Recomendaciones para comenzar en el senderismo (y algunas rutas sugeridas)

Foto: Toomas Tartes.

Caminar por parajes naturales, desconectados del ritmo frenético de la ciudad, se hace cada vez más popular. Pero aunque parezca simple, tiene sus reglas y riesgos. Tres especialistas las explican y aconsejan.




Chile, según los entendidos, es un país privilegiado para practicar actividades al aire libre como el senderismo: de norte a sur se pueden visitar parajes del desierto más árido a los bosques nativos más frondosos, además de toparse con las aguas más bravas y heladas del cono sur. Asimismo, de este a oeste, es posible internarse en las alturas de la cordillera y pasar, en no muchas horas, a la costa y su brisa marina.

La llegada al galope de la primavera y los buenos índices en torno a la pandemia, hacen que sea una buena idea a atreverse a explorar este tipo de panoramas y, de paso, a la naturaleza, ya que al tratarse de ambientes abiertos, sin grandes aglomeraciones, permiten a los de mente intranquila mantener a raya la sospecha de que todo se puede ir a la punta del cerro con la variante Delta y que volvamos al encierro durante el verano.

Se supone que el senderismo —o el trekking, para los siúticos— es en esencia una actividad sencilla, incluso se le considera familiar: es practicable en casi cualquier edad y condición física, además de ser gratuita y de fácil acceso. Eso sí, también existen riesgos a considerar, pero si te huele bien esta combinación “caminar-naturaleza”, aquí repasaremos lo básico para comenzar a andar fuera de la ciudad.

¿Qué es el senderismo?

Simplemente, consiste en caminar por senderos en lugares naturales, como bosques, montañas, o la playa. “El fin es acercarse a la naturaleza, descubrirla, contemplarla, disfrutar y aprender de ella”, dice Martín Gaete, quien durante diez años ha sido guía de senderismo en San Pedro de Atacama, Pucón y las Torres del Paine, entre otros.

Más que la competencia o el rendimiento, lo relevante en el senderismo es el disfrute del entorno. “Es un gran paraguas para acercarse a un espacio natural”, explica Pablo Rebolledo, director de la carrera de Administración en Ecoturismo de la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar. “La idea es que cada persona pueda ir descubriendo las cosas que le atraen de la naturaleza. Y así, también, podrá elegir desde un trail running, si es que quiere una carrera más larga, o sky running, si es que quiere una más intensa, o excursionismo, si es que quiere salirse del sendero para alojar”.

La popularidad que ha ganado el senderismo en los últimos 15 años hace que muchos lo consideren una “moda”. Aunque, a diferencia de otras tendencias, “esta es muy buena, sobre todo ahora que hay más libertades en el contexto de la pandemia y que hay una necesidad de reconectar con la naturaleza”, opina Manuel Mingo, fundador de Rimaya, una productora outdoor que organiza desde jornadas de senderismo hasta como cabalgatas, kayakismo o travesías en la nieve.


¿Por qué engancha tanto?

Para Pablo Rebolledo, quien además es instructor de la Escuela Nacional de Montaña, el senderismo toca la condición natural del ser humano. “Porque si es por hacer ejercicio, uno puede hacer en la casa con el gimnasio online. En el senderismo, en cambio, uno se puede encontrar con uno mismo y conectarse con la respiración, ya que la mente no está pensando en el trabajo o la tarea, sino en ese momento, en ese lugar”.

El también miembro de la Asociación Chilena de Guías de Montaña apunta a que concentrarse sobre cosas tan básicas como dónde pisar, cuánto peso cargar y no accidentarse lleva a que el senderismo sea un ejercicio saludable tanto para el cuerpo como para la mente. “Es un momento de pausa dentro de una sociedad súper ajetreada. Eso es súper difícil de encontrar en otro lugar”.

Según Martín Gaete es un “ejercicio de la voluntad”. Alguien lo podría ver sólo como caminar, pero, “en palabras burdas, es salir a caminar a un lugar bacán, a un lugar rico. El silencio del bosque, los olores, los colores, los animales, las sensaciones que pueden haber. Si te gusta y puedes compenetrarte con ello, se puede transformar en algo más importante, en una parte de tu vida”.

