Las iniciativas que ayudan a la digitalización de las personas mayores

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Según cifras de la última Encuesta de Calidad de Vida en la Vejez, de la UC, el 71% de las personas entre 60 y 69 años tiene un smartphone.

Ante la necesidad creciente de que el grupo etario sobre 60 años aprenda de alfabetización digital, hoy existen varios programas que buscan incorporarlos activamente como parte de la sociedad de la tecnología. Un reciente convenio firmado entre Claro Chile y la Municipalidad de Providencia -que incluye capacitaciones y planes telefónicos a precios reducidos- viene a sumarse a estos beneficios.


Victoria Pulgar, emprendedora de 60 años, cuenta con orgullo el que ha sido su mayor logro tecnológico hasta ahora: asidua al trekking -actividad que realiza al menos dos veces por semana, cuenta-, en uno de los cursos de alfabetización digital dictados por la Municipalidad de Providencia le enseñaron a subir fotos de los lugares visitados a Google Maps. “Un día, me llegó una felicitación de Google: mi imagen había llegado a las 10 mil visualizaciones. Un amigo fotógrafo me dijo: ‘¿no serán mil?’ ¡No! ¡Eran 10.000!”.

La audiencia del salón del Palacio Falabella, donde Victoria está compartiendo su testimonio frente al micrófono -en el marco del anuncio de un convenio de colaboración entre Claro Chile y Providencia para reducir la brecha digital de las personas mayores- estalla entre risas y aplausos. Acto seguido, cuenta que su profesor también le enseñó a usar Sosafe, así es que ahora no pierde oportunidad de reportar si alguien está realizando ruidos molestos o si se cortó la luz. También “la lleva” en esa app: uno de sus comentarios tuvo 6.000 visualizaciones.

La suya es la arista más lúdica, más recreacional, de la importancia que tiene para las personas mayores conectarse en el día a día con la tecnología. Hoy, para este segmento etario alfabetizarse digitalmente está siendo tan esencial como desde siempre ha sido aprender a leer y escribir, y la evidencia está en todas partes: desde la automatización de actividades que está cada vez más presente en el comercio -como las cajas de autoatención en los supermercados, o el autochequeo en el aeropuerto- hasta la oportunidad de hacer trámites de forma online de manera más expedita que una oficina.

Para hombres y mujeres sobre los 60, la alfabetización digital no solo les abre las puertas a una mejor calidad de vida; también permite mantenerlos vigentes en el mundo laboral y les puede ayudar a generar ingresos a través de distintos emprendimientos.

Hoy -dice Paulina Pozo, directora del SeniorLab de la Universidad Católica- recortar la brecha digital en este grupo es urgente. Especialmente pensando en que una de cada cinco personas en Chile tiene más de 60 años; somos el tercer país más envejecido de América Latina y se espera que seamos el primero en la lista para 2030. “Estas personas muchas veces quedan excluidas, por ejemplo, de actividades tan sencillas como poder movilizarse por no saber usar Uber o, por ejemplo, de pedir alimentos a domicilio por no tener una aplicación como Rappi”, ejemplifica.

Victoria Pulgar (60) es usuaria del taller de uso de celular nivel experto de "+60 conectados" de Providencia. "Gracias a estos cursos puedo llegar a muchas más personas sin salir de mi casa", dice.

La buena noticia es que las personas mayores tienen la tecnología cada vez más al alcance de la mano: la última Encuesta de Calidad de Vida en la Vejez, realizada por la UC, determinó que el 71% de las personas entre 60 y 69 tienen un smartphone. La pandemia contribuyó al aumento en el uso de estos teléfonos como herramienta indispensable para poder comunicarse con sus familias.

La mala noticia es que muchos de estos usuarios y usuarias no saben sacarle al teléfono todo el partido que podrían; es más, algunos lo enfrentan de forma más bien temerosa, más en tiempos en que las estafas telefónicas y los mensajes de phishing están a la orden del día. “Se cree erróneamente que las personas mayores no pueden aprender. Esto es una idea equivocada que debemos eliminar”, dice la psicogerontóloga Javiera Rosell en uno de los videos de la fundación Conecta Mayor que invitan a las personas mayores a interesarse por las nuevas tecnologías, por ejemplo, buscando información en YouTube de sus temas de interés.

Una democratización del acceso digital

Para “perder el miedo” a la tecnología, hay iniciativas como el programa 60 + Digital, de la UC en conjunto con Coopeuch y la Fundación Conecta Mayor, que tiene una serie de sencillos tutoriales que explican cómo bajar una app, conectarse a una reunión por ZOOM o crear un grupo de Whatsapp.

También están aplicaciones como Jubilab, que se dedican, entre otras actividades, a la alfabetización digital de personas mayores con el fin de que puedan, si así lo desean, seguir activas laboralmente en la sociedad, ya sea trabajando para empresas o generando emprendimientos. Jubilab tiene varios niveles de capacitación, desde el uso básico del celular a cómo manejar documentación digital: “Las personas que se han digitalizado con nosotros han ampliado sus redes de ventas de clientes, han visto cómo mejorar su emprendimiento, siguen tutoriales y pueden conectarse con gente de más experiencia, profesionales”, cuenta Tania Vera, su fundadora.

