Opinión

Bolivia después del MAS

En semanas, Bolivia elegirá a su próximo Presidente, cerrando dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS). Su irrupción, impulsada por el carisma de Evo Morales, el auge económico del gas y su ambición de poder, evoca la tragedia de Ícaro, cuya desmesura lo llevó a una estrepitosa caída. El legado del masismo es una crisis económica, institucional y social profunda, sin parangón.

Su decadencia coincide con una economía colapsada, sostenida por la informalidad y la ilegalidad, consolidando un Estado ideológicamente capturado. La persecución de opositores, el encarcelamiento de Jeanine Añez y la opacidad de la gestión internacional de Arce deterioraron el Estado de Derecho, a lo que se sumó un notorio retroceso del PIB. Estas políticas populistas priorizaron el control político sobre el desarrollo, perpetuando un clientelismo que erosionó la democracia.

Bolivia es hoy frágil, menos diversificada y más vulnerable. La bonanza del gas se desvaneció, revelando la miopía del régimen. El próximo Presidente enfrentará un panorama sombrío, sin margen ante movimientos sociales que rechazan ajustes estructurales. La resistencia de Arce a reconocer esta realidad retrata el legado de su régimen.

Bolivia ya casi no exporta gas; sus gasoductos son meros conductos para el gas argentino. Sus exportaciones se reducen a oro y zinc, mientras el litio —pese a sus grandes reservas— no se explota. Yacimientos de Litio Bolivianos es inoperante, víctima de un modelo centralizado, que condena a Bolivia a un extractivismo primitivo.

Chile puede jugar un papel como un aliado clave para Bolivia. En 2019 se implementó en nuestra Cancillería un grupo de reflexión con personalidades chilenas y bolivianas, transversal políticamente, que trabajó un año y elaboró una propuesta para refundar la relación bilateral tras el fallo de La Haya. Esta hoja de ruta buscaba construir una relación moderna que contribuyera a una Bolivia democrática, próspera y en desarrollo. Impulsar esta propuesta es esencial para superar el actual inmovilismo.

Sin embargo, las agendas bilaterales actuales son insuficientes y hay que desterrar desconexiones como la reciente propuesta de un excanciller boliviano, quién volvió a abordar el tema del mar, sin siquiera poner en duda la reivindicación marítima instalada en la Constitución de ese país. Chile debe avanzar, pero al mismo tiempo exigir condiciones a Bolivia. Acusar a Carabineros de Chile de complicidad en robos de vehículos y proponer legalizar “autos chutos”, socava el Estado de Derecho y compromete la futura relación con Chile. Pareciera que es el resultado de la abundancia de concesiones de Chile sin contraprestaciones que equilibren la relación. Pero lo más importante es que sin reformas internas, Bolivia seguirá su trayectoria ícara hacia un colapso irreversible, amenazando la estabilidad regional.

Por Teodoro Ribera, rector de la Universidad Autónoma de Chile y ex ministro de Relaciones Exteriores

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