Elías Albagli está cumpliendo seis meses como el nuevo gerente de la División de Política Monetaria del Banco Central, el corazón técnico de la institución. Desde ese puesto, estuvo detrás de los dos análisis especiales sobre el mercado laboral que presentó el instituto emisor esta semana en el Informe de Política Monetaria (IPoM) de diciembre, y que generaron debate por estimar en los últimos tres años un crecimiento del empleo de entre 1 y 2 puntos porcentuales por sobre la medición oficial del INE. Mediante el uso de datos administrativos, el ente rector dio cuenta del impacto en el ámbito del trabajo del shock migratorio que ha experimentado Chile recientemente.

Albagli desestima un cuestionamiento a la labor del INE en este accionar del Banco Central, pero sí levanta con fuerza la necesidad de que el país avance hacia una consolidación de estadísticas donde las encuestas se complementen con los registros administrativos que poseen distintos servicios y órganos del Estado. "Ese es el desafío, y si en cinco años más no nos hemos puesto al día y no estamos haciendo la medición de empleo vinculando estos elementos, eso será un problema", advierte.

¿Hay una crítica del BC a la encuesta de empleo y a las cifras del INE tras el análisis sobre el mercado laboral del IPoM?

-Es fácil sacar de contexto la visión que planteó el BC sobre las cifras de empleo, porque la línea es delgada. Lo que identificamos al estudiar el mercado laboral es que en el caso del flujo migratorio, es imposible, para cualquier encuesta, por la manera en que están diseñadas en casi todos los países, poder incorporarlo rápidamente. El trabajo de la encuesta está puesto en seleccionar bien la muestra y después en determinar a cuánta gente se puede proyectar, y ese universo viene dado por la información del censo. Lo que ocurrió con la migración en Chile es que se concentró muy fuerte en 2016 y 2017. Frente a estos shocks, la metodología de las encuestas no tiene la flexibilidad para adecuarse rápido. Ahora, con el Censo de 2017, se va a actualizar tanto la muestra de la encuesta de empleo del INE, como la estimación de la población.

Por lo tanto, en el BC no estamos criticando ni a las encuestas de empleo ni al INE. Lo que decimos es que dado que no pueden capturar un shock que fue totalmente sorpresivo, lo que se debe hacer es apoyarse en otras fuentes de información.

¿Eso quiere decir que el INE no ha hecho mal su trabajo en cuanto a la calidad de la encuesta de empleo?

-Este año nos hemos juntado muchas veces con la gente del INE y veo una muy buena disposición a ajustar su metodología para tratar de incorporar factores como este. Yo no diría que el INE está haciendo mal su trabajo, para nada. Ellos tienen una metodología para hacer las cosas que ha sido desafiada y están en proceso de ajustarse a eso, por lo que no asignaría culpas, no hay una pega mal hecha. De hecho, en términos de medir la tasa de desempleo la encuesta del INE hace un muy buen trabajo. El problema es cuánta población estamos considerando en el país y eso afecta el crecimiento del empleo.

Pero ahora el INE ya ha anunciado y dado fecha para concluir el perfeccionamiento de su encuesta de empleo.

¿Con esos cambios esta misma encuesta debiera ser capaz de medir bien el fenómeno migratorio y su impacto en el empleo?

-Así es. Pero de todos modos hay lecciones importantes que sacar de este episodio. Está bien tener una muestra para la encuesta que venga de los censos, pero contar cuánta gente hay en el país es una cosa trivial, porque hay fuentes administrativas que tienen esa información día a día. Entonces, donde hay un espacio de mejora considerable es en mezclar la información que sale de las encuestas con la información administrativa. Ese es el desafío, y si en cinco años más no nos hemos puesto al día y no estamos haciendo la medición de empleo vinculando estos elementos, eso será un problema.

Deberíamos replantearnos el uso que le damos a la información de registro administrativo y a la de las encuestas. No tiene mucho sentido que un encuestador le pregunte a una persona de contrato formal cuánto gana, si este dato ya existe en el SII.

