Una ola de calor es un período prolongado de temperaturas inusualmente altas para una zona determinada y que se prolonga por al menos tres días.

Hasta antes de la década de los 70, Santiago y la zona central vivían en promedio no más de dos olas de calor por año.

Conforme el calentamiento global se hizo más evidente, el fenómeno se fue acrecentando. Ya para la década de los 80, estos eventos tenían una ocurrencia de al menos unas diez veces por año.

Entrado el siglo XXI, hay años en que se han registrado hasta 16 eventos anuales.

El cambio climático es una de las explicaciones de por qué la zona centro del país ha experimentado un progresivo aumento de temperatura en las últimas décadas y también la presencia de las olas de calor. Pero no es la única. Científicos advierten que la morfología de la zona central también ayuda a explicar esta alza. Se trata del corredor de calor, también llamado corredor caluroso o corredor cálido, que cruza el país entre la Región de Valparaíso, pasa por la Región Metropolitana y se extiende hasta la Región del Ñuble.

Patricio González, agroclimático del Centro de Investigación y Transferencia en Riesgo y Agroclimática de la Universidad de Talca (Citra) explica que este corredore está influenciado por la topografía y la geografía, que es la depresión intermedia, “donde ciudades como Talca, Cauquenes y Chillán, están a 90 o 100 metros sobre el nivel del mar, aislados de la influencia térmica del Océano Pacífico debido a la presencia de la cordillera de la Costa”.

Cauquenes.

Esto provoca que estas ciudades tengan temperaturas récord, como Talca, que en 2017 anotó 39°C, Cauquenes que llegó a 44°C y Chillán, cuyos termómetros se han empinado hasta los 40-41°C. “En este corredor interactúan el clima, factores meteorológicos y el relieve”, dice González. Se trata de sectores bajos, añade el agroclimatólogo, lo que hace que la continentalidad se haga extrema y obviamente haya un aislamiento de la influencia oceánica“, que impide que ésta pueda llegar al valle central”.

Talca, precisa González, “es una de las ciudades que está más aislada de la influencia marina, y debido a sus características, es sumamente continental. Muy fría en invierno, hasta -6°C y muy cálida en verano, donde en enero hemos llegado a tener hasta 39°C. Ahora, con el cambio climático, estas altas temperaturas comienzan en noviembre. El 1 de este mes, anotamos 37,5°C, la más alta en 100 años de registro”, explica.

Vista área de la ciudad de Talca. Foto: Agencia Uno

“La otra área que también ha tenido extremos térmicos es Cauquenes, que es una zona encerrada por cordillera, en depresión, donde se han registrados temperaturas sobre los 40°C. En 2017, 41°C y en 2019 44°C. Acá hay dos sectores muy bajos topográficamente que acumulan mucho calor, debido su geografía y la depresión intermedia”, añade.

Esa es una de las zonas extremadamente cálidas del país, debido a la presencia de este corredor. La otra es hacia el interior de Valparaíso. “Petorca y La Ligua, que también están aisladas de la influencia marina, y donde las temperaturas pueden llegar incluso a 40°C, debido a la interacción entre el relieve de la depresión intermedia y las características meteorológicas del verano”, añade el agroclimático.

Advierte que la presencia de este corredor caluroso podría seguir incrementando las temperaturas en la zona central del país.

Petorca, una de las zonas más afectadas por la escasez hídrica en Chile. Foto: Agencia Uno

Hace cuatro años que estas olas de calor se presentan de manera consecutiva en octubre. Como consecuencia del calentamiento global, la frecuencia de este fenómeno se ha triplicado en los últimos 40 años. Si durante la última década se registraron poco más de seis olas de calor en promedio por año, a partir de 2020 se rompieron todos los récords, registrándose 16 olas de calor.

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