Pensiones de las FF.AA.
SEÑOR DIRECTOR:
Daniel Matamala, en su columna dominical, las emprende contra las pensiones de las FF.AA., apelando a la igualdad ante la ley. Pues bien, la igualdad debe fundamentarse en la justicia, por tanto, deberíamos analizar si las habilidades y exigencias propias de la carrera militar ameritan pensiones distintas.
Una primera vital diferencia es el juramento de dar la vida por la patria. A eso se suma que los militares están sometidos a una rígida disciplina, carecen de inamovilidad funcionaria, no se les cancela horas extraordinarias, no son deliberantes, no tienen derecho a huelga; y están sometidos a frecuentes traslados, lo que afecta a los hijos en edad escolar y la actividad laboral de las esposas.
Por otra parte, el Estado debe procurar postergar al máximo el retiro de los militares, porque la especialización que adquieren a lo largo de su carrera, hace que sean difícilmente reemplazables. Así, no sería posible abrir un concurso solicitando un tanquista o un experto en torpedos. Por eso los estados, no solo el chileno, optan por el pago diferido de las remuneraciones -pagándoles mientras están activos proporcionalmente menos de lo que les correspondería por su preparación profesional, respecto del mundo civil- compensándolos con una mejor pensión a su retiro.
Para conocer este sensible y complejo tema, sugiero el libro de Salvador Valdés, “Economía de las pensiones militares”, lanzado este año.
Miguel A. Vergara Villalobos
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