A nivel mundial, en los últimos años se ha posicionado con fuerza el concepto de sostenibilidad empresarial. En forma creciente, hoy las compañías son cada vez más conscientes de la necesidad de pensarse a largo plazo, para lo cual no solo es importante lograr buenos resultados, sino que es incluso más relevante la manera en que estos se obtienen.

Es así como las empresas, además de considerar los aspectos financieros de su gestión, también se preocupan de leer el entorno y pensar en cómo inciden en la sociedad y en los grupos de interés con los cuales se relacionan.

Según el último informe anual de Global Compact 2018, que hace un balance de cómo las empresas en el Pacto Mundial de las Naciones Unidas están adoptando los Diez Principios y tomando medidas para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se puede apreciar que las organizaciones en Latinoamérica están avanzando a paso firme e incorporando acciones para implementar la sostenibilidad.

Algunas de ellas son informar sobre su actuación de sostenibilidad, lo que sucede en un 71%, o implementar la sostenibilidad en su cadena de abastecimiento, como incluir las expectativas en los documentos contractuales, lo cual reconoce un 60%, o capacitar a sus colaboradores en el tema, que declara un 32%.

A lo largo de los años hemos sido testigos de cómo ha ido evolucionando el rol que tiene la empresa como actor en la sociedad. No hay duda de que éste va más allá de generar utilidades, proveer empleo e impulsar la economía; las empresas son, además, impulsoras de la innovación y el emprendimiento, gestoras de nuevas propuestas de bienestar para las personas, generadoras de opinión y creadoras de conocimiento, entre muchos otros aspectos.

Como motores de desarrollo, las organizaciones tienen la posibilidad de liderar la transformación social, tal como lo reconocen los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los que nos invitan a asumir un rol más activo en el logro de los grandes propósitos que tenemos como sociedad.

En esta mirada de la sostenibilidad no solo es importante desarrollar buenas prácticas en la gestión de los negocios.

También es clave entender el entorno en el que actuamos para aportar al desarrollo social. Es allí donde surge otra dimensión de la gestión empresarial: el apoyo o impulso a iniciativas de desarrollo social, que trascienden los negocios, y que con frecuencia se canalizan mediante las fundaciones empresariales.

Es en este contexto que llega a Chile Fundación SURA, con el propósito de sumar esfuerzos con otras organizaciones locales, para invertir en proyectos que generen capacidades y mejoren las condiciones de vida de las personas.

La educación es el principal factor de desarrollo y equidad social y, por ello, la hemos elegido como el principal eje de gestión de nuestra Fundación, complementando y potenciando así el esfuerzo que se realiza en esta materia, desde diversos sectores, públicos y privados.

La preocupación de fundaciones como la nuestra debe estar puesta en ayudar a transformar el contexto, aprovechando la capacidad que tienen las empresas de movilizar recursos, voluntades, conocimientos y acciones frente a asuntos relevantes para la sociedad.

Es por ello que llega a Chile la Fundación SURA, para ser una aliada de diversas iniciativas de desarrollo y como un testimonio del compromiso de las empresas con la sociedad.