Promete ser una revolución total. Google anunció la creación de un barrio futurista en Toronto, Canadá, en un terreno de 4,8 hectáreas junto al lago Ontario, llamado Quayside. Con una inversión de US$ 50 millones, el objetivo es que esté en funcionamiento en 2022.

Sidewalks Labs, la firma de proyectos urbanísticos de Alpabeth, la casa matriz de Google, será la encargada de llevar a cabo la iniciativa, que incluye casas, comercio, oficinas y áreas verdes, entre otros. Dentro de las novedades que ofrecerá está la construcción de viviendas sustentables, robots que sacarán la basura, reconocimiento facial y transporte en bicicleta o automóviles eléctricos. "Esperamos que Quayside se convierta en la comunidad más medible del mundo. No habrá otro lugar en el que los investigadores tengan acceso a una plataforma con datos tan confiables y estandarizados", señala la compañía en su página web.

Tan prometedor es el proyecto, que ya cuenta con la venia del Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, señalando que la ciudad inteligente de Google ayudará a construir comunidades más inclusivas.

Pero no todos muestran tanto entusiasmo. Algunas asociaciones y organizaciones han manifestado públicamente su malestar precisamente por la gran cantidad de información personal que se obtendrá con sensores de movimiento, control de entrada y salida, cantidad de agua y electricidad que se utilice, etc. Para muchos, este es el costo a pagar por vivir en este barrio.

Bianca Wylie, cofundadora de Tech Reset Canada, una asociación de vecinos en Toronto, explicó a PULSO que han pasado nueve meses desde que se anunció este proyecto y aún no hay detalles de su funcionamiento. "Hay preguntas importantes que no reciben respuesta sobre la recopilación de datos, la propiedad y el uso de éstos y cómo afectarán a los residentes, trabajadores y visitantes del área. Esto no es un buen proceso democrático, se deben abordar cuestiones importantes antes de negociar. Se espera un plan final en 2019", señala.

Pero Roberto Camhi, gerente general de Mapcity, dice que este proyecto va de la mano con el actual comportamiento de la sociedad. "Nos estamos moviendo en la misma dirección, siendo parte de un mundo más medible, en donde los datos, transformados en conocimiento e información, permiten hacer de las ciudades mejores lugares para vivir. Si queremos mejorar como sociedad, tendremos que colaborar y compartir y la información es parte de ello".

Por ello, Camhi no le ve aspectos negativos a la iniciativa. "Como todas las cosas, depende de su uso. La energía nuclear puede ser utilizada para detectar cáncer y salvar vidas o para destruir ciudades. De la misma forma, la información puede tener un uso pernicioso o muy positivo. Confiamos en lo segundo. Hay tanto valor en su explotación correcta, que no nos podemos permitir perder la oportunidad de dar estos pasos, que son cuánticos. Estamos viviendo una transformación equivalente a lo que fue la revolución industrial a finales del siglo XVIII, sin vuelta atrás. Está en nosotros hacerlo bien".

Sin embargo, estima que para el éxito de proyectos como este, se deben actualizar los aspectos regulatorios. "Se deben permitir iniciativas disruptivas. No podemos pretender tener ciudades inteligentes con las mismas leyes del pasado. Esto implica necesariamente pensar de una manera distinta, aprovechando el poder de la información que se genera, pero también cuidando el uso que se le da. El Internet de las cosas (IoT), unido a la inteligencia artificial (IA), generará importantes beneficios para todos, ayudándonos a tomar mejores decisiones", señala.

¿Y en Chile?

Juan Luis Núñez, gerente general de Fundación País Digital, señala que esta no es una realidad lejana a Chile. Santiago es considerada la ciudad más inteligente de Latinoamérica según el ranking Cities in Motion de la IESE Business School. "Tenemos todas las posibilidades de contar en el futuro con un barrio inteligente como el que está proyectando Sidewalk Labs. Santiago cuenta con diversas iniciativas smart, como diferentes empresas de bicicletas públicas, vías reversibles, 2.800 semáforos conectados a la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT) y autopistas urbanas con el sistema free flow, esto es, sin detenerse en cada pórtico, entre otros".

Núñez agrega que Chile cuenta con iniciativas destacadas, tanto del sector público, como del sector privado. "Esto demuestra que en nuestro país opera un entorno digital que no sólo adopta las nuevas tecnologías, sino que también las adapta para la convivencia social. Es cierto que aún nos falta mucho para dar el salto y contar con proyectos como el de Google, sin embargo no es imposible imaginar que algo así se dé en el país".

Señala que muy por el contrario, contar con este tipo de iniciativas empujaría con mayor fuerza la necesidad de formar capital humano, incentivaría las carreras TIC y, por cierto, le daría un plus a la economía.