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La compleja logística para alojar a los 133 cardenales electores en Santa Marta

El número más alto de purpurados que intervienen en un cónclave obligó a habilitar un edificio aledaño, porque la residencia de Santa Marta no tenía espacio suficiente. Pero eso implicó trasladar a otros lugares a quienes vivían allí.

Vista de la residencia de Santa Marta. Johannes Müller

Los acontecimientos de 1978, el año de los tres Papas y de los dos cónclaves, fue decisivo para los cambios posteriores en la forma en que se alojan los cardenales durante el período de sede vacante, en especial durante el proceso de elección del pontífice. Hasta ese año, se habilitaban habitaciones en el Palacio Pontificio para recibir a los cardenales electores. Muchos menos entonces. En ambas elecciones participaron 111 purpurados. Pero ese ya fue un problema, 15 años antes habían sido sólo 80. El calor, en especial en el primer conclave de agosto, incomodó a los purpurados. Las ventanas estaban selladas y no había ventilación en las piezas.

Por eso, Juan Pablo II decidió construir un lugar que permitiera albergar a todos los cardenales electores que participaran en un cónclave. Así nació la Casa Santa Marta, inaugurada en 1996. Con 105 suites y 26 habitaciones singles, estaba en condiciones de albergar cómodamente a los 120 cardenales electores, el número máximo fijado por Pablo VI. Así fue en el cónclave de 2005 y en el de 2013, cuando participaron 115 prelados. Todo cambio sin embargo ahora. Con 133 cardenales electores, la residencia no dio abasto, más aún considerando que una habitación, la 201, que ocupó Francisco durante su pontificado, está sellada, como establecen las normas.

La situación motivó un complejo operativo logístico en el Vaticano. Se tuvo que habilitar Santa Marta Vecchia, una residencia aledaña al moderno edificio de 1996, para poder albergar a aquellos cardenales que quedaran sin habitaciones. Pero en la vieja Santa Marta residen permanentemente algunos cardenales mayores de 80, que no participan en el cónclave. Por eso, fue necesario moverlos, desocupar el edificio por motivos de secreto del cónclave, para poder habilitar los espacios necesarios. Así, tres cardenales se alojarán en Santa Marta Vecchia. ¿Quiénes serán? Eso lo determinó el sorteo realizado por el camarlengo para asignar las habitaciones.

La experiencia podría motivar una futura ampliación del edificio nuevo para evitar esos problemas, pero eso dependerá del nuevo Papa. También se podrían actualizar las medidas para asegurar el secreto en el cónclave. En esta ocasión, en época de redes sociales, celulares y drones, se tuvieron que reforzar los controles. No sólo se bloquearon las ventanas, sino que también se aplicaron inhibidores de drones y de señales celulares. El temor a cámaras que capten el interior de Santa Marta o de la Capilla Sixtina obligó a esa medida. Además, la Santa Sede pidió a las compañías de telecomunicaciones bloquear la señal en todo su territorio durante estos días.

Santa Marta, un edificio de cinco pisos, se encuentra al extremo opuesto de la Capilla Sixtina, entre ambas se levanta la Basílica de San Pedro. Entre ambos lugares los cardenales se desplazarán en varios mini buses, pero el que quiere puede también hacer el recorrido a pie, protegido por la gendarmería vaticana. En la residencia podrán estar en sus habitaciones o en los lugares comunes. Santa Marta cuenta con una capilla, un salón amplio y un salón para comer. Todos quienes atenderán a los cardenales, como los choferes de los buses y las monjas de la orden de las hijas de la caridad de San Vincenzo de Paoli, hicieron un juramento de secreto el lunes pasado.

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