La explosión editorial de Pilar Sordo

Acumula detractores por montones, pero sus libros se agotan en Chile, Argentina, Colombia y Perú. La autora de ¡Viva la diferencia! ha vendido cerca de 1,5 millones de copias de sus seis textos de autoayuda, cifra que la pone a la delantera de los nuevos bestseller chilenos.




Inauguró Quino. Estaba Paul Auster de invitado. Se celebraba el centenario de Julio Cortázar. La Feria del Libro de Buenos Aires, además, cumplía 40 años. Había decenas de escritores invitados, un programa literario de excelencia. Pero al final, a la hora de sacar cuentas, la actividad más exitosa del evento nada tuvo que ver con la literatura: centenares de personas, desde figuras de la farándula a monjas, atiborraron la sala donde la sicóloga chilena Pilar Sordo (1965) presentó su último libro, No quiero envejecer. Que nadie se sorprenda: desde hace por lo menos dos años el inofensivo sentido común de Sordo conquista a lectores de Sudamérica y la ha transformado en el último fenómeno editorial de exportación hecho en Chile.

Criticada por frívola, liviana y hasta culturalmente dañina, la autora de ¡Viva la diferencia! acumula montones de detractores de sobremesa, mientras sus fans se multiplican agotando sus libros: según cálculos de su agente, Guillermo Schalvezon, ha vendido alrededor de un millón y medio de copias de sus seis libros. "Es impresionante", sostiene. Aunque sea un poco menos, lo que dudan en la editorial de la autora, Planeta, se trata del mayor bestseller producido en nuestro país desde el despegue internacional de la novelista Marcela Serrano, a inicios de los 90. Sólo Isabel Allende la supera. Publicada en Colombia, Argentina y Perú, entre otros países, su próximo destino es España.

Lanzada con cierta timidez en 2005 por editorial Norma, hoy los libros de Sordo son parte central del plan anual de Planeta. Esta última semana, con Día de la Madre incluido, su volumen No quiero envejecer vendió más de dos mil ejemplares. En Argentina, cuenta el director editorial del sello, Ignacio Iraola, el título salió a la calle con una tirada de 60 mil ejemplares. "Es una genialidad y un despropósito lo que está vendiendo", dice. Con cifras así, Sordo se ha convertido también en un motor editorial: al igual que autores como Dan Brown o Paulo Coelho, sus libros le dan espaldas comerciales a su editorial para publicar títulos de escritores del prestigioso de Pedro Lemebel o Diamela Eltit.

"Yo no soy escritora. Escritor para mí es alguien que crea, alguien que elabora desde sí mismo ciertas situaciones, lo que yo hago es transcribir o sintetizar investigaciones", decía Sordo hace pocos días en Argentina, aludiendo al rasgo que mejor la distingue en los laberintos de la autoayuda: menos que las revelaciones de un gurú iluminado, ella insiste en sus libros que todo proviene de investigaciones empíricas, en que recoge la opinión de centenares de personas comunes y corrientes. La otra clave de su éxito son las charlas: "Se mete al público en el bolsillo en el lugar donde la pongas", dice la editora de Planeta Chile, Josefina Alemparte.

Todo partió con una entrevista. Apareció en la revista Ya, a mediados de 2004. La por entonces desconocida Pilar Sordo contaba de su investigación La magia de ser mujer, la realidad de ser hombre: había entrevistado a más de tres mil personas para retratar las tensiones masculinas y femeninas en la actualidad. Antes de terminar el artículo, la editora de Norma por esos días, Isabel Buzeta, ya pensaba cómo ubicar a esa sicóloga. A esas alturas, él éxito de Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus iba de salida. Había que buscar algo para reemplazarlo.

Buzeta consiguió el teléfono de Sordo, habló con ella, la convenció rápido y partieron. No hubo ni sombra de adelanto. Hubo, eso sí, varias conversaciones para planear el libro: "Ella nunca había escrito algo de este estilo, así que me mandaba capítulos por mail que íbamos arreglando juntas", cuenta la editora.

Al ver ¡Viva la diferencia! terminado, Buzeta supo que en esas universales, pero muy ingeniosas observaciones sobre la vida de las mujeres, había algo especial. Un poco en broma, apostó su departamento a que sería un éxito. Estuvo a punto de perderlo, hasta que la televisión vino en su ayuda: en su rutina en el Festival de la Canción de Viña del Mar, Coco Legrand usó varios de los conceptos del libro. Por supuesto, dio su nombre.

"Ahí explotó todo", dice Buzeta. En adelante, se dispararon las ventas del libro y la agenda de Sordo se saturó. La contrataron para miles de charlas, la llamó la televisión. Cuando en 2007 Buzeta dejó Norma para abrir su propia editorial, Uqbar, el primer libro que sacó, con una tirada de 20 mil copias, fue Con el Coco en el diván, escrito por Sordo y Coco Legrand. No ha parado de venderse y permite que el sello pueda publicar títulos mucho menos comerciales, como Qué es el cine moderno, de Adrian Martin.

Después de ¡Viva la diferencia!, que Norma lanzó en Colombia y Argentina, vinieron los libros No quiero crecer (2009) y Viva la seducción (2010). En todos aparecían sus investigaciones de siempre: Sordo recoge opiniones e ideas, las organiza con ligereza, levanta un retrato de las miserias y esplendores del tema a tratar y llama a mirar el vaso medio lleno. Con apoyo de Schavelzon, como su agente, y del mánager Pablo Pérez, Sordo empezó a exportar sus charlas al continente. Así entró a un mercado tan cerrado e intelectual como el argentino: "Tiene una manera de comunicar muy franca, con cierta dosis de humor, caricaturizándose ella misma. El público argentino celebra mucho que la gente se ría de sí mismo", dice Iraola.

En este momento, Sordo está en El Salvador, preparándose para una charla que dará esta tarde en el Hotel Sheraton Presidente. Como siempre, será un monólogo liviano, hecho en torno a la aceptación de las asperezas la vida, que seguramente sacará risas, conmociones y revelaciones. La gira continúa por teatros y bibliotecas de Argentina, en lugares como Luján, Banfield y El Palomar. En noviembre, sus libros empezarán a ser publicados en España. Luego serán lanzados en Brasil y Francia. Después, queda el mundo.

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