¿Las encuestas debieran ser complementarias a la información administrativa?

-Así es. Información que está capturada en registros administrativos no debiera replicarse en una encuesta. Esta última debiera estar enfocada en medir información que no podemos capturar vía registros, como la de los trabajadores informales, o a los formales preguntarles cosas que no sabemos.

Un modelo muy bueno es lo que hace Dinamarca. Su oficina de estadísticas tiene la facultad para exigir que todos los organismos del Estado le envíen los datos que ellos recopilan. Así, toda la información administrativa se genera y se guarda en un organismo centralizado de manera automática. De hecho, ellos ya no hacen censos. El número de habitantes lo registran cada día con datos administrativos. Y Chile tiene un nivel de ese tipo de información muy bueno con el Registro Civil, Extranjería, SII, Aduanas, Ministerio de Educación, etc.

¿Y acá quién debiera tener la facultad y el mandato de consolidar esos datos, el INE?

-El proyecto de fortalecimiento del INE que está en el Congreso de alguna manera da pie a esta arquitectura. Le otorga la facultad al INE de exigir a todos los otros organismos del Estado la información administrativa que tienen, sin posibilidad de que se nieguen. Eso implica poder juntar las bases de datos y cruzarlas. Una medida de este tipo sería un gran paso para avanzar en la calidad de las estadísticas en Chile.

¿Es relevante entonces sacar adelante dicha ley y dotar de más recursos al INE para esa tarea?

-Es inevitable que la información que se genera en distintos organismos del Estado esté centralizada en alguna institución. En ese sentido, un candidato natural es el INE y la ley de la que hablamos va en esa dirección. Si se sigue por ahí sería un muy buen paso. El punto es que le pongamos prioridad para hacerlo. En el BC somos usuarios de esta información y en los últimos tres años hemos hecho el esfuerzo de hacer convenios con instituciones que tienen registros administrativos para enriquecer el análisis que hacemos. Sin los datos administrativos, no podríamos haber hecho casi nada del análisis que traemos respecto del mercado laboral en el IPoM.

Desempleo, empleo y rotación

El mayor crecimiento del empleo en Chile que el BC revela en el IPoM para los años recientes, ¿resuelve el puzzle que se había planteado en el mercado laboral?

-En buena medida. Este puzzle de que crecía la actividad pero no el empleo, tiende a desaparecer en gran parte. La generación de empleo ha sido en los últimos tres años entre 1 y 2 puntos superior a las cifras oficiales. La encuesta del INE dice que el crecimiento del empleo total fue en torno a 100 mil personas al año, lo que es un 1,3% promedio en el último trienio. Nosotros estamos incorporando el shock migratorio que ha ocurrido, con cifras de Extranjería a diciembre de 2017, que arrojan un universo en torno a 1.100.000 personas nacidas en el extranjero. Cruzando esa información con los datos de la propia Extranjería de 2014 y con los del Censo de abril de 2017, podemos decir que hubo un incremento exponencial, con 450 mil foráneos llegando en 2017. Sobre esa base tenemos que entre 200 mil y 280 mil personas entraron al mercado laboral en los últimos 3 años. Es decir, un aumento de entre 2,4% y 3,6%, en vez de 1,3%. Esos números estás mucho más en línea con una economía que ahora se expande cerca de 4%.

Este mayor crecimiento del empleo, ¿cómo afecta a la tasa de desocupación que se ubica en 7,1%?

-Como dije antes, todo indica que la desocupación está adecuadamente medida. Lo chequeamos contra los datos del Censo de abril 2017 y aunque no tenemos certeza desde entonces hasta acá, creemos que en lo grueso la tasa de 7,1% del INE refleja bien el desempleo del país.

Lo que uno debe destacar a partir de eso, es que a pesar de la llegada de 600 mil personas en los años recientes y de que la fuerza de trabajo ha crecido casi 4% solo por los inmigrantes en los últimos tres años, la desocupación siga en tal nivel. Eso revela una capacidad bien notable del mercado laboral chileno de absorber esta oferta de trabajo. El contrafactual de ese 4% extra no empleado sería una desocupación de 11%.

