Robots educacionales irrumpen en las salas de clases

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ILUSTRACIÓN: CÉSAR MEJÍAS.

La implementación de equipos que mezclan inteligencia artificial con actividades educativas son capaces de llevar la experiencia de la sala de clases a los hogares. Profesores y creadores de herramientas discuten sobre la necesidad de innovar ante estudiantes insertos en entornos con tecnología, para así impactar en la educación.


El 15 de marzo pasado el Colegio Montessori de Talca esperaba con impaciencia el inicio de clases. Tras un año sin interactuar con las más de 1.200 personas que conforman la comunidad, esta vez las 40 salas del establecimiento estaban preparadas para realizar clases, incorporando desde un datacenter hasta micrófonos y cámaras de alta resolución, para así enfrentar de mejor forma la educación híbrida. Sin embargo, en los niveles de 1º básico había algo diferente que llamó la atención de los nuevos estudiantes: unos robots.

La adquisición de tres robots Swivl fue una de las innovaciones más llamativas del colegio para mejorar las condiciones de educación a distancia. Se trata de dispositivos que se instalan en las salas de clases, sin necesidad de un computador, y permiten a los alumnos ver, escuchar y seguir los movimientos del profesor desde sus casas, como si estuvieran sentados en el aula, llevando la experiencia de la sala los hogares, consiguiendo más interacción entre alumnos y docentes.

“El cambio que viven los niños que llegan al colegio es parecido al que uno vive de 4º medio a la universidad, por eso encontramos que el robot iba a complementar muy bien la labor de aprendizaje”, resume Rodrigo Merino, jefe de operaciones del Colegio Montessori, quien destaca que la llegada de los robots busca potenciar el trabajo de la lectoescritura, donde los estudiantes adquieren las herramientas de escribir, leer e interpretar un texto. Si bien la tecnología alcanzó a usarse mientras Talca permaneció en modo Transición del plan Paso a Paso, Merino señala que los robots se utilizaron para el apoyo docente con gran recepción de los alumnos.

En un contexto que partió en marzo con educación híbrida -combinando clases online y presenciales- y luego pasaron a ser remotas, los robots educacionales son una de las novedades. El sistema cuenta además con una nube segura y confidencial donde es posible alojar y compartir fácilmente los contenidos, pudiendo incluir anotaciones y hacer seguimiento a sus visualizaciones y tiempo de reproducción. Además de Montessori de Talca, la Corporación Municipal de La Florida es una de las instituciones que implementará robots educacionales en 25 de sus colegios, buscando optimizar las clases a distancia de miles de niños y niñas de cara a marzo. Los establecimientos no sólo recibirán nuevo equipamiento y recursos, sino que podrán capacitar a sus docentes en torno a esta tecnología que llegó para quedarse.

“Desde Claro estamos permanentemente desarrollando soluciones que acerquen la tecnología a las personas y faciliten sus actividades diarias. Los robots educacionales son un muy buen ejemplo de cómo las herramientas digitales darán un nuevo impulso a las clases remotas, permitiendo ampliar y consolidar este modelo educativo que, sin duda, abrirá nuevas oportunidades”, dice Francisco Guzmán, director de Claro empresas. “A mediano plazo, por ejemplo, estos equipos inteligentes permitirán a los alumnos participar de clases o intercambios en colegios o universidades de otros países sin necesidad de trasladarse, contribuyendo a mejorar la calidad de la educación”, agrega el ejecutivo.

La aparición de robots en las salas de clases no es una historia reciente, pero sí tuvo mayor impacto por los efectos de la pandemia, en que las instituciones de educación tuvieron que enfrentar las clases mediante la tecnología. Si en un principio los robots servían para enseñar programación, hoy sus usos se amplían para trabajar contenidos del currículo, permitiendo que los niños aprendan materias que antes se enseñaban en el pizarrón.

A nivel internacional, LEGO es una de las empresas que ha propuesto una serie de robots orientados a explorar habilidades ligadas a la programación, vendiendo kits robóticos para comunidades escolares. En los últimos años han aparecido otros desarrolladores como la compañía china Ubtech Education, que creó robots sociales que proporcionan un enfoque basado en la pedagogía del aprendizaje A² (Adquirir, Aplicar e Innovar), ofreciendo un plan de estudios que abarcan desde la escuela primaria hasta la universidad. Otra propuesta que marca tendencia es la de Alexa” de Amazon, asistente virtual que en Estados Unidos ha ido ajustando sus habilidades, no solo sirviendo para escuchar música o consultar dudas, sino que cuenta con una opción que entrega contenidos educativos.

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El 15 de marzo pasado el Colegio Montessori de Talca dispuso de un robot para realizar las clases.

Impacto en aulas virtuales

A nivel nacional también han aparecido creaciones que han llevado los robots a las salas de clases. Existen casos de éxito como el programa Bee-Bot, una abeja robot que busca promover el desarrollo del pensamiento computacional y la programación en edades tempranas, y que la Subsecretaría de Educación Parvularia del Ministerio de Educación en conjunto con Fundación País Digital, capacitó durante el 2020 a 500 educadoras para integrar el programa.

