A pocos meses de cruzar los 50 años de edad, en diciembre, Ignacio Briones sigue usando intensamente su motocicleta y las coloridas bufandas que lo identificaron popularmente durante la intensa campaña como precandidato presidencial de Evópoli y en su etapa como ministro de Hacienda del último gobierno de Sebastián Piñera. Hoy, pese a estar lejos de la vorágine mediática de ese periodo, el economista sigue de cerca la difícil coyuntura económica y política por la que transita el país y los complejos meses que ha enfrentado el gobierno de Gabriel Boric.

“El mix de inflación, caída de actividad y aumento del desempleo es un cóctel complejo porque va a generar tentaciones populistas en el Congreso. Ya hemos empezado a verlas, con nuevas presiones por retiros, quizás impuestos diferenciados o fijaciones de precios. Ojalá resistamos la tentación”, afirma Briones, quien reconoce tener una negativa opinión de los primeros siete meses de gobierno. Sin embargo, alaba el desempeño que ha tenido el ministro de Hacienda, Mario Marcel.

¿Cuál es su evaluación de estos primeros siete meses de gobierno?

Tengo una evaluación negativa del gobierno, sin perjuicio que tenga una evaluación positiva de la conducción fiscal del Ministerio de Hacienda, Mario Marcel, quien ha sido un sostén fundamental para esta administración. Este gobierno se ha encontrado con la realidad. Ha pasado del simple planteamiento de cambios, muchos de ellos muy pasados de largo y con un programa de gobierno maximalista que genera promesas que no puede honrar, a cómo gobernar en la práctica. También ha sido esclavo de sus palabras, desde los retiros de pensiones, la violencia y también en materia de relaciones exteriores, donde ha sido bastante errático.

Me llama la atención que posplebiscito tampoco haya habido una autocrítica profunda del gobierno, el que tuvo una clara derrota política. Sin la autocrítica es muy difícil poder enmendar el rumbo. El resultado del plebiscito es un hecho político y un llamado a la moderación: los chilenos quieren cambios, pero cambios bien hechos y no refundacionales.

Ha sido un golpe con la realidad y las dificultades que tiene el poder…

Es un encuentro con la realidad, que ha sido muy duro para el gobierno. Cuando se gobierna, la realidad es compleja y se tienen que enfrentar un montón de restricciones presupuestarias, de grupos interés, políticas, y un Estado lento y rígido en muchos aspectos. La mera voluntad no basta.

¿Se debe asumir un realismo con renuncia o sin renuncia?

El realismo siempre es con renuncia, por definición. Cuando dicen que no se va a cambiar en nada el programa de gobierno, como han señalado ciertas autoridades, es caer en ese realismo sin renuncia, que es un oxímoron.

¿A qué tiene que renunciar el gobierno?

A este discurso maximalista, que es lo que se cayó en el plebiscito. Los chilenos quieren cambios en lo social, en lo económico, pero no cualquier cambio ni saltos al vacío; no saltarse 20 pueblos. Quieren cambios ambiciosos, pero graduales, bien hechos, que es la única manera como los países avanzan y es en base a mucho diálogo, a muchos acuerdos. Con la llegada de la nueva ministra de la Segpres (Ana Lya Uriarte) ha habido un cambio de tono, lo que es un buen augurio para los cambios que se requieren.

¿Cree que debe haber nueva Constitución? ¿Debe ser pronto?

Absolutamente. Estamos embarcados en medio de un proceso que está inconcluso. Es fundamental que este capítulo se cierre bien y pronto, con la máxima legitimidad democrática, de forma tal de dejarlo blindado democráticamente a las tentaciones de sectores que puedan seguir utilizando esta carta como bandera de lucha.

Violencia y reformas

¿Le preocupa la violencia que persiste en el país y como ésta podría afectar la estabilidad institucional y la economía?

Absolutamente. Es un tema preocupante y fundamental por varias razones. Quiero decir que el octubrismo tiene dos expresiones: una es la violencia y la otra es el maximalismo, lo refundacional, que es lo que los chilenos rechazaron recientemente. La violencia es algo que se ha ido enquistando y que es fundamental contener, por el daño que genera a la población. Es fundamental que el Estado cumpla su rol y que volvamos a poner arriba de la mesa el uso legítimo del monopolio de la fuerza para hacer imperar el orden y hacer valer el Estado de derecho. Sin eso no hay vida en comunidad posible, no hay democracia posible y tiene consecuencias económicas no menores como, por ejemplo, primas de seguro que empiezan a subir y el gasto privado en seguridad al alza.

