En tiempos de crisis la pregunta de cuál será la iniciativa que generará un sentido común es siempre un misterio. Pero hoy es posible identificar esfuerzos importantes que debemos seguir de cerca para aportar en sus resultados. Ejemplo de esto es el mundo político. A pesar de estar ampliamente cuestionados, han generado espacios de diálogo que proyectan un plebiscito que hace un par de meses no hubiésemos pensado. Otros casos son la propuesta de reducción a 40 horas, el aumento del sueldo mínimo o la rebaja en la dieta parlamentaria, por mencionar algunos.

Pero ¿cuál ha sido la propuesta al país desde las empresas? En un inicio de la crisis mostraron acciones asociadas a la flexibilidad laboral y a una mayor comprensión. Medidas en una primera lectura necesarias, pero que miradas con detención son bastante tibias.

Es el momento para ser una mejor empresa y responder al entorno, haciendo negocios de una manera más cercana y sostenible. Para esto no hay receta, pero sí buenos consejos. Incluir a los trabajadores en la toma de decisiones es un primer paso clave y crear instancias de diálogo interno es una gran oportunidad. Las organizaciones ya no pueden depender de la lucidez de un grupo de directivos. Todos quienes conforman la empresa tienen y pueden aportar en esta reflexión.

Perder el miedo en este sentido es vital. Compartir con claridad el escenario o el riesgo con los empleados, para desde ahí generar decisiones virtuosas y participativas.

Orientar la toma de decisión se ve como un segundo paso. No es sentarse a conversar solo para escucharse. Dirigirse hacia el resultado con tiempos claros son aspectos necesarios para procesos de esta índole.

Mirar el largo plazo, el mínimo. Se debe dejar de pensar en medidas estéticas, lo que sucede hoy en Chile no se resuelve con medidas efectistas. Construyamos mejores empresas donde los colaboradores se sientan parte, a varios años y de forma sostenible.

Es que una buena empresa ya no sólo destaca por la calidad de su servicio, sino que por la forma en cómo lo logra. La rentabilidad en sí misma deja de ser el indicador más relevante y el rol que han tomado las inversiones ESG es un claro ejemplo.

¿Cuál debe ser la guía para las empresas? Evitar quedarse en las reflexiones y el temor. Es tiempo de la acción mirando un propósito común en donde el ser una empresa exitosa se entienda tanto por su contribución económica, como social y ambiental.