Opinión

Chile estéril

Lo que es claro es que urge una política de inmigración sensata, robusta, que es el único medio posible, a corto plazo, de frenar la catástrofe.

Chile estéril

Los datos de la crisis de fecundidad son alarmantes. Si para mantener la población se requiere 2,1 hijos por cada mujer en edad fértil, el último año fue 1,16. Uno de cada cinco nacimientos es de una madre inmigrante. En este escenario, los nacidos en Chile de padres connacionales serán cada vez menos, estimándose que la población será de entre 10 y 12 millones para el año 2100, es decir, la mitad de la actual. Somos el país con la tasa de natalidad más baja de América y la que más ha descendido en el mundo.

Las consecuencias de esta catástrofe demográfica son predecibles. Primero, la pirámide poblacional hará que los trabajadores activos serán muchos menos que los pasivos. Esta inversión del bono demográfico, una de las explicaciones del rápido crecimiento del país en los últimos 30 años, acentuará un gasto social imposible de financiar. Segundo, la soledad será la única compañera de la inmensa mayoría. Seremos pobres y viejos sin nunca haber alcanzado el desarrollo. El riesgo geopolítico de simplemente desaparecer como nación se hará cada vez más intenso.

Las soluciones que diversos países han adoptado para revertir la tendencia de la caída de la natalidad son variadas, y mayoritariamente, un fracaso. Asimismo, las explicaciones para el fenómeno abundan, como el mejor acceso a anticoncepción, la fractura de la familia como eje estructurante de la persona y el legítimo anhelo de la mujer por incorporarse plenamente y sin discriminación al trabajo. Sobre este último elemento descansan la mayoría de las propuestas. Fue una de las razones para extender el postnatal a seis meses. El proyecto de sala cuna universal aún espera. No se ha avanzado a una educación preescolar de calidad y gratuita para la mayoría, porque todo el esfuerzo financiero se desplazó a la gratuidad universitaria, y se mantiene la brecha salarial.

Hay un elemento que puede parecer superfluo, pero merece atención. ¿Existe relación entre la percepción de infelicidad y la decisión de traer hijos al mundo? Cada vez es más evidente que esta relación sí existe. El argumento “no vale la pena engendrar vidas para un mundo de tanta desgracia” se confiesa con más fuerza en encuestas, como la última Bicentenario de la Universidad Católica. En una revisión histórica, es efectivo que los tiempos de guerra y pestes han sido siempre testigos de una caída en la natalidad, normalmente seguido por un rebote (“baby boom”) cuando la desgracia ha cedido.

Lo que es claro es que urge una política de inmigración sensata, robusta, que es el único medio posible, a corto plazo, de frenar la catástrofe. Entre 2013 y 2023, casi el 50% del crecimiento del PIB se explica por la expansión de la población migrante, mientras que los trabajadores nativos explican solo el 18%. En 2024, la población migrante contribuyó con un 10,3% del PIB chileno, superior a su peso poblacional (8,7%), según publica PorCausa. ¿Inmigración calificada y delincuencia son sinónimo? No lo son. Se debe hacer bien.

Por Jaime Mañalich, médico

Más sobre:crisis de fecundidadfértilestérilpoblaciónnatalidadinmigración

Contenido y experiencias todo el año🎁

Promo Día de la MadreDigital + LT Beneficios $3.990/mes por 6 meses SUSCRÍBETE