Por otro lado está Sima, startup nacional que desarrolló el primer robot social interactivo y educacional de Sudamérica. El fundador y líder de este proyecto, Felipe Araya, relata que en sus primeros años habían desarrollado una estructura que al acoplarse con un teléfono móvil se convertía en un amigable robot, que apoyaba el aprendizaje en la sala de clases, siendo un componente para que los profesores pudieran usar en actividades más lúdicas.

Dado el contexto sanitario, decidieron rescatar lo mejor de Sima y dejar el robot físico de lado, para concentrarse en un asistente digital educativo que puede ocuparse desde cualquier dispositivo móvil. “La permeación de Sima dependía mucho de la capacidad de los colegios de adquirir los paquetes con los robots físicos. Las condiciones actuales convirtieron al robot en un apoyo digital al profesor, que le permite guiar experiencias de aprendizaje de forma asincrónica en la casa de los estudiantes” detalla Araya.

A pesar de traspasar el robot a una aplicación, su creador asegura que sigue manteniendo su “esencia social”, ya que no “secuestra” a los niños en una pantalla, sino que utiliza su capacidad de hablar y de entender lo que le dicen los niños para invitarlos a hacer actividades que pueden acompañar a un libro, una guía de trabajo, hasta dirigir la realización de experimentos sencillos, cómo hacer un semillero de porotos o un volcán con materiales prácticos. Su impacto en las aulas virtuales ha sido tal que el creador del robot asegura que profesores que nunca estuvieron acostumbrados a usar tecnología, después de ser capacitados en la tecnología “se sentían como ingenieros de la NASA programando robots a sus estudiantes”.

Desde 2018, Sima ha expandido su impacto por colegios de Chile, Colombia, Venezuela y Argentina, junto con cerrar acuerdos con instituciones de Silicon Valley, área de California conocida por ser sede de muchas compañías emergentes y globales de tecnología. Allá, empezaron a utilizar Sima como robot y hoy lo aplican como asistente educativo.

El uso de Sima como asistente digital no ha sido elitista según su creador, ya que ha sido adquirido tanto por colegios privados como públicos repartidos por comunidades de Ovalle hasta Panguipulli. “Al ser un software a instalar en cualquier dispositivo, permite que exista acceso universal a herramientas para la educación, trabajando incluso en entornos rurales, donde los padres pueden descargar las actividades como si fueran películas de Netflix, pudiendo usarse incluso sin tener conexión a internet”, destaca.

Robots para innovar

Frente a la necesidad de incorporar EdTech en las salas chilenas, Felipe Araya de Sima analiza que en la industria educativa aún resisten metodologías que funcionan para educar, pero no necesariamente para desarrollar nuevas competencias. “El tiempo que pasa el profesor con sus estudiantes tiene que ser aprovechado de forma mucho más efectiva, porque ya no está el profesor que se pueda acercar a preguntar. El docente tiene que desarrollar nuevas técnicas para ir acompañando al estudiante”.

Misma visión comparte Juan Carvajal, profesor de educación básica en la Escuela Villa Las Peñas (Mulchén) y ganador en la categoría Innovación Regional del Global Teacher Prize Chile 2019, quien desde incluso antes de la pandemia ha utilizado tecnología, en específico asistentes virtuales y virtuales, para motivar a sus estudiantes con el aprendizaje de matemática, ayudando a dinamizar los procesos educativos frente a una materia que muchas veces causa aversión entre los más jóvenes a la hora de enfrentarse a los números y símbolos.

Mientras más rápido los estudiantes se aproximen a desarrollar un pensamiento crítico respecto a la tecnología, es importante que sepan cuáles son las implicancias que ello tiene y cuáles son las potencialidades que se abren cuando incorporamos al aprendizaje” relata Carvajal, recordando que herramientas como los robots digitales aportan elementos emocionales o más ligados al juego, aspecto fundamental para motivar el conocimiento.

Luego agrega: “El cerebro y el ser humano en general aprende cuando se emociona, por lo que es relevante producir aprendizajes de calidad cuando se incorpora, por ejemplo, la robótica, y no te alcanzas a dar cuenta de que los estudiantes cambian su disposición hacia el aprendizaje y entienden que la tecnología no es solamente para consumirla, también pueden aprender y divertirse”.

Carvajal, quien posee un magíster en innovación educativa, enfatiza que aún hay docentes que mantienen prácticas asociadas a la “clase magistral”, en la que un profesor habla y los estudiantes escuchan. Esos escenarios deben transformarse, aprovechando que las nuevas generaciones poseen más habilidades en el uso de tecnología. “Los maestros que mejores capacidades tengan para incorporar la tecnología, para conectar emocionalmente con los estudiantes y además para flexibilizar sus procesos, son aquellos que van a tener un mejor desempeño y podrán conseguir aprendizajes de mayor profundidad en sus estudiantes”.

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