La exuberancia que ha mostrado el gasto público este año y que lo llevará a crecer cerca del 30%, es el factor principal -junto con los retiros del 10%- que ha sostenido la economía en 2021. Las ayudas para hacer frente a la crisis económica que ha dejado el Covid-19 totalizan el presente ejercicio US$ 21.935 millones. Esto, sumado a los US$ 50 mil millones de los tres giros de los fondos de pensiones, han originado un boom histórico en el consumo. Las ventas del comercio anotaron en julio un alza del 117,2%.

Pero ese mayor gasto tiene que comenzar a retirarse en lo venidero si se quiere aspirar a retomar una senda de convergencia fiscal, según el consenso que se escucha hoy entre los economistas. El problema es cómo y cuándo se empieza a concretar. La decisión parece compleja y le tocará al próximo gobierno. En el último Informe de Finanzas Públicas de la Dirección de Presupuestos, se incorporó como supuesto de trabajo una caída del 20% del gasto fiscal para 2022, escenario poco realista desde lo político y por su impacto en la actividad, dicen los expertos y los equipos económicos de las principales candidaturas presidenciales que siguen de cerca este debate.

Una clara advertencia del complejo cuadro ya la entregó el viernes el Consejo Fiscal Autónomo (CFA). Entre sus mensajes, llamó a que se vuelva a establecer una senda realista, pero exigente de consolidación fiscal. Esto, porque, en caso de no hacerlo, “el país corre el riesgo de empeorar su calificación crediticia, incrementar las tasas de interés para los hogares y las empresas, encarecer el financiamiento de la deuda pública y contribuir a la generación de presiones inflacionarias a través de la prociclicidad de la política fiscal”, afirmó el CFA. Todo esto, alertó además, repercutirá en riesgos indirectos asociados a un menor crecimiento del empleo y la actividad económica, lo cual afectaría el bienestar de las familias.

Así, el llamado de la entidad técnica fue a que “la administración entrante en 2022 debiese llevar a cabo un proceso creíble de consolidación fiscal”.

Los equipos de los presidenciales

Los equipos económicos de Gabriel Boric, Sebastián Sichel y Yasna Provoste tomaron nota de la advertencia del Consejo Fiscal y del escenario con el que deberán lidiar durante su primer año de gobierno en caso de llegar a La Moneda. En principio, comparten el llamado a comenzar a retirar el impulso fiscal, pero ven poco probable que se pueda realizar todo el ajuste en 2022, ya que coinciden en que se deberá seguir apuntalando la economía, en especial el empleo y las pequeñas y medianas empresas. Además, deben ejecutar sus programas, los que requerirán gastos. No obstante, enfatizan que sí debe haber trayectoria de consolidación, pero iniciándose en 2023 y acompañado además de mayores ingresos estructurales provenientes de una reforma tributaria.

“Desde el equipo programático seguimos de cerca todas las actualizaciones y proyecciones de estadísticas fiscales y tenemos la convicción clara de que una política fiscal responsable implica también enfrentar a tiempo los desafíos sociales, sanitarios y climáticos. Y no puede esto supeditarse sólo a propuestas de contracción de gasto público. También debemos poner énfasis en las fuentes de financiamiento que actualmente Chile posee”, afirman en el comando del abanderado de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric.

Por esta razón, mencionan que se propone “avanzar en una mayor recaudación con propuestas ya altamente sociabilizadas, como impuesto a súper ricos, a través de un paquete importante de impuestos verdes, eliminación de exenciones tributarias que ya no cumplen con sus objetivos, y a su vez, medidas que enfrenten de manera seria y directa la evasión y la elusión tributaria”. Puntualizan que parte “del menor crecimiento proyectado para 2022 se explica porque el consumo crecerá mucho menos el próximo año, por lo que debemos hacer un retiro gradual de los estímulos de gasto producto de la pandemia, pero al mismo tiempo impulsar el plan de reactivación. Con esto iremos dejando de estimular la economía a casi sólo consumo, y nos enfocaremos en estimularla desde el lado de la inversión”.

Patricio Rojas, jefe del equipo económico del candidato de Chile Podemos Más, Sebastián Sichel, coincide en la necesidad de un ajuste gradual y no abrupto. “2022 y 2023 son años donde se irá racionalizando el gasto, pero de manera gradual, para no quitarle oxígeno a una economía que en 2022 requerirá todavía programas de reactivación y empleo, para darles espacio a las pymes”.

Rojas añade que si se requieren nuevos gastos desde 2023 hacia adelante por temas sociales o por el programa de gobierno, “se tendrá que involucrar aumentos de ingresos ya sea retomando crecimiento, o bien considerando mayores ingresos estructurales a través de temas tributarios, y eso el programa de Sebastián Sichel lo tiene integrado. La propuesta es recaudar 3 puntos del PIB para financiar el programa”.

Macarena Lobos, coordinadora programática de la candidata del bloque Nuevo Pacto Social, Yasna Provoste, asevera que “se heredará una pesada mochila fiscal”, y que por ello es importante empezar el camino de la consolidación, “pero no parece prudente, en un escenario de incertidumbre como el que aún estamos viviendo, que se plantee una caída del gasto para el 2022 de la magnitud planteada por el Ministerio de Hacienda (20%)”. Menciona que los estímulos fiscales “deberán ir siendo retirados de manera gradual y progresiva, en la medida que superemos la crisis y sus efectos, transitando hacia ayudas que incentiven la incorporación formal al mercado del trabajo”.

