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Por la fuerza de la razón

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EN su último libro, "De la estupidez a la locura", Umberto Ecco hace una analogía a la idea de modernidad o "sociedad líquida", que trata de dar explicación al mundo que nos encontramos. Se describen situaciones en la cual los estados están en crisis de ideologías, de los partidos y de toda organización que interpreta los deseos colectivos de los individuos. En este escenario, relata que el subjetivismo remueve los puntos de referencia colectivo, se pierde la certeza del derecho y se da lugar a la llamada liquidez en donde la resultante termina siendo una suma de deseos impulsivos sin un sentido que los una. Se habla que nuestra sociedad está en un proceso de precarización, pero ¿hay algo que pueda sustituir esta licuación? Si esto continúa, ¿el bien común dejará de ser un valor compartido por todos los habitantes de una misma nación?

Durante los últimos años, tanto en Chile como en gran parte del mundo, hemos vivido un vertiginoso cambio fruto de transformaciones tecnológicas y sociales, lo cual unido a la globalización e inmigración, pone cada vez pone más en tela de juicio la identidad cultural en una sociedad que tiende a la liquidez. Ahora bien, los cambios que han ocurrido dan forma importante al mundo que nos rodea, pero en este camino hay ciertos elementos clave por los cuales hemos construido un camino diferenciador, en donde los conceptos como la libertad, el progreso y definición del bien común han sido fundamentales.

Dentro de nuestra identidad cultural, hay un lema que nos debería unir como nación: "Por la razón o la Fuerza", lo cual más allá de marcarnos de una forma opresiva, ha derivado en que cuando nos hemos unido, ha sido la fuerza de la razón lo que nos ha dado las mayores satisfacciones. Cuando Chile logró institucionalizarse con Portales, al volver a la democracia en los 90 o cuando termina siendo reconocido en litigios internacionales -como la reciente demanda boliviana-, es cuando se percibe un ambiente de unidad en el cual la razonabilidad prima y se logran los mayores avances en beneficio de la mayoría, lo cual nos diferencia como nación y nos otorga un ancla colectiva para que demos forma al Chile que todos aspiramos.

La fuerza de la razón en temas que nos unen, nos da una ventaja enorme para plantear la actualización a la implementación de políticas públicas. Un buen ejemplo puede ser en educación y seguridad, al priorizar a los más pequeños o la propuesta del Plan Araucanía en donde, al igual que un proceso de innovación, se contó con una primera etapa de consultas a variados actores y posteriormente se planteó una propuesta centrada en el bien común. Si bien hemos tenido buenos ejemplos en esta materia, es muy importante que -considerando los vertiginosos cambios tecnológicos y sociales- los desarrollos en materia de políticas públicas en curso, ya sea a nivel de pensiones, laboral, tributaria o educación, consideren los distintos puntos de vista como parte del proceso. Una vez considerados, se contará con el mejor sustento para plantear un ancla de futuro que pondere adecuadamente el bien común para no caer en una sociedad líquida en donde si bien en el corto plazo puede haber circunstancias atenuantes, se cuente con la virtud para plantear un camino que lo corrija en el mediano plazo en donde la fuerza de la razón es un elemento de unión y legitimidad que nos muestra el mejor camino por el cual vale la pena perseverar.

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