Las reglas

Esto se asemeja al baby fútbol: no hay árbitro, pero todos conocen lo que se puede y no se puede hacer. En la naturaleza, en general, no hay un juez ni un centinela vigilando cada paso que das, así que el tema pasa por tu consciencia.

En todo caso, las reglas son simples y pasan primero por respetar el espacio natural. Por ejemplo, dice Gaete, “siempre caminar por el sendero demarcado, no salirse para no destruir las zonas que no están afectadas por el humano”. También es importante no dejar rastro: no botar basura. Ni de comida, aunque sea orgánica, y mucho menos de plásticos o envoltorios. “Hay que llevar bolsitas para dejar los desechos, incluso los de tu propio cuerpo, y luego botarlos en el lugar que corresponde”.

Mingo dice que se tratan de “reglas de convivencia”, además de “no subestimar lo que puede pasar en un ambiente natural”. Porque, aunque no es una actividad de mayor riesgo, “se pueden cometer faltas en términos de planificación que pueden llevar a accidentes graves, incluso fatales”.

Los riesgos

El clásico error de los senderistas principiantes es pensar que, porque la actividad es sencilla, no les pasará nada. Pero existen factores objetivos y subjetivos que representan un riesgo a la integridad física e, incluso, vital de los senderistas.

Los primeros tienen relación con el entorno, como la geografía del lugar o el clima. Los segundos, en cambio, pasan por las acciones y decisiones que toma cada persona, como las actitudes temerarias. “Esto es una constante toma de decisión. Cuando trotas o vas a una clase de spinning, no tienes que pensar en muchas cosas, pero cuando haces senderismo cada pisada es una decisión”, advierte el instructor.

En el último tiempo, se han hecho frecuentes las noticias sobre senderistas que se pierden en paseos o excursiones, muchas de ellas con desenlace fatal, algo que para Rebolledo pasa principalmente por el desconocimiento. En ese sentido, Martín Gaete, sostiene que los mayores peligros son extraviarse, deshidratarse, insolarse por el sol o sufrir de hipotermia. Por ello, “nunca debes ir a un lugar natural si no se cuenta con información básica del sendero, como por dónde pasa la ruta o cuánto dura”.

Mingo agrega que nunca se debe hacer senderismo sin contar con un plan bien estudiado. “Eso hay que hacerlo en la casa, con acceso a internet, donde se debe armar un plan A, con la ruta, cuánto tiempo va a tomar, qué desnivel tiene —no hay que olvidarse que muchas veces uno sube metros— y dónde puedo conseguir agua. Pero también hay que tener un plan B por si el A no funciona”.

Otras consideraciones

Pablo Rebolledo ve con cierto recelo la popularidad que hoy tiene el senderismo. Cree con su masificación ha ido perdiendo su sentido más puro, que es desconectarse de la sociedad, en desmedro del lucimiento personal en el gran bastión de la hiperconectividad: las redes sociales. Además, se han sumado personas sin un mínimo de conocimiento sobre la actividad, las que suelen cometer errores en el primer paso: la planificación.

En esa línea, llama a siempre contar con la compañía de alguien calificado en la materia. “Siempre voy a recomendar buscar clubes de montaña, porque ahí hay gente preparada y beneficios como descuentos en tiendas o acceso gratuito a los parques nacionales”. En la zona central hay algunos como el Club Alemán Andino (en Santiago y Valparaíso), el Piedra Andina (Valparaíso), y el Wechupún (en Santiago).

Otros aspectos relevantes a la hora de organizar un grupo para hacer senderismo es que todos persigan el mismo objetivo. Por ejemplo, explica Rebolledo, “si quiero subir una montaña muy alta para estar en la naturaleza, y voy con alguien que lo quiere es hacer un asado, no se va a compartir el espacio ni va a funcionar la salida”.

