Guía para elegir zapatos de trekking

Guía para elegir zapatos de trekking.

Para caminar con una mochila en el cerro o la intemperie se necesita más que unas zapatillas: se requiere de protección, agarre y estabilidad. Dos montañistas dan sus consejos para no dar pasos en falso al comprar un calzado de senderismo.




“Para tener una buena salida a la intemperie, donde sea que uno vaya, se necesitan tres cosas”, dice Pablo Rebolledo, montañista y director de la carrera de Administración en Ecoturismo de la Universidad Andrés Bello. “Buena mochila, buen saco de dormir y buen calzado”.

Al igual que para las primeras dos, lo fundamental al momento de escoger un zapato de trekking es tener claro para qué lo vamos a usar. “Para ir al cerro, poh”, sería la respuesta obvia. Y sí, es para ir al cerro, pero no todos ellos son iguales ni requieren del mismo equipamiento.

Si se trata solo de un senderismo ligero, de paseos por el día sin mucha exigencia técnica —es decir, con rutas marcadas y estables, donde no hay mayores exigencias ni dificultades—, entonces el calzado no será igual al que necesitaremos para un trekking de media montaña, por ejemplo, con excursiones de varios días, harto peso en la mochila y condiciones climáticas más adversas.

Identificar esas diferencias no es complicado, pero exige mucha atención en los detalles del zapato, una buena cantidad de investigación previa —revisar reseñas de los productos en internet, leer comentarios de quienes los han usado— y una condición ineludible: probarlos antes de comprarlos. Aquí, dos experimentados montañistas dan sus consejos para no dar un paso en falso al momento de elegir el calzado de trekking.

Exigencia

Como decíamos, aunque la naturaleza parezca una sola, son muchas las maneras en las cuales se puede caminar a ella. Y para cada una existe un tipo de calzado.

Aunque hay bastante variedad, a grosso modo podríamos clasificar el calzado de trekking en dos categorías:

1. Zapatillas de senderismo

A primera vista resultan parecidas a una zapatilla normal, ya que son livianas, flexibles y muy cómodas. Están pensadas para un senderismo ligero, de pocas dificultades y poco desnivel, como el que se puede hacer en parques cerca de la ciudad. Aquí entran las zapatillas de trail running —para correr en senderos de tierra o piedra— y también las de aproximación, que es un calzado un poco más firme y robusto pero sin caña.

Al ser más ligeras, provocan menos calor, por lo tanto son ideales para usar a pleno día y por trayectos cortos. Pero si hace frío o hay mucha humedad, entregarán menos protección.

2. Botas de trekking

A diferencia de las anteriores, las botas poseen caña y mayores refuerzos para el pie. Eso las hace más pesadas y rígidas pero mucho más seguras. Aquí también hay una amplia gama de posibilidades —desde las diseñadas para la alta montaña hasta las pensadas para el senderismo—, con diferencias en la altura de la caña, el material de la tela, los niveles de impermeabilidad y el tipo de la suela, entre otros.

En general, este calzado entrega mucha más protección y seguridad que las zapatillas, privilegiando estos aspectos por sobre la comodidad o el peso.

Botín de trekking Lippi Puelo (hombre)

"Lippi ha sacado una línea bastante aceptable", dice Pablo Rebolledo. "He visto a mucha gente usándolos. Son livianos, buenos para media montaña", recomienda.

“Si alguien tiene muchos recursos podría tener un par para cada actividad que haga”, dice Pablo Rebolledo, quien también es instructor de la Escuela Nacional de Montaña. “Pero si no es así y solo hay presupuesto para uno, lo lógico es tener el calzado para la actividad más dura que uno piensa realizar”.

O sea, que si a alguien le gusta ir al Panul o subir el Manquehuito pero también piensa de vez en cuando hacer alguna travesía más complicada —como subir a La Campana o al Pochoco— entonces debe optar por zapatos aptos para estas últimas.

Si se trata del primer calzado de trekking, Joaquín Prado, médico de atención primaria, montañista y colaborador de Andeshandbook, aconseja elegir unos de caña media, ya que estos garantizan más protección.

“No recomiendo las zapatillas para comenzar”, dice, “ya que cuando se te mete el bichito del cerro uno busca más desafíos y aventuras, y las zapatillas no te dejarán ir muy lejos”. Según él no tiene que ser un gran bototo, pero el hecho de que tenga caña —como veremos más adelante— entrega seguridad y también favorece el aprendizaje de la pisada, algo trascendental en cerros, senderos y quebradas.

Rebolledo está de acuerdo. “No es buena idea comprarse una zapatilla muy cómoda —como las de trail running, por ejemplo— si se quiere hacer trekking de media montaña”.

Caña

En el calzado común, la caña hoy solo cumple un rol estético. Pero en el trekking, que el zapato se eleve hasta el tobillo tiene más de una función.

