Azules, jorobadas, fin: estos son los mejores lugares para avistar ballenas en Chile

Chañaral de Aceituno, Chiloé y Punta Arenas son algunos de los puntos en los que frecuentemente aparecen los cetáceos. La conservación de la especie juega un rol fundamental.


Es el animal más grande de la Tierra, incluso, más grande que la mayoría de los extintos dinosaurios. La ballena azul puede llegar a medir 30 metros de largo y pesar 180 toneladas.

Por años se pensó que la especie no habitaba el país y solo utilizaba las aguas nacionales como una carretera en sus rutas migratorias, hasta en 2003, se detectó su presencia en el sur de Chiloé, lugar donde crían a sus ballenatos.

Desde entonces, se ha convertido en una de las especies de ballenas más fascinantes para avistar en Chile, lo que se puede hacer desde octubre a abril, mientras viaja del trópico a la Antártica en busca de alimento, con un peak entre enero y febrero.

Pero es solo una de las varias especies de ballenas que se pueden ver en el país. Se estima que más del 50% de las especies de ballenas que existen en el planeta pasan por el Océano Pacífico, entre ellas la ballena azul, la jorobada, la fin y la pequeña minke, entre otras (ver infografía).

Producto de la importancia de estas especies, desde 2008 entró en vigencia una ley que declara a Chile como una zona libre de la caza de cetáceos, transformando 5,3 millones de km2 de nuestra Zona Económica Exclusiva en el primer Santuario Ballenero de Sudamérica y uno de los más grandes del planeta.

Por las costas nacionales pasan cerca de 43 tipos de ballenas.

Se estima que actualmente, la población de ballenas azules en Chile, es de entre 570 y 670 ejemplares, incluida la Antártica, Juan Fernández e Isla de Pascua. A nivel mundial el número es entre ocho y 14 mil.

Rodrigo Hucke-Gaete, académico de la Universidad Austral y presidente de la ONG Centro Ballena Azul, explica que los mejores lugares reconocidos y donde se desarrolla actividad son Chañaral de Aceituno, “donde hay altas posibilidades de ver ballenas fin, azul, jorobada, cachalotes, orcas y los siempre presentes delfines nariz de botella. Es un sitio súper bueno para hacer avistamientos”.

Sonia Español-Jiménez, doctora en biología marina y líder del Área de Investigación de Cetáceos de Fundación MERI, señala que “son varios los puntos en Chile donde es posible observarlas, esto gracias a las condiciones climáticas y la privilegiada extensión de costa que tiene nuestro país, además de ser una zona muy rica en alimento para estos cetáceos”.

Otras zonas en el país destacadas son, “Puerto Montt hasta Puerto Cisne, Caleta Andrade o Puerto Aguirre, toda esa zona la pudimos describir como un sitio de reproducción, alimento y cuidado de crías. Es una de los más importantes del hemisferio sur. Hay ballenas azules y jorobadas, entre otras. Está menos desarrollada la actividad de avistamiento, debido a su extensión, pero es una zona excelente para poder ver ballenas, azules en particular”, añade Hucke-Gaete.

Centro Ballena azul
Las ballenas tienen un rol clave en la mitigación y creación de resiliencia al cambio climático.

Español-Jiménez explica que “las ballenas tienen un rol clave en la mitigación y creación de resiliencia al cambio climático, no solo en Chile, sino en el mundo. Cada una de ellas participa de manera activa y natural en la absorción de CO2″.

Y en Magallanes, “está el Parque Marino Francisco Coloane, donde alrededor de 100 ballenas llegan todos los años a alimentarse ahí y es bastante certero el avistamiento. Así como también cerca de Punta Arenas. Hay otros lugares que podrían tener potencial en Chile, pero no se han explorado bien”, explica el académico.

Hucke-Gaete señala que recién le estamos dando valor “al rol que tienen como ingenieros ecosistémicos, desde la perspectiva de incorporar carbono en sus propios cuerpos, propiciar procesos ecológicos que hacen que más carbono se vaya a las profundidades y que no esté disponible en la atmósfera. Eso nos dice que las ballenas no solo era gorditas y bonitas, sino que un elemento súper importante antes de que las cazáramos hasta casi su extinción”.

La conservación de las ballenas y “otros cetáceos es clave para la protección de los ecosistemas marinos, de los océanos y de la vida en general”, establece la doctora en biología marina.

Esta última añade que “la principal medida de protección y conservación de las ballenas es la investigación científica y la educación ambiental. Por este motivo, en época estival son distintas las organizaciones, como el caso de Fundación Meri, que a través de talleres y charlas informativas buscan sensibilizar y concientizar a la población local y turistas acerca del rol y la importancia de estos mamíferos en el ecosistema, así como los cuidados necesarios para su protección”.

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