Entender las capacidades que tiene cada uno también es clave. “Hoy es muy fácil acceder a videos inspiracionales de atletas, con una formación gigantesca que no necesariamente se ve en esos posteos”, dice Mingo. “Hay que entender las limitaciones propias, aprender de gente con mayor experiencia y llegar preparados físicamente para poder cumplir con el programa”, dice Manuel Mingo.

Nunca será recomendable ir solo o sola a la actividad, “porque si llegas a tener un accidente, será muy difícil que te encuentren y puede ser fatal”, apunta Martín Gaete. Además, siempre hay que dejar a alguien en la ciudad al tanto del plan que se tiene. Esto permitirá minimizar los riesgos ante una emergencia que, entre otras cosas, incluya la imposibilidad de pedir ayuda.

El equipo

Aunque según los especialistas no existe un equipo mejor que otro, sí habrá uno más adecuado para cada ocasión. Distinto es si se va a la montaña en verano que en invierno con nieve, lo mismo si un cerro a un bosque. Pero sí existe un equipo básico, que es el que te contamos a continuación.

Calzado

“Lo que hay que tener sí o sí es un buen calzado; es decir, que tenga una suela con buen agarre e idealmente que sea de caña alta, para que proteja los tobillos”, dice Pablo Rebolledo, quien recomienda marcas como Asolo, Scarpa y Lippi.



Vestuario de capas, pero ligero

La idea es que la ropa que se ocupe sirva no para verse bien sino para protegerse del clima y el entorno. Por ello, se recomienda utilizar camiseta manga larga y pantalón. “Te protegen contra el sol, del roce con ramas, contra las picaduras de bicho, de una caída (y todo lo que se incrusta en la piel con el costalazo). Es una pésima idea ocupar indumentaria con camuflaje, a menos que quieras corroborar qué tan buena es cumpliendo su objetivo al momento de perderte.

“La ropa debe ser ligera, que puedas poner y sacarle capas. La clave está en no transpirar e ir jugando con el abrigo y desabrigo, dependiendo de las temperaturas del día. Esto incluye un cortavientos, pues tenemos climas súper cambiantes en la cordillera, tanto en el norte como en el centro y el sur”, explica Manuel Mingo.


Gorro

Es importante llevar un gorro que proteja principalmente la cabeza y las orejas. Si cubre también el cuello, mucho mejor. Las viseras para sol no sirven mucho, según Rebolledo, porque tienen poca cobertura. Recomienda, en cambio, sombreros tipo australiano, vaqueros o de ala ancha.


Lentes oscuros

Deben tener graduación para proteger contra el sol y el viento. Rebolledo deja un dato: en vez de comprar unos específicos para actividades outdoor, puedes adquirir unos de seguridad para obras. Mientras los primeros están cerca de los 100 mil pesos, los segundos cuestan unos 15 mil. “Si estás partiendo en el senderismo, mejor comenzar con estos”.

Mochila

Es necesaria para llevar agua, algo para comer —“aunque no tengas hambre, es importante llevar por si hay una emergencia”, dice Rebolledo—, también para traer algo de abrigo, ya que las condiciones climáticas cambian súper rápido. Es importante incluir siempre en ella un kit de primeros auxilios. Manuel Mingo recomienda también una linterna, un mapa y GPS a mano.

Dato: la mayoría de los cerros de la Región Metropolitana cuentan con señal, por lo que tener cargado el celular es primordial en caso de emergencias.

Bastones

Si bien no son esenciales, los bastones pueden ser bastante útiles. “Te ahorran energía, te permiten improvisar una camilla y te pueden evitar lesiones”, según Rebolledo. Claro, hay que aprender a usarlos, primero. Todos aseguran, eso sí, que no es algo difícil de hacer, todo lo contrario.


Rutas para iniciarse

Chile está repleto de posibilidades para practicar el senderismo. Sin ir más lejos, en Andeshandbook puedes encontrar más de 300 rutas para hacer trekking de norte a sur. El tema es que no todos los lugares son apropiados para principiantes.