¿Eso explica por qué la tasa de desempleo ha seguido en un nivel similar en una economía creciendo bajo 2% y en otra haciéndolo a casi 4%?

-Sí, es parte de la explicación. Pero también tiene otro elemento: la tasa de desempleo en general, para movimientos más en el margen de la economía, no es muy informativa, ya que es afectada por la decisión de participación en la fuerza de trabajo. Por ejemplo, cuando la economía mejora, aumenta el crecimiento del empleo, pero al mismo tiempo sube el número de gente buscando trabajo. Esta participación condicional es más relevante para mujeres y trabajadores mayores de 55 años, grupos cuyo peso ha ido creciendo en el tiempo. De continuar esta tendencia, el desempleo va a ser un termómetro cada vez menos preciso del estado del mercado laboral y de la economía, pese a que es un indicador de holguras.

¿Qué implica para la inflación y para la política monetaria un mercado laboral más robusto de lo que decían las cifras oficiales?

-Los efectos de equilibrio general no son obvios. Por un lado hay mayor oferta laboral y menor crecimiento de salarios en el corto plazo, lo que implica menores presiones inflacionarias; pero este grupo demanda más versus una capacidad instalada de la economía que está fija en el corto plazo y eso es inflacionario. En el neto, nos da un impacto levemente inflacionario, muy acotado, y lo mismo para la tasa: un efecto muy pequeño de sesgo al alza.

¿Qué pasará con el empleo y el desempleo en 2019?

-Dado que proyectamos una actividad que sigue creciendo algo por sobre el potencial, debiera sostenerse un incremento del empleo en esa línea. Tasas de crecimiento del empleo propias de una recuperación. En materia de desempleo, pienso que debiera retroceder algo, porque se siguen cerrando las holguras y las empresas van contratando más gente en el neto. Además, el efecto de la mayor participación debería tender a estabilizarse.

Pero el BC señaló que la tasa natural de desempleo es de 7,5%. Si estamos creciendo algo por sobre el potencial, ¿la actual desocupación en torno a 7% es consistente con eso?

-La tasa natural de desempleo, aquella que no genera presión inflacionaria, ha venido cayendo en Chile. Desde ese punto de vista, no es que en dos años más, cuando las cosas se normalicen, la tasa de desempleo va a estar en 4%. Eso no va a pasar. Si la economía se encamina a su potencial, el desempleo debiera no ser muy distinto al actual. Por un tiempo podemos tener algo menos porque todavía queda un cierre de brecha.

¿Este es el desempleo al que nos tenemos que acostumbrar en una economía con un PIB potencial de 3% a 3,5%?

-En efecto. Veamos cuándo el desempleo fue más bajo: cuando tuvimos el boom minero y la actividad crecía al 5%. Eso está por arriba de nuestro potencial.

Desde el punto de vista laboral, ¿cuánto espacio hay para que sigan sumándose migrantes sin que se genere un desequilibrio?

-Tuvimos un flujo migratorio muy significativo. Si hubiese dos años más de un flujo equivalente, el desempleo podría subir, pero datos preliminares para 2018 sugieren que el flujo ha sido menor que el del año anterior.

¿Qué debiera ocurrir con los salarios?

-También están afectados por este flujo migratorio, pero no debiera ser un impacto permanente. Al final lo que vamos a tener, como con cualquier shock poblacional, sea de migrantes o por más población propia, es un reescalamiento del tamaño de la economía, pero con sus mismas características. En el intertanto, vamos a tener presiones salariales más acotadas que sin el shock de migrantes.

¿El shock migratorio hace más rico o más pobre al país en términos económicos?

-Desde el punto de vista macro lo que está ocurriendo es que llegan trabajadores que, en el margen, están más calificados y eso es consistente con una economía con un PIB per cápita mayor en el largo plazo. Económicamente hablando este shock migratorio tiene un efecto positivo.

El BC también publicó una separata sobre el mercado laboral, ¿qué es lo más relevante de ese análisis?

