“Sin aviso previo”: ¿por qué una persona aparentemente saludable puede morir de un infarto?

“Sin aviso previo”: ¿por qué una persona aparentemente saludable puede morir de un infarto?

A raíz del fallecimiento del reconocido animador de TV, Claudio Iturra, especialistas en cardiología cuentan qué se debe tener en cuenta para prevenir un infarto en personas jóvenes.


El periodista de viajes Claudio Iturra falleció a los 43 años, según confirmaron fuentes de Canal 13. La tragedia ocurrió anoche, cuando su madre, Luz Jáuregui Traverzo, escuchó un fuerte ruido proveniente del dormitorio de su hijo y lo encontró con problemas para respirar. A pesar de la rápida llegada de la emergencia de la Clínica Alemana, Iturra no pudo ser salvado. La causa preliminar de su muerte fue un infarto agudo al miocardio.

Iturra era conocido por sus programas de viajes, que lo llevaron a distintos lugares del mundo, ganándose una audiencia fiel gracias a su pasión y carisma. La noticia de su fallecimiento ha conmocionado a sus seguidores y a la industria televisiva, dejando un vacío en el ámbito de los programas de exploración y aventuras.

Según la Federación Mundial del Corazón, cada año se producen cerca de 20,5 millones de muertes por enfermedad cardiovascular en el mundo. Esta organización estima que el 33% del total de muertes en el mundo se deben a enfermedades del corazón.

En el caso del animador de televisión, el Dr. Nicolás Bunster, cardiólogo de Clínica Universidad de los Andes, explica que en personas jóvenes, los infartos pueden presentarse de manera brusca y sin aviso previo, como un evento único que puede incluso llevar a la muerte súbita.

A diferencia de las personas mayores, cuyos síntomas pueden desarrollarse de forma más lenta y menos evidente, los jóvenes pueden experimentar un infarto de forma repentina y severa. Factores hereditarios, como antecedentes familiares de infartos en personas menores de 60 años, y condiciones como la dislipidemia familiar, aumentan el riesgo significativamente, añade el especialista.

El Dr. Martin Larico, cardiólogo de Clínica Alemana, agrega que, en personas de la edad del animador, las señales de un infarto pueden detectarse mediante síntomas como cansancio anormal, palpitaciones, desmayos, y especialmente dolor torácico tipo angina (opresión en el pecho). “Es crucial prestar atención a estos signos y buscar atención médica oportuna” dice.

¿A qué edad se espera médicamente que alguien pueda sufrir un infarto?

Un ataque al corazón, también conocido como infarto de miocardio, ocurre cuando hay una obstrucción en una arteria coronaria, lo que impide que la sangre, que transporta oxígeno, fluya al músculo cardíaco. Esto puede deberse a la formación de un coágulo de sangre en una arteria ya estrechada por la acumulación de placa.

Situación que no hay que confundir con un paro cardíaco, también conocido como paro cardiorrespiratorio, que es cuando el corazón de repente deja de latir de manera efectiva. Durante un paro cardíaco, la persona generalmente pierde el conocimiento y deja de respirar. Sin atención médica inmediata, un paro cardíaco puede ser fatal en cuestión de minutos.

El riesgo de infarto aumenta notablemente a partir de los 35 años, con una mayor prevalencia en hombres a partir de esta edad debido a que las mujeres están protegidas hasta la menopausia por factores hormonales. “Las mujeres suelen presentar infartos a edades ligeramente mayores que los hombres, típicamente alrededor de cinco años después” señala el Dr. Manuel José Irarrazabal, cardiocirujano y asesor IPSUSS.

Sin embargo, médicamente, el riesgo de infarto aumenta significativamente a partir de los 50-55 años, comenta Larico.

En personas jóvenes también es posible que se dé este escenario debido a factores de riesgo emergentes como el tabaquismo, la diabetes y el colesterol alto. “En general, los hombres tienden a experimentar infartos más temprano que las mujeres, quienes suelen ver un aumento en el riesgo postmenopausia” señala Bunster.

¿Cómo se puede evitar un infarto?

La prevención de infartos pasa por mantener hábitos de vida saludables, como

  1. Seguir una dieta equilibrada.
  2. Practicar actividad física regular de intensidad moderada.
  3. Evitar vicios nocivos, como el tabaquismo y el consumo de drogas.

Para jóvenes con riesgo elevado, es crucial manejar adecuadamente cualquier factor de riesgo cardiovascular, incluyendo el control del colesterol y la presión arterial, así como someterse a chequeos médicos regulares.

