El rol de la agroindustria como agente de crecimiento del país es uno de los pilares estratégicos de nuestro desarrollo. La FAO (2017) estima que al 2050 se requerirá un 50% más de alimentos (base año 2013). Sumado a que es un importante contribuyente al PIB, con un aporte sostenido de 3% en los últimos 10 años, la agroindustria es una actividad estratégica y nos genera una imagen de calidad y seriedad en los principales mercados internacionales. Aun así, quedan desafíos y tareas que sortear para fortalecer y mejorar el desempeño sectorial.

Uno de los principales es la escasez hídrica provocada por el cambio climático. Para ello es necesario entender la importancia de aumentar el riego tecnificado, y optimizar el cuidado del agua en toda la cadena productiva, así como la incorporación de variedades más productivas a través de una buena cooperación con centros de Investigación y Desarrollo.

La innovación juega un rol clave, destacando la incorporación de nuevas tecnologías con un enfoque sustentable. El estudio de uso de tecnologías patrocinado por el BID y realizado por Vitón et al. (2017) indica que hay una gran oportunidad en América Latina y el Caribe (ALC), y que existe un potencial no solo de crear innovaciones, sino también de generar disrupción tecnológica que traiga cambios transformativos en la manera de producir alimentos, y permita cerrar la brecha digital.

De acuerdo con un estudio de Odepa (2019), la economía circular permite contribuir de manera sistémica a que el sector aborde los desafíos de aumentar su productividad, haciendo un uso eficiente de los recursos naturales, y contribuyendo positivamente al medioambiente y a la sociedad. En Empresas Iansa hemos avanzado en el desarrollo sostenible mediante el aumento del riego tecnificado, el uso de fertilizantes que protegen los suelos y disminuyendo la labranza. Al mismo tiempo, medimos las emisiones de gases efecto invernadero, promovemos la revalorización de residuos y la economía circular con objetivos concretos de cara al 2025.

Finalmente, la colaboración público-privada continuará siendo un punto muy relevante a la hora de seguir avanzando en innovación, soberanía y seguridad alimentaria en nuestro país, con una mirada de largo plazo por la naturaleza de la agroindustria, con avances constantes y oportunos.