-Que da cuenta de que en el mercado laboral chileno existe una importante segmentación: gente de bajos ingresos que tiene una alta rotación en sus empleos y eso está asociado a perfiles de salarios planísimos, y a que cuando se cambian de trabajo es muy aleatorio.

¿Cuál es la implicancia macro de esta evidencia?

-La implicancia macro es que si uno no va a las raíces de este problema, es bien difícil que la productividad del país crezca mucho más de lo que lo ha hecho históricamente. Para la macro y el crecimiento es malo, y para las personas también.

"De no mediar un cambio en el escenario, es razonable que la normalización de la tasa siga más o menos luego"

¿Cuán distinto en el diagnóstico del BC es este IPoM versus el de septiembre?

-Este es un IPoM de continuidad respecto a septiembre. El crecimiento de 2018 se revisa leve a la baja por dos factores puntuales -los registros de minería y mayores deflactores por alza de salarios-, que restan una décima cada uno, con lo cual queda en 4%. En la demanda interna prevemos ahora un consumo un poco más lento, pero a la vez una inversión más dinámica. Ambos factores se compensan.

¿En qué se basa el mayor repunte de la inversión?

-El crecimiento de la inversión lo corregimos de 5% a 5,5% este año y de 4,5% a 6% para el próximo. Uno ya está observando datos y elementos que sugieren que viene una inversión importante, en especial en el sector minero. Esto se refleja en el catastro de proyectos de la Corporación de Bienes de Capital, que en general es un buen predictor de la inversión que se va a materializar los años siguiente y subsiguiente. Lo seguimos desde el 2000 y todos los trimestres se ajusta. Este trimestre es el récord que hemos observado de corrección al alza desde que se hace el catastro. Nunca habíamos visto una revisión trimestral del tamaño de la de ahora, que es de 11 billones de dólares entre un trimestre y otro. Hay varios proyectos grandes con plazo 2019-2020-2021. Eso es muy indicativo y un buen anticipo de que viene bastante más inversión.

¿Eso debiera favorecer el empleo?

-Así es, porque la inversión minera es intensiva en mano de obra.

Pese a ello, para un sector del mercado fue demasiado optimista la proyección del BC del crecimiento 2019, que se mantuvo en 3,25%-4,25%.

-Nuestra apuesta no es que vayamos a crecer a 4,25%, ni tampoco 3,25%, sino algo al medio de ello.

Aún así, mientras su estimación promedio es de 3,75%, la del mercado viene ajustándose a la baja y según la EEE ya se ubica en 3,5%.

-Nosotros no tuvimos una revisión significativa de nuestros escenarios. Se pudo haber leído demasiado del mal dato de septiembre, el que básicamente sufrió el efecto de menos días hábiles, lo que se confirma con la recuperación del Imacec de octubre. El feriado de tres días de Fiestas Patrias contaminó toda esa semana. Esta es una lección para no hacer juicios sobre la base de datos volátiles del mes.

Usted mencionó el Imacec de octubre, pero había gente que esperaba una cifra más cercana a 5%, versus el 4,2%.

-Nosotros lo vemos como un dato fuerte. De hecho, el Imacec no minero de 5,1% es un muy buen registro, mientras que la caída de 6,1% del Imacec minero fue por razones puntuales, sin efecto macro.

A su juicio entonces, ¿están intactas las posibilidades de volver a crecer cerca de 4% en 2019?

-Ojo, ese es el escenario base y ahí tenemos una actividad repuntando con estos proyectos de inversión del catastro materializándose, lo que genera un impacto en el resto de la economía. Lo que es más difícil de hacer es un juicio respecto del balance de riesgos. En lo interno vemos el riesgo balanceado, con consumo a la baja e inversión al alza. En el plano externo, respecto de septiembre se concretaron algunos tratados comerciales y está el pacto EEUU-China que no lo vemos como algo demasiado significativo. Al menos falta dar detalles y el mercado así también lo entiende. Lo otro preocupante es la situación de Italia, que excedió el límite de déficit fiscal.

