Presencialidad de la justicia
SEÑOR DIRECTOR:
Los edificios no son las instituciones, sino las personas y la función de valor público que ellas ahí realizan. La presencia física del ciudadano que necesita de ellas les devuelve la prestancia republicana y enaltece su entorno. Las autoridades que las conducen han de ser ejemplo de cómo queremos verlas dignificadas con mirada de Estado.
Quizás uno sienta desazón al ver cómo los bancos u otras organizaciones mantienen hasta hoy sus edificios en el centro histórico de Santiago o Valparaíso plenos de latas y tabiques, para evitar ser asolados por vándalos. Es como decirles “tienen el espacio público a merced”, pero la majestad de la Justicia no admite esa situación.
La Corte de Apelaciones de Santiago y otros tribunales han ido volviendo a las audiencias presenciales. Sin embargo, solo algunas y algunos abogados concurren a los alegatos al tratarse de temas de especial complejidad, como puede ser la preparación de juicio o el mismo juicio. En otros temas delicados, como Familia y Laboral, también se ha incrementado su presencia, y así debe ser. La abogacía de litigios no es igual de eficaz en todos sus aspectos si depende de la velocidad de conexión, del servidor, de la compañía remolona o de los cortes de electricidad.
Los recientes ataques informáticos al sistema judicial, aunque acotados, han demostrado que la virtualidad también tiene caídas que pueden costar muy caro en términos de debida protección de los derechos de los justiciables y del anhelo de acceso pronto a la Justicia, y por eso se hace ya más que razonable, urgente, que se vuelva al trabajo presencial en los juzgados, haciendo un mix con las audiencias de menor complejidad o de fácil despacho, las que sí podrían continuar en formato online. Para eso basta con hacer una consulta rápida a quienes más litigan para levantar los nudos y despejar el panorama.
Las y los magistrados de Chile y los profesionales del Derecho que acudan a las audiencias en edificios abiertos al público ayudarán también a que las y los alcaldes que miran con parsimonia cómo se ha degradado el entorno de los tribunales -porque sus usuarios no están ahí-, salgan de su letargo inexplicable y al menos manden limpiar las calles aledañas.
Juan Carlos Manríquez R.
Abogado
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