¿Patrimonio de la Humanidad? Viñas patrimoniales chilenas podrían ser las primeras de América

Viñas patrimoniales, Guarilihue, Colemu, Región del Ñuble. La imagen es representativa de hectáreas con Viñas Patrimoniales que no tienen la forma tradicional de los viñedos de producción industrial, sino que son viñas que se hacen parte del paisaje de forma mucho más natural, sin alambres ni formas de riego establecida. Foto: Philippo Pszczolkowski

Un estudio sobre los territorios vinícolas patrimoniales del país muestra las principales características que los definen como tal y que los podría convertir en merecedores del prestigioso título internacional.


Tres especialistas nacionales de la vitivinicultura elaboraron un estudio sobre Viñas Patrimoniales en Chile, el cuál fue publicado en la revista italiana OS. Opificio della Storia y tiene como objetivo principal rescatar las características principales de estos viñedos nacidos en el periodo colonial y que se han mantenido hasta la actualidad, pero más importante, según estos investigadores, es recordar y rescatar la gran cultura tradicional, la cual no se ha sabido apreciar.

Son más de 15.000 hectáreas -que han denominado la corriente principal en el estudio- las que albergan las diferentes viñas patrimoniales y que se ubican principalmente en las regiones del Maule, Ñuble y en menos cantidad en el Biobío. Territorio que está en peligro de desaparecer y que se busca dar a conocer nuevamente para lograr la postulación a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Esto porque las características principales de estos viñedos patrimoniales, es que rescatan las historia patrimonial y siguen las tradiciones ancestrales como mantener sus tierras con un régimen hídrico de secano, un sistema de conducción en cabeza y lo más importante, que mantienen variedades de vinos asociadas a la cultura hispanocriolla.

Según el artículo, en el año 1999, el enólogo italiano Mario Fregoni, en ese entonces y actual Presidente Honorario de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (Oiv), visitó Chile y al observar las reliquias donde se cosechaba el pipeño, la chicha o asoleado durante su recorrido, propuso que estas deberían postularse para obtener tal reconocimiento mundial.

Lamentablemente, esos esfuerzos fueron dejados de lado con el pasar de los años, y es por eso que el objetivo de los especialistas de la investigación es retomar la misión que dejó Fregoni hace más de 20 años y poner sus conocimientos al servicio de este requerimiento.

Pablo Lacoste, director de la Revista Iberoamericana de Viticultura, Agroindustria y Ruralidad (RIVAR), la primera revista científica del mundo en español de vitivinicultura y coautor del artículo, señala que “tenemos abierto el camino para la postulación, lo que si es que hay que hacer más estudios y hay que convencer al Presidente de la República y al canciller en avanzar en esa dirección”.

Asimismo, recalca que lo que falta para motivar el camino a que las viñas patrimoniales sean reconocidas por la Unesco “es creernos el cuento, amar más a Chile. En vez de irnos de vacaciones a conocer París y Londres, tener más actitud de ir a conocer los lugares espectaculares de primera calidad mundial que tenemos dentro del país”.

Sin embargo, el problema que presenta el objetivo que se quiere alcanzar es que se necesita un cambio cultural en cuanto a la admiración que se le da al valle central y a todas las culturas campesinas y ancestrales.

Patrimonio y Cultura

¿Cómo logra Francia tener un vino que valga dos mil euros la botella? Fue lo que se preguntó Lacoste junto a los especialistas, Philippo Pszczolkowski, ingeniero agrónomo y referente nacional de la vitivinicultura, y fundador del Diplomado en Vino Chileno (PUC), y Gonzalo Rojas, referente de patrimonio enológico de Chile, y creador del 4 de septiembre como El Día Nacional del Vino Chileno.

Parras parronales en Camino Viejo, Valparaíso. Foto: Archivo

La respuesta, porque los referentes del vino, en este caso europeos, “han logrado desarrollar la dimensión simbólica del vino, entonces una botella de vino francés en una mesa irradia un valor simbólico y eso es lo que se paga. Lo que llevan cientos de años desarrollando y nosotros no” señala Lacoste.

“La vitivinicultura es la industria emblemática de Chile, y es la principal exportación industrial. Pero tiene un problema que es la identidad”, agrega.

En este contexto aparece el concepto de patrimonio. Un producto patrimonial es un producto que tiene todo un relato atrás de antigüedad, historia ética y la pureza del campesino por sobre la mercadotecnia de la industria. Lo que en Chile ha sido muy poco apreciado, a pesar de que aún lo tiene a diferencia de otros países como Argentina donde aquellos territorios desaparecieron casi en su totalidad.

Entonces ¿qué hace falta? Partir por el cambio cultural, pero muy relevante, es poder “crear la corriente opinión, conseguir más apoyo en una mesa publico privada que vaya empujando esta iniciativa” dice Pablo. “Esta es una causa nacional que nos debería involucrar a todos”, por eso es que este artículo tiene “tiene un plan de desarrollo nacional, económico y social, inclusivo”.

Viñas patrimoniales de Trehuaco, Región del Ñuble. Paisaje de viñas patrimoniales, que dan cuenta de su forma natural sin utilizar alambrados o formas de riesgo a diferencia de los viñedos más conocidos de producción industrial. Foto: Philippo Pszczolkowski, coautor del artículo.

Lo que los investigadores buscan es reivindicar un paisaje cultural, no viñas en particular. Paisajes irregulares con los árboles que crecen en los cerros, cosechas únicas en viñedos secanos que no son de riego, sino que dependen netamente del clima y la cantidad de lluvia de cada año, donde no hay un trabajo industrial, y donde persevera el trabajo de las personas.

Un sistema ancestral donde se siguen cosechando los vinos de tradición campesina como el pipeño y el asoleado, que es el vino por excelencia de alta calidad debido a su especial tratamiento. “Este era el mejor vino que había en América del sur a fines del siglo XVIII comienzos del XIX, no había otro vino de tan alta calidad” cuenta el especialista.

“Son unos paisajes alucinantes. Y en la medida en que logremos reencantarnos con el Chile profundo y empecemos a ir a eso lugares, probando la concina chilena tradicional y los vinos locales, se va a ir generando esa corriente de turismo y de desarrollo hacia adentro, eso es lo hermoso”, recalca el director de la Revista RIVAR.

Paisaje chileno tradicional teja tinaja, parte del artículo "Viñas Patrimoniales en Chile", que ilustra la antigüedad e historia que tienen las viñas patrimoniales en el país. (Ilustración de Revista En Viaje n°88: febrero 1941)

Sobre los plazos que hay para poder lograr la postulación de estas hectáreas para ser reconocidas como Patrimonio de la Humanidad, no hay fechas como tal, este proceso “depende de cada país, y ningún país de América ha avanzado en esto, por lo que Chile podría convertirse en el primero del continente”.

Finalmente la propuesta del artículo publicado y revisado por pares del área, es tratar de volver a reencantar a los chilenos y que se aprenda a admirar a esa persona humilde, trabajadora, creativa y que es portadora de un patrimonio ancestral.

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