir lo que ha logrado en su vida laboral”. Otro compañero fue Ignacio Valenzuela Pohorecky, asesinado por la CNI en 1987 en la “Operación Albania”. También entabló amistad con alumnos de cursos superiores como, Jaime Pérez de Arce, recién nombrado presidente ejecutivo de Enami: “Le decíamos ʹla chica Lópezʹ. Fue parte de la lucha contra Pinochet; es una mujer de izquierda, comprometida, de buen carácter y alegre. Gran profesional, calificada para cargos de nivel superior”. Ahí conoció también al ministro de Hacienda Mario Marcel, quien entró unos años después a la escuela, aunque no son cercanos.

Egresó en 1978, pero demoró varios años en hacer la tesis. En 1981 entró a trabajar en la Financiera de Interés Social S.A. (Fintesa), donde partió en el área de estudios y tuvo como jefe y mentor a Juan Eduardo Herrera, posteriormente vicepresidente del Banco Central y alto ejecutivo de Codelco. Fue parte de la transformación de Fintesa en el Banco del Desarrollo en 1985.

En 1990 emigró al Banco del Estado de Chile, con un grupo de asesores que participaron en la elaboración de las propuestas financieras del programa de gobierno de Patricio Aylwin. Conformaron un equipo liderado por Andrés Sanfuentes que impulsó una década de transformaciones estructurales. En 1995 López asumió la recién creada gerencia de riesgo, donde estuvo hasta 2003. Después pasó a la contraloría del banco (2003-2008), donde puso el foco en que el control interno contribuyera a la generación de nuevas iniciativas.

Del 2000 en adelante empezaron a cosechar lo frutos de la reestructuración. Jaime Estévez llegó a la presidencia y se implementó una estrategia comercial que incluyó cambio de imagen corporativa y de nombre, a BancoEstado. Después asumió Javier Etcheverry (2004-2006), quien lideró la creación e implementación de la CuentaRut, que junto con la Caja Vecina y el incremento de la red de sucursales y cajeros es considerada internamente como una transformación que revolucionó a la industria financiera chilena, dado su impacto en la bancarización.

Hacia fines del primer gobierno de Michel Bachelet, en 2008, la nombraron vicepresidenta, cargo que dejó en abril de 2010, tras el triunfo de Piñera en las elecciones presidenciales.

En 2014, cuando Bachelet retornó a La Moneda, hizo saber su interés por reintegrarse al comité ejecutivo y la nombraron gerenta general. Como ha dicho en entrevistas, sintió que con más de 30 años de experiencia en el sistema financiero y habiendo desempeñado cargos directivos estaba preparada, así es que “se movió por eso”, lo que refleja dos características que le atribuyen: franqueza y decisión. En septiembre de 2015 sobrevivió a la negociación colectiva con el sindicato único −que agrupa al 99% de los funcionarios, con más de 9.400 socios− en la que se pactó un bono por término de conflicto de $ 6,3 millones por trabajador, el que significó un desembolso de US$ 83 millones y al que varios atribuyen la salida de la presidencia de Guillermo Larraín.

Durante el cuatrienio hizo un trabajo potente en lo interno para instaurar una política activa en temas de género. Trabajó con el sindicato en medidas para compatibilizar la vida laboral de las mujeres con sus responsabilidades de crianza y cuidado y les dio visibilidad en cargos ejecutivos: llegaron a representar más de 30% de los jefes de sucursales. Convenció al Comité Ejecutivo de que era injusto que estuvieran obligadas a jubilar a los 60 años si los hombres podían hacerlo a los 65. En el ámbito del negocio se retomó la expansión de oficinas en localidades apartadas, para lo cual implementaron acuerdos con las municipalidades: estas le proveían el espacio −que el banco acondicionaba− y le entregaban la administración de las cuentas municipales.

Con la idea de reducir el uso de efectivo entre sus clientes, en 2017 implementaron la red de adquirencia ComprAquí, para llegar a los comercios donde Transbank no tenía presencia.

Carlos Martabit, exgerente de Finanzas del banco, quien trabajó 20 años en la institución con López −y además se toparon en la universidad−, afirma que “es una mujer de mucho coraje. Apoyó y lideró iniciativas de modernización y en su periodo el banco se relacionó con organismos multilaterales como Alide, BID y la CAF. Le dio mucha importancia al tema tecnológico y digital. Impulsó la contratación por concurso, potenció el desarrollo del área de microempresas, el programa Emprende Mujer y pusimos los primeros bonos verdes sociales”.

López planteaba que todas estas acciones debían evaluarse no sólo en términos de la rentabilidad del negocio, sino también del impacto en la vida de las personas, la rentabilidad social. Su postura siempre ha sido que no tiene sentido tener un banco estatal que haga lo mismo que los privados, sin perder de vista que tiene obligación de generar excedentes para entregar dividendos al Estado y reinvertir. “Su forma de ver el negocio es que más que subsidiar, BancoEstado debe dar acceso y tener una política comercial responsable. Ella trabajó en riesgo por lo que entiende que el voluntarismo es peligroso y ese es un gran activo para quien dirige un banco estatal”, comenta un directivo del sector privado.

Una actual funcionaria comenta que, en su círculo más cercano, López prefiere trabajar con personas de mucha cercanía política.

Rostro de las sanitarias

A fines de 2018 le ofrecieron la presidencia ejecutiva de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios. Al principio habría dudado: no quería dedicarse a hacer lobby para empresas privadas, pero dicen que aceptó después que le explicaron el rol de la industria en términos de utilidad pública, a través de una alta cobertura del agua potable en las ciudades, con estándares internacionales y del cuidado del medioambiente mediante planes de tratamiento de aguas servidas. Eso sí, habría dejado en claro que veía el rol del gremio centrado en la defensa de un modelo de servicio bajo una política pública que ha generado muchos beneficios en materia de salud y desarrollo económico, enfocado en velar por las buenas prácticas del conjunto, no así en poner la cara para enfrentar contingencias que son responsabilidad de lo cada empresa hace o deja de hacer. En este contexto se entendería que a mediados de 2019 no se haya pronunciado durante la crisis de Essal, que mantuvo a Osorno 10 días sin suministro de agua potable, por lo que López se ganó varias críticas.

Recientemente, dio entrevistas en relación con el debate de los derechos de agua en la comisión de medio ambiente de la Convención Constituyente, en las que argumentó que, si bien los países tienen derecho a cambiar de institucionalidad y regulaciones, estos cambios no deben poner en riesgo lo avanzado en beneficio de los ciudadanos, en un contexto en que el gran desafío del país es el enorme déficit de los servicios sanitarios rurales.

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