Opinión

El virus no discrimina, pero sus impactos sí

Este era el lugar de residencia comunitaria en Estación Central donde este jueves intervino la autoridad. Foto: Agenciauno AILEN DIAZ

SEÑOR DIRECTOR

“Nos hará mejor como país”. Eso he escuchado muchas veces desde el estallido y ahora con la pandemia. No quiero negar del todo esas reflexiones, pero me gustaría proponer una visión más realista de lo que ocurre hoy, donde el virus no discrimina, pero sus impactos sí.

En Chile existen profundas diferencias dependiendo del barrio. Es en los sectores segregados y excluidos donde está el hacinamiento, el endeudamiento, la falta de acceso a un sistema digno de salud. En esos lugares el virus no se vivirá de la misma forma que en uno con privilegios: ellos viven el temor, la angustia y jamás pensarán que “serán mejores” cuando esto pase.

En octubre, ya era indispensable un cambio cultural y políticas públicas con una mirada radicalmente diferente, que sopesen lo colectivo e individual. Y hoy, que enfrentamos la amenaza de una recesión económica y una pauperización, es urgente. No será simple: requiere de una disposición social, de renuncias y ajustes. Solo así podremos enfrentar con igualdad de derechos una pandemia, sin dejar a nadie atrás.

Hoy lo que algunos ven como una “oportunidad”, a otros les recuerda lo injustas que son sus vidas. El tiempo se los ha demostrado con crudeza: son ellos los que serán arrastrados a una vida compleja y con heridas cuando se vuelva a la “normalidad”. Hoy ya no basta con los cambios -necesarios e impostergables-, sino también con responder una serie de preguntas: ¿seremos capaces de transformar nuestros estilos de vida hacia uno simple y menos individualista?, ¿lograremos apreciar la riqueza de los niños y niñas, y escuchar a los que históricamente hemos excluido?

De las medidas que ha tomado el Estado de Chile ya se ha hablado, y sin lugar a dudas hay que extremar ese apoyo para no vivir consecuencias graves en los niños y niñas, sus familias y comunidades. Pero hoy la invitación es a reflexionar los compromisos que estamos dispuestos a tomar como ciudadanos. Ya no basta solo con superar la crisis, sino a ir más allá para que todos podamos decir que “nos hará mejor como país”. Hace unos días lo leí en un muro de la zona sur de Santiago: “arrojo o barbarie”. Yo opto por el primero, que implica una alta carga futura y un empobrecimiento de los más ricos. Nuestros niños y niños lo requieren con urgencia.

Benito Baranda

Vicepresidente América Solidaria

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