Columna de Gabriel Alemparte: Un mal acuerdo previsional al ritmo de la cueca
Con las Fiestas Patrias a la vuelta de la esquina, el ambiente en el Congreso parece más enfocado en mantener el compás ideológico que en asegurar el futuro de los chilenos. Un tono marcado al ritmo de la cueca, según mencionó ayer el propio Presidente Gabriel Boric en que “mejorar las pensiones es cueca”. Ojalá todo fuese tan fácil como lo pretende el Presidente en materia previsional. Por su parte, la ministra del Trabajo Jeannette Jara continúa advirtiendo a la oposición que deje de bloquear el proceso, entendiéndola como la única parte responsable del retraso del proyecto, de sus arranques ideológicos, cargados al fin de las AFP para hablarle al electorado del gobierno y quizás de ella. Ahora, la discusión sobre la reforma previsional ha revelado una peligrosa tendencia: la búsqueda de conciliación en torno al reparto. Esta insistencia, que algunos en el centro y la derecha se han visto tentados a considerar, no puede ser la base sobre la cual se construya el futuro de las pensiones en Chile. Pareciera que algunos se acostumbraron nostálgicamente a la idea de “la política de los acuerdos”, por esencia, y suelen repetirlo hasta la saciedad con cierto pecho inflado, después de todo lo que hemos vivido en el Chile de los último años. Es cierto, el acuerdo político es positivo en las sociedades, cuando éste nace de políticas públicas bien pensadas, certeras en su ejecución, y no de una manía por reeditar con pésimas ideas, cargadas de soluciones basadas en ideología, más que en evidencia, tiempos pasados y mejores, donde los acuerdos sí solucionaban y mejoraban la vida de las personas.
Para la foto, los chilenos ya hemos tenido suficientes malas políticas públicas, donde primó el titular rápido y las consecuencias han sido largas y desastrosas para aquellos a quienes se buscó proteger. Por ello, un llamado a quienes pasadas las municipales comenzarán a mirar sus reelecciones con ánimo de ser los constructores de reformas cuyas consecuencias finales amenacen la certeza del futuro de millones de chilenos.
Actualmente, se discute la propuesta que barajó el ministro de Hacienda Mario Marcel, con una distribución de 5% a capitalización individual y 1% a reparto. Evidentemente, Marcel se ha alzado como una figura más confiable dentro de las filas oficialistas para negociar con la oposición. Sobre ello, van quedando pocas figuras, y al Presidente, a diferencia de sus antecesores, parece importarle poco aquello. Sin embargo, el problema radica en que, si bien la distribución parece clara en la superficie, no es tan simple.
El 1% del aporte está destinado a un “bono tabla”, que busca equiparar las pensiones entre hombres y mujeres. No obstante, dentro de ese 5% que, en teoría, iría completamente a las cuentas individuales, hay un 2% que estaría asignado a un mecanismo de préstamo reembolsable. ¿Qué es eso exactamente? El préstamo se devolvería al momento de pensionarse con la suma de los aportes y un interés “definido por ley”, que se situaría entre el 2% y el 3%. Esta devolución se realizaría en cuotas mensuales durante un período de 20 años. Ahora bien, el hecho de que se ofrezca un interés “definido por ley” en ese rango (2%-3%) es preocupante, ya que esta cifra es indefectiblemente inferior al rendimiento promedio de los fondos de pensiones actuales. ¿Por qué una solución de esta naturaleza sería buena para los chilenos? Lo único que se viene a la cabeza es la idea de cerrar “un acuerdo” para acabar con una reforma en que ninguna de las partes ha buscado soluciones técnicas y sí han primado mucho ideas preconcebidas.
Esto implica que los trabajadores que se vean sujetos a este préstamo terminarán con pensiones más bajas, en comparación con lo que recibirían si sus aportes fueran destinados exclusivamente a sus cuentas individuales. A cambio de cada cotización de 2%, el trabajador recibiría un “título” o “bono” que podría cobrar en el futuro al Fondo (y no directamente al Estado). Este esquema tiene una estructura de financiamiento insostenible, ya que representa una especie de “vale por”, que otorga derecho a un beneficio futuro. Esta propuesta es muy similar a la idea de “cuenta nocional” que inicialmente había planteado el gobierno en su proyecto y que fue descartada por la Cámara de Diputados. Uno esperaría que el Senado no tropiece con la misma piedra, pero con otro nombre. Este mecanismo, que aparenta ser un beneficio a futuro, en realidad actúa como un efecto boomerang. Lo que realmente hace es introducir un componente de reparto, disfrazado de capitalización individual, lo que no augura nada bueno, menos aún en un país donde hace rato el Estado está demostrado sus falencias en la administración, y donde, además, la pirámide demográfica se invertirá de aquí a 40 años más. Todo ello, históricamente, ha terminado siendo un botín para el Estado, donde los fondos que deberían asegurar la pensión de los trabajadores son utilizados para otros fines políticos o económicos. Sabemos lo que ocurre en Chile con ello, la historia nos lo ha demostrado antes, creer que esta vez será distinto para obtener un “acuerdo” es jugar con las pensiones de todos los chilenos.
De esa forma, este zapateo de cueca al que aludió el Presidente en su arenga de ayer, podría llevar a un tropezón que arrastre a toda una generación de cotizantes jóvenes, sacrificando sus futuras pensiones en nombre de un reparto encubierto, bajo el eufemismo de “solidaridad”. No hay solidaridad cuando puedo resolver momentáneamente un problema hoy (y a medias) a cargo del tan chileno “en el camino se estiba la carga”, que será el sacrificio de pensiones en el futuro. ¿Qué ocurrirá cuando el “préstamo” no se pueda devolver o falten fondos con ese interés fijado por ley en un par de décadas más? No se trata de oponerse a la reforma, sino de asegurarse de que avance en la dirección correcta, tomando en cuenta los planteamientos técnicos ya presentados.
Muchos expertos, incluyendo a los que forman parte de la Mesa Técnica que realizó el informe para la Comisión de Trabajo del Senado (que varios olvidaron rápidamente), coinciden en que lo más beneficioso para cada cotizante sería que el 6% de cotización adicional propuesto se destine completamente a cuentas individuales. Esto garantizaría una mayor rentabilidad y reflejaría el esfuerzo de cada trabajador de manera más justa. Parece que esa conclusión quiere ser echada por la borda, y peligrosamente en 2025 un año electoral.
No podemos permitir que la reforma previsional sea tratada como una cueca, y menos como lo que en Chile se denomina “una cueca en pelotas”, donde se dé un paso adelante, pero luego varios hacia atrás, ajustándose a una “tonada ideológica” en lugar de enfocarse en el verdadero bienestar de los chilenos y chilenas.
Lo que el país necesita es una solución que realmente mejore las pensiones tanto en el presente como a largo plazo, a eso están llamados los liderazgos, o seremos los chilenos quienes debamos recordar en varios años más los nombres de quienes olvidaron esta máxima.