25 años después: un reencuentro inesperado

A.E. es lectora de Paula y en esta columna comparte su historia de amor con un compañero de la universidad a quien se conoció hace más de veinte años y ahora, a los 50, viven una pasión que, al parecer, nunca se apagó.




Con este hombre nos conocimos en la universidad en estudiando la carrera a la que me cambié y de la que me terminé graduando.

Desde las primeras semanas me cautivó. Era uno de los pocos compañeros hombres en esa carrera y, para mí, el mejor estudiante de la promoción. Me fascinaba su intelecto, su manera de expresarse, sus habilidades analíticas y liderazgo natural. Nunca dio muestras de interés por mí y, con envidia, desde lejos lo veía con otras chicas.

Unos años después de graduados, nos reencontramos con otras dos colegas para tomarnos algo y despedirme, porque me iba a vivir un tiempo a otro país. Me llevó a casa en su Volkswagen Escarabajo y en la despedida, nos besamos. Besos deliciosos, apasionados, sorprendentes. No pasó de ahí, porque yo justo me iba a conocer cara a cara con mi novio, con quien tenía una relación a distancia desde hacía casi un año.

Con ese novio, enamorados, nos comprometimos, nos casamos y nos vinimos a vivir a Chile. Y en nuestra boda, estuvo él, con su pareja. Pareja con quien duró 20 años, tuvo 2 hijas y terminó viviendo también en este país.

Yo, con una hija adolescente, me divorcié y he seguido viviendo en este nuevo hogar al sur del continente. Él, separado, vive ahora repartido entre este rincón y nuestro país natal.

Durante todos estos años hemos mantenido la comunicación, se ha consolidado una amistad y como colega siempre he admirado y seguido su carrera profesional. Pero siempre con límite claro, con distancia. Hasta que hace cinco meses, cuando vio en LinkedIn que yo estaba buscando trabajo me ofreció ayuda, como consultor laboral.

Se vinieron conversaciones, cervezas, paseos, subidas al cerro, conciertos y un tiempo maravilloso de reconectar. Y resultó que las ganas seguían ahí, más de 25 años después.

Nos besamos, nos acariciamos, nos olimos, desnudamos, nos comimos, con una pasión de inmensa intensidad. A los 50 años, me siento como una adolescente. Y es que las fantasías que he tenido con él todos estos años han sido superadas por la realidad. Me di la oportunidad y no me arrepiento.

¿Cómo sigue, si es que sigue? En palabras del salsero Luis Enrique “Yo no sé mañana, yo no sé mañana, si estaremos juntos, si se acaba el mundo. Yo no sé si soy para ti, tú serás para mí, si lleguemos a amarnos u odiarnos. Yo no sé mañana, quién va a estar aquí”.

* AE es psicóloga y lectora regular de Paula. Nos compartió su historia al mail hola@paula.cl. Si tienes una historia de amor que te gustaría compartir, escríbenos. Queremos leerlas.

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