Ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales del G20 tendrán una ardua tarea este fin de semana en Buenos Aires: discutir el futuro de la economía en medio de tensiones monetarias y una guerra comercial que escala.

Los aranceles impuestos por Estados Unidos al acero y el aluminio, primer movimiento de una polémica estrategia de combate al colosal déficit comercial norteamericano con China que el presidente Donald Trump se ha tomado a pecho, dominarán la escena.

El propio Trump se encargó de echar leña al fuego el viernes al declarar a la cadena CNBC que está "listo para llegar a los 500", en referencia a la posibilidad de aplicar aranceles sobre los más de 500.000 millones de dólares que Estados Unidos importa desde China.

"No estoy haciendo esto por política, estoy haciéndolo para hacer lo correcto por nuestro país" dijo. "Hemos sido estafados por China por mucho tiempo", agregó Trump, cuyas posiciones serán defendidas en Buenos Aires por su secretario del Tesoro Steven Mnuchin.

El déficit comercial de Estados Unidos con el gigante asiático superó los US$370.000 millones en 2017. Washington impuso aranceles adicionales de 25% equivalentes a US$34.000 millones a China y la semana pasada anunció gravámenes de 10% desde setiembre a productos cuya importación totaliza US$200.000 millones.

Beijing acusa a Estados Unidos de propiciar "la mayor guerra comercial de la historia económica" y respondió con aranceles retaliatorios a productos norteamericanos.

La decisión norteamericana, que también afecta a la Unión Europea (UE), Canadá y México (socios de Estados Unidos en el TLCAN), o Rusia, ha desatado medidas arancelarias de reciprocidad hacia los productos exportados por Estados Unidos.

Advertencias

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, que arribó este viernes a Buenos Aires, hará una "primera evaluación del impacto de las medidas comerciales" adoptadas por Estados Unidos "sobre el crecimiento" económico mundial, según fuentes francesas.

Se espera que los responsables de las políticas económicas del G20, integrado por naciones ricas y otras en desarrollo como Brasil, Argentina, México o India, aborden mecanismos para capear los potenciales impactos en la economía mundial de la escalada de tensiones comerciales, así como reforzar la protección del multilateralismo que encarna una paralizada Organización Mundial de Comercio (OMC).

La situación llevó a Beijing y Bruselas a anunciar la creación de un grupo de trabajo para estudiar una reforma de la OMC. Y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, aterrizará en Washington la próxima semana para intentar desactivar las tensiones comerciales.

Tensión monetaria y petróleo

Trump agregó otro tema difícil a una ya desbordada agenda del G20; un grupo de naciones que incluye a China. Si la presidencia argentina del grupo pretendía abordar cuestiones como el futuro del trabajo, el financiamiento de la infraestructura, o la transparencia fiscal, ahora deberá abocarse también a la espinosa cuestión de las monedas y tipos de cambio.

"China, la Unión Europea y otros han estado manipulando sus monedas y tasas de interés", dijo Trump en Twitter el viernes, quejándose de la fortaleza del dólar que perjudica la "ventaja competitiva" de su país.

Trump atacaba así nuevamente a la propia Reserva Federal (banco central estadounidense), que sube sus tasas para evitar el recalentamiento de la economía norteamericana y evitar cualquier brote inflacionario.

Para los países emergentes, será una reunión clave, en un escenario de gran incertidumbre.

Aunque el FMI sigue previendo un crecimiento sólido de 3,9% de la economía mundial en 2019, Lagarde advirtió en un artículo publicado en el blog del organismo, que la expansión económica se desacelera en la zona euro, Japón y Reino Unido y "en los mercados emergentes, el crecimiento es hoy más improbable de lo que era en abril".

La retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán a principios de mayo y su impacto sobre el precio del crudo, el alza del dólar y el incremento de las tasas de interés en Estados Unidos que potencia la retracción de capitales de las economías menos desarrolladas -14.000 millones de dólares entre mayo y junio de 2018-, está golpeando duramente a países como Brasil o Argentina, que siguen apostando al G20 para hacer oír la voz de los emergentes.