La influencia de Jaime Guzmán en la Constitución del ‘80: Mitos y verdades

¿Es Jaime Guzmán el padre de la Constitución de 1980? Efectivamente el académico fue su principal impulsor y clave en la redacción de la Carta Fundamental, pero según sus biógrafos y cercanos, eso no quiere decir que cada línea haya sido escrita según su pensamiento.


El 1 de abril de 1991 Jaime Guzmán salió de su clase de Derecho Constitucional en el Campus Oriente de la Universidad Católica, se despidió de algunos funcionarios y subió al Subaru Legacy gris que su chofer manejaba. Mientras esperaban en el semáforo de la esquina de la calle Battle y Ordóñez con Regina Pacis, fue abordado por dos sujetos que abrieron fuego. Recibió dos balas que tres horas después le causaron la muerte en el Hospital Militar.

El miércoles pasado se cumplieron 29 años de ese episodio y la UDI, el partido que Guzmán fundó en septiembre de 1983, organizó varias actividades online, entre ellas un conversatorio para recordar la figura de su fundador y su legado y también abordar aspectos del acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución que el partido firmó el 15 de noviembre pasado en pleno estallido social.

En esa oportunidad, la presidenta de la UDI, Jaqueline Van Rysselbergue dijo que “ni en nuestras peores pesadillas pensábamos que podíamos estar firmando un proyecto para una nueva constitución”, y afirmó que lo había hecho por considerar que era indispensable dar una señal al país en ese minuto. Luego agregó: “Yo no tengo ninguna duda que Jaime Guzmán habría hecho lo mismo (firmar el acuerdo), creo que lo que hay que hacer, avanzar. Y la UDI desde su fundación ha dado muestras de grandeza”.

¿Qué habría hecho Jaime Guzmán? Dificil saberlo, considerando que para varios, la Constitución del 80 fue la gran obra del abogado, donde plasmó parte importante de su pensamiento político y moral.

En una carta publicada en marzo de 2016, la hermana del abogado, la periodista Rosario Guzmán, escribió: “Los códigos vigentes están a años luz de los que imperaban hace cuatro décadas, en tiempos de la Guerra Fría, y que explicaban en parte tu obsesión por la “democracia protegida” reflejada en la Constitución que redactaste y que tantos enemigos te ha granjeado. Muchas veces he pensado que de estar vivo, habrías sido tú mismo el que habría impulsado cambios medulares a esa Constitución que ya no era la que el país necesitaba. Porque tú eras una persona capaz de evolucionar, sobre todo en el ámbito de las ideas, por conservador que fueras”.

Según cercanos y estudiosos de la biografía del abogado, aún cuando en la Constitución del 80 participaron los miembros de la Comisión Ortúzar, el Consejo de Estado, la Junta Militar y además luego fue plebiscitada, resulta innegable que la mano de Guzmán es parte sustancial del texto. Y su célebre frase: “La Constitución debe procurar que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque – valga la metáfora – el margen de alternativas que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella sea lo suficientemente reducido para ser extremadamente difícil lo contrario”, no hace más que confirmar ese hecho.

Sin embargo, durante los años de redaccion del texto, el abogado no ganó todas las batallas y en varios casos, debió dar su mano a torcer.

Las actas secretas

Renato Cristi lo recuerda bien. El profesor emérito de la Universidad Wilfrid Laurier en Canadá y autor del libro El pensamiento político de Jaime Guzmán, tenía una cita fijada para el 3 de abril de 1991 con el abogado. No se conocían personalmente y el profesor, estudioso de la Constitución de 1980, esperaba ansioso la reunión. Pero nunca llegó a concretarse. Guzmán fue asesinado dos días antes.

Para Cristi no existe ninguna duda de que Jaime Guzmán fue el motor de la Constitución de 1980. “Fue él quien impulsa la idea de una nueva constitución. Desde los años 60 cuando trabajaba en la campaña de Jorge Alessandri ya plantea una reforma constitucional”, señala.

El profesor del CEUSS de la Universidad San Sebastián, José Manuel Castro, autor de Jaime Guzmán. Ideas y política 1946- 1973. Corporativismo, gremialismo, anticomunismo, opina lo mismo. “Jaime Guzmán no solo fue determinante en la discusión de los contenidos de la nueva Carta Fundamental, sino en una cuestión previa pero igualmente importante: la decisión de la Junta de gobierno de promulgar una nueva constitución”. La idea de Guzmán de que Chile necesitaba una nueva carta queda reflejada en un texto publicado en agosto de 1973 y firmado por la FEUC y la FEUC-V titulado “Hacia una nueva institucionalidad a través de la renuncia de Allende”. “Guzmán ya planteaba un nuevo camino constitucional y no la restauración del orden quebrantado”, dice Castro.

