En las últimas semanas el tipo de cambio ha fluctuado en torno a lo que consideramos consistente con sus fundamentos de corto plazo.

Sin embargo, señales de disposición a negociar sobre el conflicto comercial surgidas del G20 y mejores perspectivas de crecimiento del mundo emergente frente a los desarrollados, traerían consigo un mayor apetito por riesgo, flujo de capitales hacia países emergentes y repunte en precios de materias primas, presionando hacia una mayor apreciación del peso.

En Scotiabank, mantenemos nuestra visión de que el peso se cotizaría en niveles incluso bajo $650 en las próximas semanas.

En la reunión del G20 se anunció una pausa en las medidas proteccionistas por parte de EEUU, lo que ha sido leído positivamente por el mercado, asignando una mayor probabilidad a que se alcance un acuerdo antes de marzo.

La materialización de este escenario debería contener el debilitamiento de las expectativas de crecimiento que hemos visto en los últimos meses. Ante esto, es probable ver nuevamente un proceso de toma de riesgo (risk-on) en mercados emergentes y activos riesgosos en general, muy castigados en los últimos meses.

En especial, una mejora en la demanda esperada por cobre debería sostener el precio del cobre en torno a US$3 libra, lo que traería consigo una nueva presión apreciativa sobre el peso.

Esto favorecería un mayor flujo de capitales hacia Chile, lo que ayudaría a aumentar la liquidez en dólares en el mercado local, lo que creemos es uno de los factores que ha mantenido el tipo de cambio en la parte alta de lo consistente con sus fundamentales.

Por otro lado, en la medida que aumente la rentabilidad de los activos riesgosos locales y externos, es natural esperar nuevamente un flujo de cotizantes de AFP hacia activos más riesgosos, especialmente hacia el fondo A.

Si bien el efecto cambiario de este flujo sería depreciativo para el peso (mayor demanda por dólares), la menor demanda por bonos soberanos y el consiguiente aumento de las tasas de interés hacen que este efecto sea de carácter menor y transitorio.

Con todo, anticipamos un peso cotizándose incluso bajo $650 en las próximas semanas. Más allá de las esperanzas que surgen respecto al conflicto comercial y el posible rebalanceo en los flujos de capital, las cifras de actividad avalan una mayor fortaleza de las economías emergentes frente a las desarrolladas en los próximos trimestres.

Europa y en especial EE.UU., comienzan a perder dinamismo, mientras que los emergentes, luego de moderarse los riesgos políticos, comienzan a mejorar gradualmente. Las proyecciones de crecimiento apuntan a que EE.UU. se expandiría entre 2%-2,5% anual en los próximos trimestres, mientras que Chile crecería en el rango 3%-3,5% anual.

Si bien a nivel local los proyectos de inversión aún deben materializarse, las cifras recientes de actividad y mercado laboral hacen pensar que la recuperación está en marcha. A esto se suma un mayor diferencial de tasas de interés, que se sumaría a la presión apreciativa sobre el peso.

La Reserva Federal de EE.UU. se muestra menos convencida que hace unos meses de llevar la tasa por sobre su nivel neutral, contrario a lo que sucede a nivel local, donde las tasas de mercado se encuentran en la parte baja de la trayectoria delineada por el Banco Central, con mayor probabilidad de ver sorpresas al alza que a la baja.