Miguel Tapia (58) recuerda que en la era de baterías marchantes y guitarras afiladas de La voz de los 80 (1984), él vivía en una disidencia silenciosa: “A mí me gustaba Yazoo y los sonidos más electrónicos. Pero no se lo comentaba a Narea y González porque sabía que me iban a huevear. Me iban a decir ‘¡por qué andas escuchando esa música mamona!’”.

Los años demostraron que los teclados, las secuencias, las baterías programadas y los decorados sintéticos estuvieron muy lejos de convertirse en música mamona: fue precisamente el émbolo desde donde se disparó el curso creativo de Los Prisioneros, demostrado en el sonido que después tuvieron éxitos como Muevan las industrias, Quieren dinero y, sobre todo, casi la totalidad del disco Corazones (1990), con el conjunto ya reducido a González y Tapia.

Desde fines del año pasado, el baterista ha vuelto a hacer foco sobre ese catálogo específico de los sanmiguelinos. “Me gusta volver sobre los temas de Corazones, me acomoda mucho más que los clásicos de Los Prisioneros. Por sonido, siento una conexión mucho mayor con ellos. Además, se tocaron muy poco, yo los toqué harto con Jorge y Cecilia (Aguayo) sobre el final de la banda, pero no tuvieron continuidad. Nunca más se interpretaron. Pero, en mi caso, me siento más identificado con esas canciones que con Sexo o Independencia Cultural”, admite Tapia.

Por lo mismo, el percusionista decidió hace unos meses formar su propia banda para echar mano a esas composiciones. Según cuenta, todo nació de una invitación a Colombia para presentarse en un evento en noviembre pasado. “Pero no tenía banda. Entonces ahí me picó el bichito y dije: acá voy a empezar a armar algo”.

Desde 2009, Tapia venía tocando junto a Claudio Narea en el proyecto Los Prisioneros: Narea & Tapia, donde revivían los temas de la desaparecida agrupación. Pero en 2021 decidieron separarse por diversas diferencias, luego de dar un último concierto casi un año antes, el 28 de febrero de 2020 en Monte Patria, en la Cuarta Región. “Nos separamos y me dediqué a hacer algo así como un retiro, me aislé un poquito, aprovechando la pandemia también. Tuvimos diferencias importantes de opinión con Claudio, siempre las hemos tenido, y esa vez se concretaron y decidimos separar nuestros caminos”, reconoce.

Desde ahí, Tapia no ha vuelto a tomar las baquetas sobre un escenario, ya que se concentró en otra clase de iniciativas, como su proyecto Escuelas de Rock, el que encabeza desde el año pasado y que, a través del SLEP Gabriela Mistral (Servicio Local de Educación Pública), ha entregado distintas herramientas a alumnos de liceos públicos de tres comunas de la capital para que puedan formar sus primeros grupos y grabar sus primeras canciones. Con parte de esos estudiantes, se presentó en el último festival Lollapalooza.

Ahora, el músico formó su propia banda junto a caras conocidas de la escena. Por ejemplo, en secuencias, samples y teclados estará Sergio “Coti” Badilla, quien integró la última etapa de Los Prisioneros, entre 2003 y 2006, cuando la agrupación se remitía a González, Tapia y Gonzalo Yáñez. En guitarra el espacio será para Marcel Soto, parte de Tomo como Rey y también con un bagaje en solitario donde ha explorado sensibilidades más acústicas. En tanto, en el bajo estará Jorge Duró y en la batería Josefina Lund.

Los Prisioneros en la etapa junto a "Coti" Badilla - Foto: Loreto Otero.

Con ellos, los ensayos se han extendido durante enero y febrero. La primera prueba de fuego será un show a realizarse el sábado 1 de abril, a las 21.00 horas, en la sala Omnium de calle Apoquindo (entradas en passline.com). También estarán el 22 del mismo mes en Antofagasta. En ambas citas, Tapia oficiará tanto de frontman como de baterista, aunque siempre estará a cargo de la voz principal, interpretando temas como Amiga mía, Con suavidad, Tren al sur, Cuéntame una historia original o Noche en la ciudad (Fiesta!). Todos fueron parte medular del reverenciado álbum Corazones.

“Quiero tocar esos temas, ofrecer algo más electrónico que rockero, pese a que igual voy a tener algunos clásicos de Los Prisioneros bajo la manga, como ¿Quién mató a Marilyn? Estoy preparándome con harto ejercicio vocal y harta disciplina para ser frontman. Va a ser entretenido cumplir de nuevo ese papel, tal como lo hice con Narea durante un tiempo. Me siento muy confiado y siempre me ha gustado ese desafío. Hoy lo que más quiero es pasarlo bien y a estas alturas de mi vida no andar con conflictos ni cagándome la energía por nada. Quiero distraerme, viajar, relajarme, volver a la ruta sin presiones, no andar con esa urgencia de hacer carrera o ser más famoso de lo que ya soy”, resume.

Y también habrá espacio en el espectáculo para Jardín Secreto, el grupo que formó en 1993 después de la primera disolución de Los Prisioneros junto, entre otros, a la propia tecladista Cecilia Aguayo. Un proyecto vinculado al tecno-pop que se extendió por cinco años y dos títulos. “Me sorprende cómo la gente me pide a Jardín Secreto por redes sociales”, cuenta Tapia para justificar su inclusión en el show. “Entre Corazones y Jardín Secreto hay mucha conexión. Es una gran mezcla. En Corazones escuchábamos mucha electrónica, mucho house, y Jardín Secreto fue un poco el hilo conductor que vino después. Será un muy buen complemento”.

De hecho, el sanmiguelino no descarta en un futuro inmediato hacer un show sólo dedicado a las canciones de Jardín Secreto. “Invitaré a la Cecilia para eso. Yo no soy mucho de escuchar la música que hice antes, pero he vuelto sobre Jardín Secreto y es una banda que tiene una cantidad suficiente de temas como para hacer un show sin problemas”, establece. Pero, en lo global, sus presentaciones más inmediatas como Miguel Tapia lo acercarán a unos viejos ídolos como Depeche Mode, bajo la idea de presentar pop electrónico diseñado también con bajo, guitarra y baterías.

Aunque, sí se trata de referencias, el instrumentista no olvida el núcleo más privado y personal que significa volver sobre el catálogo Prisionero. Son sus amigos de infancia, claro, pero también las personas que él mismo en los últimos años intentó unir para quizás un último abrazo en público: “Hoy es imposible que Los Prisioneros se puedan reunir, con el estado de salud de Jorge que ya todos conocen. En algún momento yo fui el más interesado con que Jorge y Claudio limaran sus asperezas, pero me di cuenta que nunca se iba a dar. Entonces, ya me dejó de interesar. Ya no fue”.

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