Implementación de lactarios en empresas e instituciones: “Las mujeres calladitas aguantamos el dolor o a veces la incomodidad de tener las pechugas llenas de leche”

salas de lactancia paula



En 2017, Patricia Pizarro (32), subcomisario de la PDI, fue madre por primera vez. Su hija nació prematura, por lo que requirió más cuidados que una guagua que nace de término y por tanto, desde entonces su prioridad fue que su hija recuperara el peso y crecimiento lo antes posible. Patricia vio en la lactancia materna una opción para lograrlo, porque justo en ese momento estaban haciendo unos talleres de lactancia en su trabajo y entonces, aunque fue un proceso complejo, como lo es para la mayoría de las mujeres, logró un acople perfecto y una gran producción de leche. “Sé que la lactancia no es fácil y entonces siempre me sentí privilegiada de lograrlo, sobre todo porque necesitaba que mi guagua se nutriera bien”, cuenta.

Así pasaron los meses del prenatal hasta que le tocó volver al trabajo. Reconoce que sintió mucho temor por separarse de su guagua y que eso hiciera que la leche se cortara, porque sabía de muchas mujeres a las que le había ocurrido. Sin embargo, en su caso, todo fluyó naturalmente. “El año que quedé embarazada en mi trabajo comenzaron un proceso de apoyo a la maternidad y entre otras cosas, implementaron lactarios en los espacios de trabajo. Fue increíble porque eso me permitió seguir dándole leche materna hasta los casi tres años”, cuenta.

Patricia se refiere a espacios que facilitan el proceso de lactancia, lugares acondicionados para amamantar que cumplen ciertas normativas y que se crearon en el marco de las iniciativas orientadas a fomentar las políticas de equidad de género en la PDI, institución donde trabaja. Y aunque se trata de la primera institución pública en tener salas para amamantar y la primera policía de Latinoamérica en implementar lactarios, esta no es una iniciativa aislada. De hecho organismos internacionales han relevado la importancia de la lactancia materna y el derecho de amamantamiento se ha reconocido como un derecho humano que debe de ser fomentado y protegido, según el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.

Incluso en octubre de 2019 un grupo de parlamentarios presentó un proyecto de ley que busca facilitar la lactancia materna en edificios públicos y privados del país. “Hemos presentado este proyecto para que todo edificio de uso público, y empresas, habiliten salas de lactancia, espacios limpios y cómodos, donde las madres puedan amamantar o extraerse leche en un lugar acogedor y hospitalario, y no en baños como muchas veces ocurre actualmente”, dijo en esa oportunidad la diputada Marcela Sabat, autora de la iniciativa.

Paula Herrera es cofundadora de la Corporación La Comunidad de la Leche, y dentro de las actividades que realizan para fomentar la lactancia materna, asesoran a empresas e instituciones en la implementación de lactarios. “Es tremendamente importante que, cuando vuelven de su postnatal, las mujeres cuenten con un espacio para sacarse leche. No se trata solo de un tema emocional, sino que también físico, porque una mujer que acaba de tener un hijo –a los seis meses es aún un recién nacido– el cuerpo sigue produciendo leche. Es una edad donde recién se comienza a introducir otro tipo de alimentación y entonces la lactancia es casi exclusiva. Y al reintegrarse al trabajo, las mujeres llegan con la carga emocional de separarse de su guagua y además el cuerpo reacciona. Esas reacciones físicas están totalmente invisibilizadas por la sociedad, no se habla de lo que le pasa a una mujer y nosotras calladitas aguantamos el dolor o a veces la incomodidad de tener las pechugas llenas de leche”, dice.

Paula agrega que la vuelta al trabajo de una mujer no solo tiene que estar acompañada de una linda bienvenida, sino que tiene que ser una instancia amorosa, con una contención emocional y también con espacios que acojan sus necesidades, “Esto debería ser un derecho. Porque lo que ocurre actualmente es que las mujeres tienen que buscar un espacio, una sala en la que cualquier momento alguien puede entrar e interrumpir un proceso íntimo. Lo más probable es que con ese nivel de estrés no se genera oxitocina y la leche se corte. Además cuando una mujer se saca leche en un baño no existen las medidas de higiene necesarias y esa leche lo más probable es que se tenga que botar”, explica.

La experiencia de la Comunidad de la Leche es que las mujeres que han contado con estos espacios, en los que muchas veces ponen fotos de las mamás con sus bebés, no solo la leche fluye mejor sino que además las mujeres sienten que son realmente bienvenidas en su trabajo, y que no son un “cacho”, como se suele pensar. Paula aclara que “en esa etapa es normal que las mujeres estemos más desenchufadas porque nuestra cabeza y hormonas nos llaman a hacernos cargo de la cría, no de un trabajo. Y en ese sentido, cuando hablamos de igualdad, es trascendental que se visibilicen los procesos biológicos y naturales de la mujer”. Agrega que es necesario que el entorno sepa qué pasa con el cuerpo de una mujer dependiendo de la etapa en la que se encuentra porque es la única manera que la mujer logre tener, en la esfera pública, una posición igualitaria con el hombre. “La incorporación de la mujer en el trabajo no implica eliminar sus procesos naturales sino que darles un espacio”.

Como le ocurrió a Patricia, que tuvo la oportunidad de amamantar a su hija hasta cuando ellas decidieron y no cuando se lo impuso un contexto laboral. “Estoy agradecida porque encontrar un espacio para sacarse leche en un lugar donde trabajan 60 hombres y tres mujeres, podría haber sido muy complejo. De hecho, antes de la implementación de los lactarios, lo era. Tengo compañeras que tuvieron hijos antes de esta medida y cuentan que en un mundo de hombres a muchas les daba vergüenza decir que necesitaban sacarse leche y se aguantaban solas y calladas el dolor”, cuenta. “Se encerraban en un baño o a veces incluso les pasaban una sala, la misma donde entrevistaron a detenidos. Yo por suerte no tuve que pasar por eso, porque creo que si hubiese tenido que sacarme leche o amamantar a mi guagua en una sala con llave o en la que en cualquier momento puede entrar un imputado, seguro se me hubiese cortado la leche”.

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