De partida, la caña le da estabilidad a los pies, “que no están diseñados para caminar con tanta carga”, como explica Rebolledo. “Eso se suple con una caña alta”, la que entrega una especie de soporte adicional a los tobillos, disminuyendo la posibilidad de torceduras —aunque igual pueden suceder— y lesiones.

Botín de senderismo Quechua MH100

"La marca Quechua tiene mucha versatilidad", dice Joaquín Pardo. "Para empezar tienen calidad aceptable a un precio muy justo".

Además de esa protección física, y tan importante como ella, la caña entrega una mayor consciencia respecto a nuestra pisada, lo que nos hace tener más cuidado de dónde y cómo ponemos los pies al caminar. Es lo que Joaquín Prado llama propiocepción: la capacidad de darnos cuenta de la posición de nuestro cuerpo.

“Tener algo rodeando el tobillo o cualquier otro lugar del cuerpo aumenta este sentido”, explica. “En este caso, la caña ayuda a percibir con más rapidez si el tobillo se está doblando o haciendo un movimiento extraño, y por lo tanto poder reaccionar con anticipación”.

La caña, entonces, no solo entrega seguridad al darle más rigidez al tobillo —necesaria cuando se carga una mochila pesada por muchas horas o se camina por terreno irregular— sino que también promueve un estado de alerta sobre nuestros movimientos.

“Si uno está iniciándose en el trekking, aprendiendo a caminar y pisar en cerros y piedras, entonces lo recomendable es comenzar con un zapato de caña media o alta”, dice Prado.

Lo otro que aporta la caña —ya sea media o alta— es protección frente a elementos externos propios del senderismo, como ramas, ortigas, piedras, barro o incluso agua. Con el tobillo cubierto, la posibilidad de que algo nos roce o se inserte en el zapato se reduce muchísimo, y la caminata tiene más chances de resultar cómoda y ausente de interrupciones.

Suela

El tipo de suela que se elija determinará la cantidad de agarre que se tenga, algo importante para poder caminar con más eficiencia pero fundamental y vital para evitar accidentes, que es el objetivo primordial. También entregará distintas cantidades de amortiguación y estabilidad, muy necesarias si se viaja con peso y por varios días.

Entre más técnica sea la actividad —o sea, con mayores dificultades—, más rígida debería ser la suela. Son más incómodas, pero reducen el márgen de error y protegen el pie bajo todo tipo de condiciones.

Para comenzar, eso sí, Joaquín Prado no aconseja optar por un zapato tan rígido, “porque son una tabla”, dice. “El pie sufre más y están hechos para otros objetivos, desafíos que al comienzo uno no va a realizar”.

Pensando en el trekking, Pablo Rebolledo propone elegir una suela semi-rígida, que permita cierta flexibilidad pero que también dé suficiente protección y estabilidad, ya que una suela muy blanda, en suelos duros o escarpados, hará doler los pies. “Además en la zona central, que es donde más senderismo se hace, hay muchos cactus secos, cuyas espinas pueden penetrar fácilmente una suela blanda”.

El diseño de la suela también es fundamental. Según su “dibujo” y la profundidad de sus “calugas” —que es como se le dice coloquialmente a los tacos o estoperoles que sobresalen de ella— se obtendrá un mayor o menor agarre. Hay dibujos pensados para el senderismo, otros para el trekking de montaña y uno para el alpinismo.

“Jamás hacer trekking con zapatillas planas”, advierte Prado. “Yo lo hice la primera vez que subí un cerro y fue horrible”.

Zapato de trekking Asolo Nucleon Mid con suela Vibram (mujer)

"Asolo tiene un calzado muy resistente, pesado y rígido", comenta Rebolledo. "Ideal para quienes prefieren la seguridad".

“Debe tener cierta profundidad”, aconseja Rebolledo, “para permitir un buen agarre”. Recomienda los zapatos con suelas Vibram, una marca italiana creada por un montañista en 1937, y que desde entonces se ha especializado solo en esta parte del calzado. Con ellas uno se va a la segura, ya que duran muchísimo y dan gran agarre.

Los dos también coinciden en que el talón debe estar particularmente marcado y protegido, “con unos buenos ‘calugones’”, que en las bajadas serán muy necesarios para minimizar los impactos y prevenir resbalones.

Material y protección

“El tipo de material del zapato va a definir varias cosas”, dice Rebolledo: “la temperatura que resiste, la cantidad de humedad que evite y el roce. Una tela delgada se va a secar más rápido, hará que el pie transpire menos, será más liviana, pero con el frío puede provocar heridas graves”.

Como siempre, entonces, hay que pensar en la actividad más intensa que haremos con el calzado. Si esta incluye bajas temperaturas, entonces es preferible cargar más peso y sufrir algo de calor en los pies que hacerse daño. “Siempre privilegiar seguridad antes que comodidad o estética”, es el mantra del académico UNAB.