Hay un riesgo también para la democracia, porque cuando el Estado no se hace cargo de la violencia que afecta el día a día de personas y empresas, puede ser tomada con mucha fuerza por el populismo, con soluciones mágicas. El gobierno está muy al debe con esto.

¿Se deben moderar las reformas que lleva adelante el gobierno?

Por supuesto. Para aprobar reformas se requieren acuerdos en el Congreso. El gran problema de Chile es la disfuncionalidad en las reglas de nuestro sistema político. Necesitamos un sistema político que sea más colaborativo dentro de partidos que compiten, que sea menos fragmentado. Sin eso vamos a seguir navegando empantanados. ¿Cuáles son las grandes reformas que hemos hecho en los últimos 10 años? Son bastante pocas. Eso no es porque los políticos sean buenas o malas personas, sino porque enfrentan incentivos que no propenden a la colaboración, a generar grandes acuerdos.

Me gustaría decir que en la reforma tributaria el ministro ha mostrado flexibilidad y eso es muy valorable. Espero que el gobierno pueda lograr un acuerdo para avanzar en algunas de las reformas sustantivas que la ciudadanía espera. Pero la piedra de tope sigue estando en la inversión. Hay señales todavía insuficientes. Si se va a insistir en desintegrar el sistema, cuestión que lo complejiza, vale la pena plantearse una rebaja en la tasa corporativa al nivel que tienen los países Ocde que se suelen citar con sistemas desintegrados.

El promedio Ocde es de un 23% y el nuestro, un 27%. Sería ideal bajar la tasa corporativa al 23% o, por contrapartida, dejarla en el 25%, manteniendo los 2 puntos de tasa de desarrollo. Una forma parcial de compensar estos ingresos es eliminando por completo la renta presunta.

Ignacio Briones, exministro de Hacienda.

Responsabilidad fiscal

¿Qué le parece el primer Presupuesto de gobierno de Gabriel Boric?

Es un Presupuesto fiscalmente bien responsable y donde se nota la mano del ministro Mario Marcel. Es un ministro que da garantías respecto a la responsabilidad fiscal.

En el Presupuesto, sin embargo, hay dos cosas que me preocupan. Una tiene que ver con la capacidad del Estado para poder ejecutar el Presupuesto, particularmente a nivel de inversión. La subejecución presupuestaria del gobierno es alta, particularmente en inversiones. Nuestro Estado es rígido, lento y en muchos aspectos no funciona bien. Requiere una modernización urgente. El propio gobierno, no solo los ciudadanos, se enfrentan a este Estado que se ha quedado en el pasado, que requiere agilidad, modernización y algo sobre lo cual no nos podemos “hacer los lesos”. Hay un proyecto que también me tocó trabajar, que está en el Congreso, que es el que moderniza el empleo público. Espero que en la discusión presupuestaria podamos generar un compromiso de avanzar hacia allá.

La segunda preocupación es sobre la emergencia educacional a nivel escolar, producto del cierre prolongado de las escuelas. La Ocde nos recordó que Chile fue uno de los países que más tiempo tuvo cerradas sus escuelas. Si no lo ponemos como una prioridad nacional y en el centro de la discusión, con el objetivo de recuperar los aprendizajes perdidos, de medir las brechas y apoyar socioemocionalmente a los alumnos, nos vamos a arrepentir muchos años. Esto coarta la libertad, incrementa la desigualdad y va a ser una fábrica de “overoles blancos”, porque va a engendrar mucha frustración. También tiene un costo económico. Acá se justifica poner todos los recursos que sean necesarios en un plan serio, que ponga esto como la primera prioridad. En el Presupuesto lamentablemente esto no lo veo.