Cristi fue una de las primeras personas que pudo acceder a las actas secretas de la Junta Militar que se encuentran actualmente en la Biblioteca Nacional. Al revisarlas confirmó sus sospechas: El acta del 13 de septiembre de 1973 dice que se ha designado al profesor Jaime Guzmán para que redacte una Nueva Constitución.

“Cuando Pinochet, Merino, Leigh y Mendoza se reúnen por primera vez de manera oficial, dos días después del 11 de septiembre, acuerdan entregarle a Jaime Guzmán la tarea de estudiar la promulgación de una nueva constitución”, dice Castro. Una semana más tarde se convoca a la comisión constituyente, que se conocería como Comisión Ortúzar, con Guzmán como integrante. “Inmediatamente tras el 11 de septiembre la Junta tomó la decisión de no reformar la Constitución de 1925 y apostó por un nuevo texto constitucional. Se trata de una de las decisiones más relevantes de la historia política reciente y que tuvo el apoyo político e ideológico de algunas figuras, entre ellas Jaime Guzmán”, plantea el historiador.

“Personalmente estoy cooperando full-time con el Gobierno, manteniendo aparte únicamente mis clases de la Universidad. Colaboro en una comisión destinada a redactar una nueva Constitución, y también en la organización de la propaganda y de la juventud, en la Secretaría General de Gobierno”. Con esas palabras, Jaime Guzmán le comunica a su madre, Rosario Errázuriz, a través de una carta del 15 de octubre de 1973, que está trabajando en el nuevo gobierno.

El poder de Guzmán

Según Cristi, es Jaime Guzmán quien convoca a los miembros de la comisión Ortúzar que quedó compuesta por los democratacristianos Alejandro Silva Bascuñán y Enrique Evans (ambos habían sido profesores de Guzmán); Enrique Ortúzar desde el alessandrismo; Sergio Díez y Gustavo Lorca del Partido Nacional; Jorge Ovalle de la Democracia Radical; y Alicia Romo y Jaime Guzmán, del mundo gremialista. Más adelante se unirían Luz Bulnes Aldunate, Raúl Bertelsen y Juan de Dios Carmona. Este último había sido ministro del presidente Eduardo Frei Montalva.

Hoy Bertelsen es uno de los dos miembros vivos de la Comisión Ortúzar junto con Alicia Romo. Pero él sólo entró a formar parte de la comisión entre los años 77 y 78. “Conocí a Jaime Guzmán en mayo de 1977 cuando me incorporé a la comisión, pero no fui partícipe de la primera parte cuando se sentaron las bases de la institucionalidad y los derechos humanos”. Cuenta que se reunían dos veces a la semana, pero que el año 78 Pinochet les pide acelerar el proceso y entregar un anteproyecto, por lo que las reuniones comienzan a hacerse tres veces a la semana e incluso en algunos casos dos en un mismo día. Para avanzar más rápido, los comisionados se reparten la redacción de ciertos capítulos y luego se discuten los borradores en las sesiones.

-¿Se exagera cuando se habla de la influencia de Jaime Guzmán en la redacción de la Constitución?

-Jaime influyó muchísimo. Fue un comisionado que tuvo una importancia muy grande, pero de ahí a decir que fue el padre de la constitución, que él presentaba los borradores y que sus propuestas se aceptaban sin discusión, no es cierto. Son esas cosas que dicen y luego se repiten. Todos los comisionados teníamos delante nuestro el texto de la Constitución del 25 con todos los cambios que se habían hecho hasta el 73 y hay muchos artículos que quedaron idénticos.

Juan de Dios Carmona, quien también participó de la Comisión Ortúzar entre 1977 y 1978 contó en una entrevista al canal de la Biblioteca Nacional del Congreso en 2012 algunos detalles de la redacción de la constitución. “Se proponía una palabra y luego se cambiaba. Discutíamos horas por una palabra, por el significado y trascendencia que podía tener. Y realmente fue importante la dedicación que tuvo Jaime Guzmán para eso. Incluso, con Jaime redactamos un preámbulo de la Constitución, preámbulo que don Jorge Alessandri, don Gabriel González Videla, don Juvenal Hernández, que es otro que analizó muy bien la Constitución, y otros más, hicieron pedazo. Dijeron: 'Basta con los artículos, porque el preámbulo va a perturbar las mentes de la gente, que va a creer más de lo que es'. Entonces, se desechó”.

