Parlamentarismo de facto
SEÑOR DIRECTOR:
La reciente aprobación en la Cámara de Diputadas y Diputados de un inédito proyecto de acuerdo -con 68 fotos a favor, 52 en contra y cinco abstenciones- para que el Presidente Gabriel Boric considere pedir la renuncia al ministro Giorgio Jackson parece traer de regreso el fantasma del “parlamentarismo de facto”.
Este se asocia al conjunto de prácticas desarrolladas por los parlamentarios que resultan en una preponderancia en los hechos del Congreso sobre el Poder Ejecutivo. Este suele ser resultado del cambio en la correlación de fuerzas en el Congreso que genera incentivos para que los parlamentarios busquen incidir en decisiones reservadas a los presidentes. En estricto rigor, las funciones de los parlamentarios son básicamente dos: la función legislativa y la función de representación. De este modo, en nuestro ordenamiento institucional la designación de secretarios/as de Estado es una función privativa de la Presidencia de la República. Por eso sorprendió el proyecto de acuerdo ya que invade una prerrogativa del Poder Ejecutivo. Más allá de las cuestiones de forma importan los problemas de fondo.
Habrá que transparentar que la grieta entre Ejecutivo y Legislativo -en un contexto de multipartidismo creciente- solo seguirá profundizándose. De ahí que es urgente explorar fórmulas que posibiliten la conformación de alianzas flexibles que aseguren gobernabilidad pero que son cada vez más caras para los sistemas presidencialistas de mayoría. El actual debate constituyente ignora nuevamente lo anterior y solo se mueve en el eje del presidencialismo, cerrándose de plano a discutir sobre el parlamentarismo u otras formas intermedias. Nuevamente estamos colocando el foco en los síntomas y no en las causas del problema.
Marco Moreno Pérez
Académico Esc. de Gobierno U. Central
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