¿Debemos preocuparnos del piso pélvico si no hemos parido?




Probablemente muchas mujeres hemos escuchado hablar sobre los beneficios de ejercitar el piso pélvico en el embarazo. Y es que se trata de una zona que sostiene el peso de la guagua en formación, que se adapta para soportar el nuevo tamaño del útero -más grande que en condiciones habituales- y recibe el impacto del parto.

Sin embargo, a veces se nos olvida que esta estructura muscular y ligamentosa no solo cumple una función elemental en esa etapa, sino en todo momento de nuestra vida. Porque el piso pélvico entrega soporte y estructura a órganos vitales de nuestro cuerpo como el útero, la vejiga o los intestinos. Por eso, trabajar y ser conscientes de él es fundamental.

“Los músculos del suelo pélvico mantienen estos órganos en su lugar, al tiempo que proporcionan la flexibilidad para ayudar con las funciones corporales como orinar, defecar y tener relaciones sexuales”, explica en su página la Cleveland Clinic.

Para que esta musculatura funcione de manera correcta -sostiene el sitio- los músculos deben estar en un perfecto equilibrio. Es decir, “lo suficientemente fuertes como para estabilizar el núcleo y asegurar los órganos, pero lo suficientemente flexibles como para estirarse y relajarse”. Así, cuando están tensos o muy debilitados, se generan disfunciones del suelo pélvico que van desde incontinencia urinaria o fecal, hasta prolapso genital o constipación.

Se ha estimado que la prevalencia de estas afecciones llegan hasta un 25% en la población norteamericana, y se proyecta un incremento a un 56% para 2050. Esta incidencia nos hace entender que, para tener algún problema de estas características, no es necesario haber pasado un proceso de gestación.

“Hay estudios sobre la realidad de Chile que indican que hasta un 50% de las mujeres puede tener algún problema de piso pélvico durante su vida, lo que es un montón. Y, ¿qué pasa? Que muchas veces lo normalizan, no entienden qué está pasando y no saben a quién consultar. Eso sucede porque estamos en una cultura donde se habla poco de genitalidad y justamente el piso pélvico se encuentra ahí. Es decir, está en una zona tabú a nivel social”, sostiene María José Quiñiñao (@locapelvis), kinesióloga especialista en salud pélvica y autora del libro Loca Pelvis.

Es más, un estudio realizado por la American Journal of Obstetrics & Gynecology que analizó trastornos del suelo pélvico en mujeres que nunca habían quedado embarazadas, determinó síntomas de incontinencia urinaria en sus participantes de todas las edades, aumentando la prevalencia conforme incrementaba la edad.

En Chile, se estima que un 62% de las mujeres sobre los 30 años presenta algún tipo de incontinencia urinaria, según cifras de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es por eso que para la kinesióloga Bárbara Correa el hecho de ser conscientes de esta musculatura es una herramienta que debemos incorporar en nuestro sistema de salud femenina. “Es parte de nuestro bienestar general, porque si tenemos algún tipo de disfunción del piso pélvico en cualquier etapa de la vida nos vamos a encontrar con síntomas, dolor o patologías”, relata la socia fundadora del Centro Kinésico de la Mujer (@cekim_chile), especializado en estas temáticas.

Para ponerlo en términos prácticos, la profesional da un ejemplo: “En la adolescencia podemos vivir una experiencia de menstruación mucho más amigable y en contacto si trabajamos en el piso pélvico. Hacer ejercicios ayuda a aumentar la irrigación sanguínea y a descongestionar el edema que se produce en esa zona. Entonces, la experiencia puede ser menos dolorosa”, afirma.

Su compañera y también socia fundadora de Cekim, Carolina Bravo, agrega que los problemas más comunes en mujeres que no han tenido un embarazo tienen que ver con molestias durante las relaciones sexuales, disfunciones defecatorias, constipación, e incontinencia urinaria y de gases. “Han llegado pacientes con prolapso sin entender por qué se les provoca. Yo les digo que no es raro, porque todos tenemos piso pélvico y en el caso de la mujer, por un tema hormonal, por nuestra calidad de vida y por factores externos, -en general- estamos predispuestas a presentar más disfunciones en el piso pélvico que los hombres”, asegura la kinesióloga.

Sin embargo, ambas cuentan que cada vez se ven más pacientes hombres en la consulta derivados por otros especialistas para trabajar temas como incontinencia urinaria o disfunciones sexuales. En el caso de ellos, si bien el tejido muscular es más firme y tienen menos factores de riesgo que lo puedan debilitar; igualmente se ven beneficiados del trabajo de la zona. “Es algo nuevo porque cuando llegan, siempre dicen que creían que esto era solo para mujeres”.

A pesar de esta masificación, María José Quiñiñao indica que aún falta tomar el peso sobre la importancia de esta musculatura que -en la práctica- funciona como una “hamaca” para los órganos de la pelvis. “Estamos en plena transición de expansión del conocimiento a mujeres que no son madres y población en general. Creo que tiene que haber consciencia desde que iniciamos con la menstruación porque con el dolor se tensa esa musculatura y así con otras problemáticas. Hay que saber que en la zona genital hay un músculo que se puede mover, contraer y relajar”, sostiene.

Es por eso que la educación para actuar a tiempo es fundamental en este tema. “Siempre les digo a mis pacientes que se vayan de nuestro centro como una embajadora del piso pélvico, porque ésto les va a ayudar a prevenir cualquier tipo de disfunción en el futuro”, dice Carolina Bravo. A eso, Bárbara Correa complementa: “La mejor forma de prevenir es educar a la población a no normalizar los dolores y hacer conciencia de forma muy temprana. Pero no solo eso. También hay que avanzar a nivel de personal de salud para que todos los que trabajamos en el área seamos capaces de entregar información adecuada y, finalmente, mejorar la calidad de vida de las personas que acuden a nosotros”, concluye.

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