Para Lobos, es relevante que “en el marco de la discusión del presupuesto 2022, el gasto se reoriente a medidas prorreactivación y con un claro énfasis en inversión, por sobre el gasto corriente”.

En su planteamiento se enfatiza que, junto con retirar gradualmente las ayudas extraordinarias, “insistimos en la necesidad de impulsar una reforma tributaria que permita generar recursos permanentes, llamándonos la atención la supuesta responsabilidad de las candidaturas de derecha, que se niegan a un nuevo pacto tributario”.

En el mercado coinciden en que se debe ajustar el gasto, pero la magnitud implícita que prevé Hacienda es poco plausible. “Nos parece que ello sería lo ideal, de forma de retomar en propiedad la responsabilidad fiscal como eje de la política económica. Sin embargo, vemos una viabilidad más bien baja de avanzar con esa fuerza y esperamos que la caída en el gasto público si sitúe entre el 10% al 15%, llevando gradualmente la deuda pública a converger a cifras en torno al 50% del PIB”, puntualiza Sergio Lehmann, economista jefe de Bci.

George Lever, gerente de Estudios de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), dice que “la magnitud de los traspasos es inusual para nuestra economía. Desactivarlos tiene un costo político alto, pero no hacerlo puede perpetuar niveles de gasto que es imposible soportar. Se requerirá sin duda una fuerte decisión política”.

Las otras variables del cóctel

Pero el retiro fiscal no es lo único que estará presente en lo venidero. El alza de tasas de interés que ya comenzó el Banco Central para controlar las mayores presiones inflacionarias será un factor presente en 2022, lo que llevará a frenar de alguna manera el consumo y la demanda. Es más, para la reunión monetaria de este martes se espera un alza de 50 puntos base. En julio, el IPC a 12 meses se ubicó en el 4,5%, y las expectativas comenzaron a elevarse.

“Estimamos como escenario más probable que el BC aumente la Tasa de Política Monetaria en 50 puntos base para ubicarla en el 1,25%, y que realice incrementos adicionales en las próximas reuniones de este año, para así finalizar 2021 con una tasa entre el 1,75% y el 2%. Con todo, no descartamos que el consejo decida ponerse delante de la curva y suba de manera más intensa la próxima semana, en 75 puntos base”, escribió este viernes la división de estudios del Banco Santander.

El análisis de la entidad cree que si el BC aplica un incremento de 75 puntos base, tendría espacio para proceder de manera “pausada en las siguientes reuniones y calibrar posibles riesgos derivados de la propia pandemia y la magnitud del ajuste fiscal que se prevé para el próximo año”.

Para diciembre, las expectativas se sitúan entre el 1,50% y el 1,75%, una trayectoria que seguirá su senda alcista. Las tasas de mercado, swap, tienen hoy incorporado un cierre en el 3,5%. En este punto, Felipe Alarcón, economista de EuroAmerica, subraya que “las tasas swap internalizan alzas por 125 puntos base de aquí a fin de año, y cerca de 150 puntos más para el próximo. Nosotros prevemos una tasa del 1,75% a fin de este año y del 3% a fines de 2022”.

El complejo cóctel que se deberá sortear no termina aquí. Las proyecciones para el Producto Interno Bruto (PIB) de este año se han ido corrigiendo al alza, acercándose cada vez más al 10%. No obstante, para 2022 se ha producido lo contrario: el ajuste ha ido a la baja. Si en marzo el Consensus Forecasts esperaba un 3,4%, ahora en agosto se ubica en el 2,9%, mientras que la Encuesta de Expectativas económicas del Banco Central pasó del 3,5% en marzo, al 3% en agosto. El rango fijado por el ente rector está entre el 2% y el 3%.

“Nuestras proyecciones para el crecimiento del PIB este año y el próximo son del 10% y el 2,5%, respectivamente. La principal preocupación en 2022 debiera ser un crecimiento equilibrado de la demanda, junto con la recuperación estable del mercado laboral”, resalta la economista senior de Zahler & Co, Claudia Martínez. Jorge Hermann, de Hermann Consultores, dice que debido a que el BC deberá aumentar “de forma agresiva la tasa de interés, la actividad económica se pegará un ajuste relevante, creciendo un 2% o menos en el 2022, con una caída del PIB desestacionalizado a mediados de ese año”.

La visión de los empresarios

Los empresarios tienen un cauto optimismo sobre cómo se enfrentará 2022. Juan Sutil, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), comenta: “Mantener un crecimiento del orden del 3%, sin estímulos fiscales, es una muy buena noticia. Las expectativas de los empresarios están positivas, pero manteniendo la cautela”. Antonio Errázuriz, presidente de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), afirma que “no creo que el proceso de ajuste termine en un ‘frenazo’, sino más bien en un crecimiento moderado”. Y añade que “el desafío está en hacer este ajuste con mucha prudencia para no terminar afectando la inversión y las bases del crecimiento económico, que es irremplazable para satisfacer las demandas sociales”.

Desde el comercio, el presidente de la CNC, Ricardo Mewes, indica que “hay que dar señales claras de que los recursos del IFE no serán permanentes. Tiene que ser gradual, pero que se note generando un impacto para que la gente comience a trabajar nuevamente”.

Esteban García Nadal, socio de García Nadal & Cía. y asesor de empresas, indica que “las grandes empresas tienen cierta cautela y están mejorando su estructura de deuda. Las pymes, en cambio, están más enfocadas en el día a día, aprovechando la coyuntura económica que les ha permitido tener ventas por sobre lo esperado”.