¿Y a usted quién le dijo que viniera?
Nada más cáustico que cuando los propios aparecen incómodos o avergonzados de su candidato nominal; una vez que se instala, esa imagen opera como cuenta regresiva de su viabilidad, y la tozudez del aludido determina la duración y el morbo de la agonía.
En tiempos en que la televisión no conocía la palabra “bullying”, don Francisco sacaba carcajadas en Sábados Gigantes burlándose de invitados, concursantes y de uno que otro incauto del público. Caras de dolor mientras desafinaban al micrófono; morisquetas; remedos; interrupciones; despedidas abruptas coreadas por el público o el sarcástico “¿y a usted quién le dijo que vinera?” eran parte del repertorio con el que, semana a semana, se llenaban las aciagas tardes de antaño.
Algo de ese circo televisivo se recrea en política cuando en la pauta periodística se instala la idea de que alguien sobra. ¿Cuándo se baja su candidatura?, ¿qué quiere a cambio de ella? o ¿no teme ser el/la responsable de la derrota de su sector? Son las formas con las que los periodistas políticos reemplazan la fatídica pregunta de don Francisco y, al insistir, dejan al interpelado en una situación de indefensión y/o ridículo frente a las cámaras parecida a la que lograba la fórmula del retirado animador.
Así fueron las horas finales de la candidatura de Paulina Vodanovic, entre la pregunta inconfortable, repetida cada vez con menos decoro, y el pelambre inmisericorde de sus correligionarios. Nada más cáustico que cuando los propios aparecen incómodos o avergonzados de su candidato nominal; una vez que se instala, esa imagen opera como cuenta regresiva de su viabilidad, y la tozudez del aludido determina la duración y el morbo de la agonía.
En la era del binominal, cuando las estrategias electorales se organizaban en estricto orden piramidal desde lo presidencial a lo parlamentario, la peregrinación de los aspirantes al Congreso en busca de una foto con el presidenciable establecía la salud del candidato. La caída en desgracia se escenificaba precisamente con la falta de interés por esa fotografía. Ahora, la soledad se manifiesta mucho antes de que los carteles lleguen a imprenta. Que lo diga si no Vodanovic y su breve gráfica con Bachelet.
Pero las candidaturas de esta primaria ya están oficializadas y de ese árbol ya no tiene mucha gracia hacer leña. Por lo mismo, la mirada en busca de posibles presas para este show se va corriendo a la derecha. Ya estuvo rondando la candidatura de José Antonio Kast, cuando parecía estar estancada; otro tanto le ha tocado a Alberto Undurraga en las ultimas semanas, y la amenaza fantasma se cierne sobre Johannes Kaiser, que acumula algunas semanas como tercero en la disputa germánica de las derechas.
Y es que el diputado libertario tiene todo para convertirse en invitado de culto para nuestra versión política del “chachal de la trompeta”: tiene más ganas que fútbol; no le teme al ridículo y tiene una cierta tendencia a vender como “actitud” la mera contumacia.
Ahora que el brillo fulgurante de la novedad asoma como insuficiente para desplazar a correteados zorros del espectáculo, la sombra de la duda sobre cuánto pesa el desafiante candidato se posa sobre su hombro. Por lo mismo, es probable que Johannes deba enfrentarse más temprano que tarde a la fatídica pregunta del animador de este circo ¿y a usted quién le dijo que viniera?... Ya tengo ganas de escuchar esa respuesta.
Por Camilo Feres, director de Asuntos Políticos y Sociales de Azerta
Lo último
Lo más leído
2.
5.
Contenido y experiencias todo el año🎁
Promo Día de la MadreDigital + LT Beneficios $3.990/mes por 6 meses SUSCRÍBETE