El exsubsecretario de Hacienda del gobierno de Sebastián Piñera, Alejandro Weber, dijo que se trataba de un Presupuesto inflacionario…

El Presupuesto es responsable y en línea con la meta convergencia fiscal y donde, insisto, se nota la mano de Marcel. Esa mano no solo se nota en el Presupuesto, sino también en todo lo que ha sido su gestión durante estos primeros meses. Hubiera sido bien fácil para cualquiera soltar la billetera, particularmente con un plebiscito a la vista. El ministro mostró resiliencia, convicción y “juego de piernas” para hacer lo que tiene que hacer cualquier ministro de Hacienda, que es manejar la billetera fiscal con mucha responsabilidad, siempre entendiendo que esa plata es de todos los chilenos.

¿Le preocupa la persistencia inflacionaria en la economía chilena más allá de los datos coyunturales?

En todos los países del mundo subió la inflación, pero en nuestro país ha subido mucho más y esa diferencia tiene que ver con factores internos. Estábamos acostumbrados a vivir en un país donde la inflación no era tema porque era baja y estable. Es un problema gravísimo que exige tomar medidas muy duras para contener este cáncer, a riesgo de que se expanda, de que haga metástasis. La medicina es dura, es desagradable, pero es la única manera de curar la enfermedad. En el pasado se intentó curar con un placebo, metiéndole más y más liquidez. Los retiros son un buen ejemplo de aquello. Hoy las presiones ante un escenario de alta inflación, con una economía que va a entrar en recesión, con un desempleo que va a empezar a aumentar, me temo que van a volver a resurgir y enfrentamos el riesgo de insistir sobre medicinas que son placebos, que pueden generar un alivio inmediato, pero que sólo empeora la enfermedad.

De todas formas, no tengo duda de que la inflación, tal como lo está pronosticando el Banco Central, va a empezar a ceder en lo que queda del año, sobre todo en la parte final. El próximo año vamos a seguir teniendo una inflación que es más alta de lo que estábamos acostumbrados, pero va a ser bastante más baja que la de este año y eso alimenta una senda de retroalimentación positiva sobre las expectativas a ir convergiendo hacia el 2024 a niveles de inflación a los que estamos más acostumbrados.

Sin embargo, vienen meses más duros con el ciclo recesivo ad portas

Absolutamente. Vamos a entrar en meses con Imacec negativos. Se vienen meses muy difíciles, con una inflación todavía alta, con una economía cayendo y con un desempleo que va a empezar a aumentar. El mix de inflación, caída de actividad y aumento del desempleo es un cóctel complejo porque va a generar tentaciones populistas en el Congreso. Ya hemos empezado a verlas, con nuevas presiones por retiros, quizás impuestos diferenciados o fijaciones de precios. Ojalá resistamos la tentación. El ministro de Hacienda ha jugado un rol muy importante en contener aquello este año y espero que lo siga haciendo en el futuro. Es fundamental.

¿Se debe aprobar el TPP11? El gobierno está a la espera de los llamados side letters...

Esta es una más de las contradicciones del gobierno. Hay una parte del gobierno que quiere avanzar y otra parte que es más reticente. Hoy necesitamos dar señales como nunca de estabilidad, de inversión, de que vamos a continuar en aspectos medulares de lo que ha sido la política exterior y económica de Chile desde el retorno a la democracia, como es el libre comercio. Generar dudas o lomos de toro respecto a ello es contraproducente. Las side letters son una maniobra dilatoria para quedar básicamente bien con los grupos más duros afines al gobierno para los cuales el TPP11 es el demonio encarnado o es el triunfo del imperialismo, a sabiendas que esto va a terminar aprobándose igual en el Congreso.

¿Le parece avanzar rápidamente en la Ley Fintech?

Ha avanzado muy bien en el Congreso. Lo acaba de aprobar el Senado por una amplia mayoría. Es un proyecto que me tocó empujarlo cuando fui ministro de Hacienda y que tiene que ver con cómo inyectar competencias en todas las áreas. En el sector financiero este es un camino para bajar barreras a la entrada a nuevos actores que aprovechen las nuevas tecnologías y que vaya en beneficio de las personas, de las empresas, de las pymes, a través de mejores y más variados productos, más innovación financiera, menores costos. Lo que hace este proyecto es generar un ecosistema de finanzas abiertas que se basa en la posibilidad de que las personas, con su consentimiento y en uso de la propiedad de su información, puedan compartirla con terceros. Es un cambio pro mercado.