Desafíos para la admisión escolar

fila colegios

Es pertinente incorporar más criterios en el proceso de admisión que permitan reconocer a los estudiantes de buen desempeño, los que en menor proporción quedan en los colegios que eligen como primera preferencia. Esto no contribuye a fortalecer un valor clave como el mérito académico.



Finalizada la última etapa del proceso de admisión escolar para el presente año, es necesario reflexionar sobre los desafíos que este nos deja a cinco años de su entrada en vigencia. Pues si bien es cierto que el problema de calidad de la educación chilena no pasa por la forma a través de la cual se selecciona a los estudiantes -contrario a lo que se sugirió cuando se legisló al respecto en 2017-, este sí tiene el potencial de generar malestar entre la población.

Un reciente análisis de Libertad y Desarrollo (LyD) examinó los resultados del proceso de admisión para 1° medio en 2022 −el nivel con más solicitudes de cambio-, en el cual concluyó que hubo un grupo que se ha visto más perjudicado, en la medida que obtuvo sistemáticamente peores resultados que el resto: los estudiantes de alto rendimiento académico, esto es, quienes pertenecen al 20% superior de notas de su colegio de origen. Así, se encontró que a nivel nacional, solo 55% de los estudiantes calificados como de alto rendimiento que postularon a 1° medio fueron admitidos en el colegio que escogieron como primera preferencia, mientras que, entre el resto de los postulantes, dicho porcentaje llegó a 62,1% −una brecha de 7,1 puntos. En la misma línea, 7,9% de los postulantes de buen desempeño solo obtuvo un cupo en uno de los colegios que escogió fuera de sus tres primeras preferencias y 12,7% no quedó en ninguna de sus opciones.

Una explicación para esta diferencia estaría en que quienes tienen mejor rendimiento suelen postular a colegios con más demanda -posiblemente mejores-, disputándose los cupos más solicitados, cuya probabilidad de adjudicación es menor. Así, mientras estos postularon en primera preferencia a establecimientos que recibieron un promedio de 6,1 solicitudes por vacante, el resto aplicó a establecimientos con 4,5 postulaciones por cupo.

Estos hallazgos indican que dentro de este grupo podría estar existiendo mayor frustración con el proceso de admisión que entre el resto de los postulantes, en la medida en que el sistema no reconoce su mejor desempeño académico ni les otorga prioridad alguna. Del mismo modo, se les podría estar transmitiendo la idea distorsionada de que el mérito académico no es un valor relevante dentro de la sociedad. Todo, en un contexto que muestra que son precisamente este tipo de alumnos los más interesados en cambiarse de colegio, pues se encontraron sobrerrepresentados dentro del grupo analizado, correspondiendo a 4 de cada 10 postulantes.

Sería conveniente tener en cuenta estas conclusiones para incorporar más criterios en el proceso de admisión escolar que permitan reconocer a los estudiantes de buen desempeño y disminuir la frustración que estos y sus familias previsiblemente sienten cuando no obtienen un lugar en el colegio de su preferencia; también parece relevante interrogarse sobre las razones que han llevado a que la oferta de educación de calidad siga siendo insuficiente. Con el sistema escolar pasando por un momento tan complejo, es importante reforzar aquellos mecanismos que promuevan valores clave para el logro escolar, como es el mérito académico.

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