Los jugadores de La Calera llegaban heridos al duelo con Universidad Católica de Ecuador por la Copa Sudamericana. Las injusticias vividas en Brasil, ante Santos, estaban frescas en su memoria y eso se notó desde el primer minuto.

En palabras simples, los chilenos pelearían con todas sus fuerzas su chance de avanzar a la siguiente ronda del torneo continental, pese a que ya no dependían de si mismos. Y a los seis minutos, Matías Cavalleri -con un tiro inatajable- sembraba la esperanza y abría el marcador en el Sausalito de Viña del Mar.

Pero eso no era suficiente, pues debían ganar por dos goles de diferencia y esperar que Santos no le ganara a Banfield en su casa. Fórmula que a los 28′ se conseguiría momentáneamente, pues Mathías Vidangossy metió un pase exquisito en el área universitaria y Sebastián Sáez sólo tuvo que empujarla para marcar el 2-0.

Sin embargo, no hay que olvidar que el cuadro de la región de Valparaíso está peleando en la zona baja de la Tabla en el Campeonato Nacional y eso se notó en la primera llegada profunda de la visita, pues una desconcentración en el fondo -como las que muestran a nivel local- permitió que Daniel Clavijo pusiera el descuento a los 38′.

Un error fatal

Ya en la segunda parte, se notó que los rojos querían seguir avanzando a toda costa y su dominio fue total en los primeros minutos del segundo lapso. Más, lamentablemente, no llegaban buenas noticias desde el estado de Sao Paulo, pues se supo que los argentinos perdían a dos jugadores en cancha por la expulsiones de Jesús Dátolo (54′) y Gregorio José Tanco (61′).

Para más remate, Sáez se lo perdía a los 69′ y Nicolás Orellana desviaba por poco un remate que buscaba el ángulo a los 70′. Pero tanto va el cántaro al agua que una pelota que parecía muy alta es bajada de cabeza por Sáez y Vidangossy se mete a toda velocidad, se saca a su marcador, burla al portero José Cárdenas y pone el tercero, la ilusión y hasta ese momento, la clasificación.

No obstante, siempre pasa algo con los equipos chilenos. Porque cuando ya no quedaba nada, Erick Wiemberg comete un penal infantil y Rodrigo Rivas lo cambió por gol en el minuto 88. Y para que el drama fuera perfecto, Sacha inventa una chilena en los descuentos y Cárdenas estuvo notable para ahogarle el grito de gol. Y si bien se quedaron en la cancha, esperando que los trasandinos, con nueve, les dieran una mano, nada pasó y el sueño continental se les fue de las manos, cuando parecía que lo tenían amarrado.

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