Manuel Mingo recomienda empezar de menos a más, “con senderos y rutas más fáciles, cortos y ojalá frecuentados por más personas. Que tengan señaléticas, administración, un protocolo de emergencia establecido. Y de a poquito ir investigando y avanzando a otros entornos más inexplorados, entendiendo que eso lo va dando la experiencia”.

Cerro San Cristóbal (Santiago)

Es un lugar seguro, con el camino marcado, por lo que es muy difícil perderse. “No representa un nivel muy grande de esfuerzo y tienes muy bonitas vistas en medio de la naturaleza”, asegura Martín Gaete. Nivel de dificultad: Fácil.


Santuario Yerba Loca (Santiago)

Cuenta con una caseta en la que debes inscribirte antes de iniciar el recorrido, lo que hace a este lugar un poco más seguro. Es un cajón clásico de glaciar. “Partes en Villa Paulina, un espacio típico de la cultura arriera, y se recorre por debajo del cajón, siempre al costado del estero, donde está el afluente en el que nace el río Mapocho. En algo así como 10 a 14 horas llegas al glaciar de La Paloma”, describe Rebolledo. Nivel de dificultad: medio-fácil.

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Ruta cerros Provincia, el Naranjo y San Ramón (Santiago)

“Uno puede ir desde camino a Farellones, cruzarse y bajar por San Carlos de Apoquindo o por el Parque Natural Quebrada de Macul. Hay varios senderos que se pueden hacer o por el día o más jornadas”, explica Gaete. La ruta posee varias opciones que varían en dificultad. Nivel: medio-fácil.

Parque Nacional La Campana (Olmué, Valparaíso):

Tiene diferentes cerros de distintas categorías para recorrer. “Por el lado de Valparaíso, La Campana posee un bosque esclerófilo, muy denso, húmedo y frío. Y por el lado de la Región Metropolitana, es un paisaje más prehistórico. Están las palmas de ocoa, una especie endémica, desde la cual obtenemos la miel de palma, por ejemplo”. Nivel de dificultad: medio-fácil.

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Monumento Natural El Morado (Región Metropolitana)

Reserva nacional, administrada por Conaf, que se ubica en el Cajón del Maipo. “Es hermoso para hacer senderismo. Hay que ir preparado con agua, comida, zapatos adecuados y ropa para el sol. Se puede ver bien la naturaleza desde la montaña, y hay para hacer harto avistamiento de aves”, asegura Gaete. Nivel de dificultad: medio.

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Cerro El Carbón (Región Metropolitana)

Es el hermano chico de la cadena que une a éste con el Manquehue y el Manquehuito. El Carbón tiene acceso por Vitacura, en la parte baja del Arrayán nororiente. “Es un trekking bastante entretenido en relación al tiempo, dificultad, desnivel y vistas. Me parece un buen lugar para gente que se está iniciando. Tiene diferentes metas o hitos, que permiten partir de menos a más”, describe Manuel Mingo. Nivel de dificultad: medio.

Paso Desolación (Puerto Varas)

El trekking empieza en el lago Llanquihue y cruza entre el cerro La Picada y el volcán Osorno, hasta el lago Todos los Santos. “Es una travesía súper bonita, muy distinta al paisaje de la zona central. Ahora está tapado por la nieve, pero en primavera y verano es posible recorrerlo, y cuenta con balizas para orientar. Está dentro de un parque nacional, por eso es importante no llevar mascotas”, dice Mingo. Nivel de dificultad: medio.

Parque Tagua Tagua

También en la Región de Los Lagos, en el valle del Río Puelo, se encuentra este parque privado, en el que es posible llevar adelante un trekking en medio del bosque nativo, rodeado de cursos de agua. “Es para hacer, quizá, de un día para otro, recorriendo la parte baja hasta el primer refugio, llamado Alerce. Y después, seguir el recorrido hasta la parte más alta, donde está el refugio Quetrus”, sostiene Mingo. Nivel de dificultad: medio.


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