Existen zapatos de cuero para el trekking. ¿Son recomendables? “Si no es muy rígido, puede ser”, dice Rebolledo. Eso sí, es un material que sugiere más para climas muy fríos o alta montaña, ya que es más duro y no tiene tan buena respiración. “Yo no aconsejo el cuero para empezar”, apunta Prado.

Por otro lado, hay materiales que se describen como completamente impermeables, capaces de mantener el pie seco incluso si se lo sumerge en el agua. “No es tan bueno que sea así”, piensa el director de Administración en Ecoturismo. “Si el zapato no deja pasar humedad, tampoco la dejará salir, y la transpiración del pie se quedará dentro, ablandando la piel y provocando ampollas”.

Zapatos de trekking Dolomite Zernez (con suela Vibram y membrana Gore-tex)

"Los Dolomite son zapatos muy buenos", sugiere Pardo. "Con esos uno se va a la segura por harto tiempo".

Esas heridas no son de vida o muerte, pero pueden transformar una buena expedición en una tortura. “Hay que buscar materiales respirables”, opina Prado. “Uno generalmente camina con buen clima, entonces el pie transpira. Si esa humedad puede salir, se agradece al final del día”.

Por eso, muchas marcas ofrecen una membrana respirable —Gore-tex es la tecnología más conocida— que entrega tanto una protección frente a la humedad externa como una salida para la externa. “Es una tela muy delgada que cubre al zapato, por la cual la partícula de agua no entra pero el vapor interior sí sale”, explica Rebolledo. “Eso sí, tiene una vida útil corta”.

Muchos zapatos también cuentan con refuerzos, principalmente en el talón y en la puntera, que son las zonas más propensas a roces y golpes. Eso los hace más pesados y rígidos pero mucho más seguros. No son muy necesarios para actividades livianas, pero como dice Rebolledo, “entre más lejos y solos nos vayamos, más protección necesitaremos”.

Eso no significa que sea buena idea usar zapatos con punta de fierro para hacer trekking. Aunque se puedan parecer en forma, están pensados para proteger de accidentes en la construcción o el trabajo, no para caminar muchos kilómetros. “El metal que tiene transmite mucha temperatura: se congela con el frío y quema con el calor”, advierte. “Además la punta se entierra en el empeine al bajar y en los dedos al subir”.

Calcetines

También son parte del calzado y usar unos apropiados es tan fundamental como tener el zapato correcto. Los calcetines no deben ser completamente de algodón —”se mojan mucho con el sudor y se demoran en secar”, dice el médico Pardo— y tampoco cien por ciento sintéticos, ya que no protegerán bien del frío.

Lo ideal, según nos dicen los montañistas, es que sea de lana merino o tenga un buen porcentaje de ella, un material antibacterial con muy buena aislación y textura. También que posea un buen grado de elasticidad, para que mejore la circulación de retorno en el pie, y que tenga costuras ocultas o tubulares, que no se vean ni se sientan, así se evitan incomodidades y roces.

Calcetines de trekking Quechua MH500 caña alta (2 pares)


Si se trata de un trekking de varios días, “siempre tener calcetines de cambio”, dice el colaborador de Andeshandbook. “Hay que dormir con unos secos y partir con unos limpios cada mañana”. También aconseja llevar una tela adhesiva para las heridas, roces o ampollas. “Algo como la Micropore de 3M. Los parches curita en el cerro no sirven de nada, pero estas telas te salvan el día”.

Tela adhesiva 3M Nexcare Micropore 9,1 m


Probarlos

Como decíamos al principio, el primer calzado de trekking no se puede comprar sin habérselo probado. Con el tiempo, conociendo bien las marcas, los modelos y las tallas, es más posible arriesgarse. Para debutar, en cambio, hay que asegurarse de que quede completamente bien.

“Lo que yo siempre hago al comprar uno es sacarle la plantilla y pararme sobre ella”, dice Joaquín Prado. “Pongo el pie lo más atrás posible, el talón alineado con el límite de la plantilla, y me fijo que por delante, en la punta, haya una diferencia del ancho de mi dedo índice de la mano. No recomiendo que sea más chico que eso”.

El motivo es que los pies se hinchan durante el día, más aún si están caminando con peso y en condiciones complejas. Si el zapato queda apretado, hay roce y salen heridas. “El calzado suele ceder por los lados pero no por delante”.

Una vez elegido y comprado, es muy importante no usarlo por primera vez el día de la excursión. “Idealmente adquirirlos una semana antes y usarlos en la casa o en caminatas por la ciudad para ablandarlos”, aconseja Rebolledo.

De regreso a casa, hay que limpiarlos bien, evitando que queden con tierra o minerales, los que pueden desgastar la fibra de la tela. Siempre guardarlos secos, para que no salgan hongos, pero nunca directo al sol, ya que así los cueros se parten y las gomas se despegan. “Funciona echarles un poco de espray desinfectante y también talco, para secarlos por dentro. Algunos vienen con sobrecitos de gel secante: no hay que botarlos, sino que guardarlos con ellos adentro”.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 24 de noviembre de 2023. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.

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