El término Rusia 2018 dejó a Francia como nuevo campeón, que aunque no era el gran favorito en las apuestas al inicio del torneo, fue el que finalmente levantó la copa. Eso nos recuerda que las probabilidades no marcan inexorablemente el destino. Algo similar sucede con la economía: tenemos proyecciones para el crecimiento mundial, que recientemente el Fondo Monetario Internacional mantuvo en 3,9% para este año. Sin embargo, nada nos asegura alcanzar esta cifra, porque hay muchos factores que podrían cambiar el rumbo de la economía global.

En particular, las medidas proteccionistas que se están volviendo a levantar en algunos países pueden ser un catalizador hacia un menor desempeño global. A pesar de que los aranceles promedio todavía son bajos, esto cambiaría rápidamente si es que los afectados tomaran represalias y el mundo se embarcara en una escalada proteccionista. Con todo, se han recibido algunas señales positivas. Mientras Estados Unidos busca proteger su industria local de la competencia extrajera, Japón y la Unión Europea firmaron el mayor acuerdo comercial del planeta, que prácticamente elimina todos los aranceles mutuos entre el país asiático y el bloque europeo. En tanto, el TPP 11 -que abarca a la mayoría de las economías de la cuenta del Pacífico- ha continuado avanzando.

Los intereses globales se ven ahora más disgregados que antes y el nivel de confrontación entre las grandes potencias se ha incrementado. De este modo, también el crecimiento mundial comienza a ser más heterogéneo y los riesgos están sesgados a la baja. Es claro que las dos mayores economías del planeta tienen mucho que perder si la confrontación se acentúa y sus posiciones se tornan más distantes, pero si las negociaciones tomaran un derrotero favorable podríamos terminar en un mundo mejor. El gran problema es que, como en el caso de la Copa del Mundo, no se sabe de antemano cuál será el resultado, por más que hayan muchas apuestas dando vueltas.

En este entorno, las economías latinoamericanas han sido perjudicadas. Los precios de los commodities han caído, las perspectivas de crecimiento para varios países de la región se han reducido en los últimos meses, las monedas se han debilitado y los indicadores bursátiles han retrocedido. Revertir esta situación será una tarea ardua, porque la zona depende en gran medida de los precios de los productos básicos que se han visto afectados por las tensiones comerciales y políticas. A lo anterior, se suman realidades nacionales muy dispares, instituciones débiles y limitada integración entre vecinos.

La región ha sido sumamente exitosa como enclave de paz y casi no se han visto enfrentamientos bélicos en más de un siglo. Sin embargo, para que Latinoamérica dé un paso adicional y pueda lograr mayor resiliencia a un escenario global adverso, se deben generar las condiciones para avanzar hacia una mayor integración.

Para ello, el primer requisito es lograr  equilibrios macroeconómicos que sean sostenibles.