Ahora, lo que sí es claro y eso no estaba en septiembre, es que el mercado está haciendo un tema de esto. En octubre las bolsas se cayeron y no se han vuelto a recuperar. El hecho de que pase más tiempo con un nivel de incertidumbre alta, tiene efecto.

¿Eso habla de un escenario externo 2019 para Chile peor que el de 2018?

-Sí, eso es lo que está en el escenario base del IPoM. Nuestra visión en el margen no cambió mucho respecto a septiembre, pero queremos enfatizar que 2019 y 2020 son años con menor crecimiento mundial que el 2018. El mensaje es que el peak de crecimiento mundial ya lo vimos. No es tampoco que venga una recesión, pero sí una desaceleración.

Pero si eso así, ¿por qué la proyección de PIB local se mantuvo?

-Porque el BC hace proyecciones de acuerdo a un escenario base y en él esos riesgos no se materializan. Si los riesgos externos se materializan, el escenario base va a ser otro y la política monetaria también será otra, probablemente más expansiva. Ese es un escenario además con el tipo de cambio bastante más alto y con más inflación en el corto plazo por ese mismo factor.

¿Un tipo de cambio que podría superar los $700?

-Yo pensaría que sí, porque lo que vimos en septiembre es que estuvo ahí… Ahora, de ser inflacionario solo sería en el corto plazo, porque se trata de un escenario contractivo y donde el cobre podría retroceder hacia los US$2.

Eso volvería a poner al BC en un escenario complejo.

-Nuestro marco de política nos permite tener la inflación un poco más alta en los próximos seis meses, y eso per se no necesariamente va a mover la aguja de la política monetaria, porque de lo que se trata es de llevar la inflación a la meta en 2 años. En ese sentido, en general los shocks cambiarios a los 2 años ya se revirtieron.

¿A qué atribuyen la cierta decepción y pesimismo que hay a nivel de privados con la economía?

-Miramos las expectativas, pero tienen limitaciones. Donde estamos hoy la economía crece y sigue recuperándose. El catastro de inversiones indica que las perspectivas son buenas. En ese escenario, para serle franco, el dato de expectativas nos hace un poco de ruido y lo estamos analizando. Es importante no sobrerreaccionar a los datos. Me imagino que si la economía se comporta acorde a nuestro escenario base, sería natural esperar que las expectativas también mejoren.

¿Cuál es la implicancia del escenario que están delineando para 2019-2020 en materia de inflación y de tasas?

-La inflación tuvo una corrección que es relevante, pero para 2019 porque el petróleo se cayó fuerte. Pero a dos años plazo eso tiene un efecto mínimo. Diría que los elementos centrales del puzzle son los mismos que en septiembre: la brecha de actividad según nuestra mejor estimación es cercana a cero, pero puede haber holguras en otros mercados, como el laboral. Eso es consistente con la actividad que sigue creciendo en niveles algo por encima del potencial, cerrando esa brecha, lo que esperamos ocurra dentro del próximo año. Tenemos una inflación subyacente que partió baja, ha ido convergiendo y todavía le falta un trecho. En nuestro escenario base esa convergencia también se da en 2019. Y falta la brecha de tasas. La posición actual es todavía claramente expansiva, entonces, para que la figura cuadre, esa brecha tiene que cerrarse en un horizonte similar, porque si dejamos la tasa como está, el PIB va a crecer más que el potencial y la inflación va a converger, pero se va a pasar.

¿Y la normalización de la política monetaria no puede afectar la recuperación?

-No, porque esa es la parte de la gradualidad y cautela con que se hace. Si la evolución de la inflación no se da acorde a lo que pensamos, obviamente habría que cambiar el diagnóstico y los escenarios que el staff le presenta al Consejo.

Tras la pausa de diciembre en el alza de tasas, ¿debemos esperar un próximo movimiento en enero?

-Todas las alzas de tasas se deben decidir en el momento que corresponda, porque de acá a enero pueden pasar cosas. Pero de no mediar un cambio en el escenario, es razonable que la normalización de la tasa siga más o menos luego, porque si uno se demora después tendría que subir más rápido.P