También, se recomienda el control de los factores de riesgo emergentes, como ciertas lipoproteínas y cardiopatías estructurales, añade Larico.

¿Puede existir un factor que se relacionen entre un infarto y el deporte?

La actividad física de muy alta intensidad puede incrementar el riesgo cardiovascular, especialmente durante el ejercicio mismo, aumentando hasta tres veces el riesgo de un evento cardíaco en comparación con la actividad física moderada recomendada por la Organización Mundial de la Salud.

Aunque el ejercicio es generalmente beneficioso, los entrenamientos extremadamente intensos pueden poner una carga excesiva sobre el corazón.

Cabe destacar que, aunque existe una relación entre la actividad física intensa y la aparición de síntomas de aterosclerosis, esta no es causal. La actividad física regular y ordenada es preventiva y ayuda a disminuir el riesgo de obstrucción arterial. En deportistas jóvenes, los colapsos suelen deberse a arritmias cardíacas complejas asociadas a cardiopatías, no a infartos, añade el especialista de Clínica Alemana.

infarto

¿Existen factores de riesgo específicos que aumenten la probabilidad de un infarto en personas jóvenes?

Los factores de riesgo específicos para infartos en personas jóvenes incluyen:

  • Antecedentes familiares de infartos prematuros.
  • Dislipidemia familiar.
  • Hábitos nocivos, como: Tabaquismo. Consumo de sustancias de abuso (por ejemplo, cocaína). Consumo excesivo de bebidas energéticas.
  • Alteraciones del colesterol
  • Diabetes y prediabetes
  • Sedentarismo
  • Obesidad

Estas condiciones, combinadas con factores genéticos y estructurales, pueden incrementar significativamente el riesgo de un infarto.

¿Cuáles son los síntomas típicos de un infarto en personas jóvenes?

En personas jóvenes, los síntomas de un infarto pueden ser más agudos y repentinos, con una presentación más agresiva. Esto puede incluir dolor intenso en el pecho (que puede irradiar al cuello, hombros, brazo izquierdo y a veces al dorso), dificultad para respirar, y en algunos casos, puede ser el primer signo de enfermedad coronaria.

“En personas jóvenes, el dolor torácico debe ser siempre una señal de alerta” enfatiza Larico.

Otros síntomas son ansiedad, sudoración, náuseas y molestias en la boca del estómago.

En comparación, las personas mayores pueden experimentar síntomas más larvados y subagudos, desarrollándose de forma más gradual. Sin embargo, “no hay grandes diferencias en los síntomas entre personas jóvenes y mayores, aunque los jóvenes pueden a veces ignorar los síntomas o confundirlos con otras condiciones menos graves” añade Irarrázabal.

Aumento de infartos en adultos jóvenes

El número de infartos de miocardio está en aumento entre los adultos jóvenes. Estos ataques al corazón, que ocurren cuando el flujo sanguíneo al corazón se bloquea parcial o totalmente, presentan síntomas como dolor en el pecho, molestias irradiadas a la mandíbula, cuello, espalda o brazos, dificultad para respirar y sensación de debilidad o desmayo.

Un estudio de más de 2.000 adultos jóvenes ingresados por infarto entre 2000 y 2016 en dos hospitales de Estados Unidos encontró que 1 de cada 5 tenía 40 años o menos, con una proporción que ha aumentado un 2% anualmente en la última década.

De acuerdo a un reportaje de National Geographic, la gravedad de este problema se subraya por el hecho de que los adultos jóvenes que han sufrido un infarto tienen las mismas probabilidades que los adultos mayores de morir de otro ataque al corazón, un accidente cerebrovascular u otras causas. Este aumento en las enfermedades cardíacas entre los jóvenes ha contribuido a una disminución de más del 4% en la esperanza de vida en Estados Unidos en 2020 y 2021, según un editorial en JAMA Network.

Sufrir un infarto en personas jóvenes, puede tener un impacto psicológico y emocional, lo que puede ser significativo, ya que enfrentan la percepción de vulnerabilidad a una edad temprana. Esto puede generar ansiedad, depresión y estrés postraumático. “Los sobrevivientes deben ser meticulosos en el seguimiento de su salud cardíaca, lo que puede ser una carga emocional adicional. Un apoyo psicológico adecuado y educación sobre la gestión de su salud pueden ayudar a mitigar estos efectos” concluye el especialista de la USS.

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