Columna de Cristóbal Osorio: Giorgio Jackson, ¿qué inercia?

Giorgio Jackson, ¿qué inercia?
Giorgio Jackson, ¿qué inercia?

Me temo que la lectura del informe del PNUD por parte de Jackson no fue todo lo atenta que el texto merece, y la distancia probablemente lo tiene desconectado de las “conversaciones cotidianas con vecinos, amigos y familiares” que el mismo ex ministro invoca.



En una reciente columna el ex ministro Giorgio Jackson llamó a la élite política a “romper la inercia”, la que -según él- explica la desafección de los ciudadanos con los políticos, a propósito del reciente informe del PNUD que dice que poco menos de ⅔ de los chilenos desconfían de los políticos.

Esta inercia -según Jackson- brota del fracaso de dos procesos constituyentes y de las “trincheras” que los políticos han cavado en torno a sus diferencias. Romperla, entonces, sería cosa de actuar “sin ingenuidad”, con “diálogo” y “coraje y liderazgo”, como -según indica Jackson- ha hecho el Presidente Gabriel Boric para “reordenar las prioridades y equipos”, y -pese a ser un gobierno de minoría- sacar adelante el royalty, la ley de pensiones de alimentos, el alza del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral y la agenda de seguridad.

Luego, el ex ministro de Boric y fundador de RD y el Frente Amplio, llama a la clase política a ponerse de acuerdo para sacar adelante la agenda del gobierno en materia de pensiones, seguridad, crecimiento y responsabilidad fiscal, para evitar así que las próximas elecciones generales sean de bandos, responsabilizándose por estos incumplimientos.

Y así romper la inercia…

Me temo que la lectura del informe del PNUD desde las calles de Barcelona por parte de Jackson no fue todo lo atenta que el texto merece, y la distancia probablemente lo tiene desconectado de las “conversaciones cotidianas con vecinos, amigos y familiares” que el mismo ex ministro invoca como evidencia del malestar ciudadano.

Esto, porque -si bien el PNUD dice que los ciudadanos esperan que los políticos se pongan de acuerdo para realizar cambios-, esto no es la avenida principal de su desconfianza y malestar, sino que éstos actúen con egoísmo y sin escucharlos. Algo que Jackson no asume en su columna, pues todo su llamamiento es a llevar agua al molino de Boric, y así tratar de evitar que la ciudadanía lo responsabilice -ya no por sus inercias-, sino por el peso muerto en que ha quedado su gobierno, incapaz de generar condiciones que reencaucen una agenda de transformaciones.

Además, la fórmula de “diálogo, coraje y liderazgo”, que propone Jackson, son mínimos de cualquier forma de organización política, desde antes de los griegos, y que emerge de forma espontánea en la más remota junta de vecinos. Nada nuevo bajo el sol.

Me temo, Jackson equivoca su comprensión de las inercias que hoy generan la energía de este momento histórico político.

Primero, todo lo que sucede en política hoy, de algún modo, procede de la energía que se descargó el 4 de septiembre de 2022, luego de la estrepitosa derrota electoral, política y cultural de la primera propuesta constitucional, de izquierda.

Ante eso no solo no ha habido respuesta por parte del sector, sino que tampoco un diagnóstico completo (solo explicaciones balbuceantes, para evitar asignar responsabilidades) , lo que nos lleva a la segunda fuente de inercia que es la contingencia, la cual se ha convertido en un metrónomo que le da los tiempos a un gobierno que no tiene ritmo propio, debiendo ir de un crimen a un incendio, de un fracaso legislativo a un error administrativo, y -con suerte, a veces- a situaciones gratas, como los Panamericanos.

Paradojalmente, hay una tercera inercia, tan grande que ha sido capaz de sostener a un gobierno cuya propuesta política fue rechazada por prácticamente 2 de cada 3 chilenos en el mencionado plebiscito. Es el presidencialismo y el legalismo de Chile, que le ha dado la chance a Boric de seguir a la cabeza del Estado, pero sólo en cuanto administrador de lo que ya tiene energía inerte.

Por Cristóbal Osorio. Profesor Derecho Constitucional U. De Chile.