Sin embargo, para fomentar la digitalización no solo es necesario el interés; también se necesitan los medios para estar conectados, y eso no siempre es fácil cuando los ingresos del mes deben priorizarse en compra de medicamentos, alimentación y transporte. En ese contexto, la colaboración entre organismos públicos y privados es fundamental. Un ejemplo de ello es el convenio firmado por Claro Chile y la Municipalidad de Providencia, que buscar acortar la brecha digital a partir de varias iniciativas que apoyan al programa “+60 Conectados”, que realiza talleres de alfabetización tecnológica a vecinos y vecinas de la comuna.

La alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, y Francisco Guzmán, director de Claro empresas, coinciden en la importancia de las alianzas público-privadas en temas de alfabetización digital.

Una de ellas es la donación de 50 computadores para la realización de cursos y talleres certificados por Sence, que serán impartidos por organismos certificados y por colaboradores de Claro a través de un programa de voluntariado corporativo. La idea es que desde este mismo ecosistema educativo salgan consultores senior que ayuden a entregar conocimientos a otras personas mayores.

La segunda es una oferta comercial para todos los vecinos y vecinas mayores de 60 años de la comuna, que pueden acceder a un plan de telefonía y datos por $3.800 mensuales, con 100 GB de alta velocidad y minutos libres a 300 números.

“Las empresas privadas deben vincularse más a los organismos públicos. Sin duda, cuando hemos visto estas iniciativas donde la sociedad civil participa y hay una alianza público-privada, siempre terminan siendo exitosas, porque impactan de forma positiva en la vida de las personas”, dice Francisco Guzmán, director de Claro empresas. “Y la idea no es solo que tengan teléfonos, sino que puedan acceder a usarlos. Para informarlos necesitamos que estén conectados. Que tomen el teléfono, se pongan frente al computador, se unan a las redes sociales. La empresa privada tiene un rol fundamental porque proveemos la tecnología, las capacidades y podemos hacer convenios para que nadie se quede afuera de al transformación digital que es vital”.

“Cuando la empresa privada empieza a conocer a sus clientes y las características que tienen, gana mucho y toma mejores decisiones”, agrega la alcaldesa de Providencia Evelyn Matthei. “Además, no hay solo un tema de rentabilidad monetaria, sino de rentabilidad social, que la ciudadanía también valora mucho”.

La autoridad cuenta que fue durante la pandemia que la municipalidad acogió la necesidad de capacitar a las personas mayores de la comuna en el uso de sus teléfonos celulares. En una primera etapa se entregaron equipos a personas que no tenían los medios para comprarlos; en una segunda, se les invitó a participar en cursos abiertos sobre uso del celular que perduran hasta hoy. “Cuando recibimos esta ayuda de Claro no se puede imaginar la felicidad que tuvimos. Cuando las personas no saben manejarse con el tema digital empiezan a quedar aisladas. Aisladas de su familia, de no poder realizar trámites. Nosotros como municipalidad estamos cada vez más conectados con los trámites digitales; la verdad es que tenemos que subirnos al carro”, dice Matthei.

“Uno no se puede quedar abajo, porque el mundo completo está en esa sintonía: desde mirar la carta de un restaurante hasta tener que interactuar con una máquina en el aeropuerto”, dice María Rosario, una psicóloga que se mantuvo activa trabajando durante la crisis sanitaria mediante el sistema de sesiones telemáticas, y que ha tomado todos los cursos de uso de celular de “+60 Conectados”, donde ha aprendido, principalmente, a entender cómo funciona un teléfono inteligente y cómo resolver los problemas habituales de su uso.

Ella es el ejemplo de una persona mayor que está totalmente integrada con la tecnología, aunque hace un llamado: “A veces me molesta que en algunos servicios solo exista la vía digital. Nunca se puede eliminar la alternativa para personas que no sean capaces de manejar la tecnología”, dice. Una idea que va de la mano con el mensaje que entrega Tania Vera, de Jubilab: “Hay que respetar a quienes no quieran digitalizarse; hay que ser empáticos y no alejarlos. Tenemos que considerar que aquellos que no quieren y no pueden, puedan mantenerse dentro de la sociedad”.

A sus 87 años, Duvilia Albornoz lleva ya cuatro cursos de alfabetización digital del programa "+60 Conectados".

Duvilia Albornoz, de 87 años, está muy entusiasmada por compartir su experiencia. Trabajadora “honoraria” -especifica, porque oficialmente está jubilada- del Cesfam de su barrio y de la biblioteca, cuenta que ha tomado ya cuatro cursos, en los que, entre otras cosas, les han enseñado cómo traducir del español al inglés, francés o italiano. Para ella, poder acceder a un plan telefónico de bajo costo y capacitarse la ha hecho acercarse especialmente al mundo de las redes sociales. “Soy muy activa”, dice.

-¿Y cuáles son sus redes, para que las compartamos con los lectores de esta nota?

-Ah, no. Las tengo privadas. Solo para mis amigos y yo. No me alcanza para leer a todo el mundo.

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