Sobre el poder de Jaime Guzmán en las comisiones, Renato Cristi, quien ha revisado en detalle las actas de la comisión, tiene otra idea. “Guzmán tenía línea directa con Pinochet y queda claro que cuando dentro de la comisión no había acuerdo, dos o tres sesiones después llegaba una comunicación de Pinochet donde él directamente se manifestaba partidario de la solución que curiosamente buscaba Guzmán”.

Y agrega: “Pinochet le tenía un respeto profundo. Y no solo como intelectual sino por que era jefe del gremialismo que era el ariete fundamental del golpe. Era el poder social”.

Su cercanía a los Chicago boys

El año 77, cuenta Renato Cristi, Jaime Guzmán invita al entonces ministro de Hacienda, Sergio de Castro, al ministro de Economía, Pablo Baraona y al fiscal de Banco Central, Roberto Guerrero a una reunión 384 de la comisión. “Ahí dejan establecido que van a constitucionalizar el Orden Público Económico (OPE) entendido de una nueva manera, no el tradicional del estado administrativo sino que es el OPE neoliberal. El OPE, aunque no hay ningún artículo específico, queda como parte de la constitución, está en su espíritu”, plantea Cristi.

Según Arturo Fermandois, autor del texto Derecho Constitucional Económico, Jaime Guzmán “ciertamente influyó en la idea del OPE, pero no pertenecía a esa escuela ni le era familiar la doctrina económica de Chicago”. Además, agrega, “OPE no es sinónimo de Chicago”. “Jamás lo escuché ni leí algo de él sobre temas de economía dura, u otros como análisis económico del derecho, etc. No obstante, tenía una genial intuición sobre el potenciamiento que podría tener el desarrollo de Chile con una mejor interacción entre derecho y economía, que estaban muy divorciados en la Carta de 1925”, dice.

Y agrega: “No se trataba en absoluto de constitucionalizar un modelo económico -esa acusación suele ser una consigna- sino de crear mejores bases jurídicas para el emprendimiento económico, para la certeza de los derechos de propiedad, para evitar las discriminaciones odiosas de un Estado interventor que llegó a ser propietario de más del 50% del sistema productivo de Chile en muchas áreas”.

Por cierto, a principios de los 70 para la campaña de Alessandri, Guzmán ya había tenido varios acercamientos con el grupo de los Chicago boys e incluso participó de varias de la reuniones que se hicieron para la redacción de El Ladrillo, el documento considerado por muchos la base de la política económica del gobierno militar.

Prohibir el aborto, la pelea perdida

Uno de los principales reveses de Jaime Guzmán en la redacción de la Constitución fue en el tratamiento constitucional del derecho a la vida. “Guzmán fue partidario de prohibir expresamente el aborto desde la misma Constitución, y pese a influir fuertemente en cómo se entendió el derecho, el texto final sólo recogió la norma centenaria del Código Civil, que ordena a la ley proteger la vida del que está por nacer” explica Fermandois.

“En la definición de una norma constitucional que condenara expresamente el aborto y la eutanasia, Guzmán representó un voto de minoría”, recoge José Manuel Castro, quien también detalla otras discusiones que fueron materia de polémica en la comisión: el papel del Estado en la educación y el alcance de la propiedad privada, en los que finalmente se acordó una redacción que interpretara a sus miembros.

El difícil primer artículo

La redacción del primer artículo de la Constitución, que tiene solo cinco párrafos, demoró cinco meses. A juicio de Cristi, fue el punto sobre el bien común lo que motivó la mayor discusión entre los miembros de la comisión, porque la visión de Guzmán chocaba con la de otros miembros de la mesa. Para Guzmán era importante definir bien a qué se refería el texto al hablar de bien común. “El concepto de bien común tiene, por desgracia, interpretaciones distintas, que lo hacen contradictorio y que admite las más variadas aplicaciones prácticas, de acuerdo con los cambios históricos que se vayan presentando, sin que sea una concepción según la cual haya que mantener una legislación o forma de Gobierno rígida”, plantea Guzmán, según constata el documento El Miedo y otros escritos. El pensamiento de Jaime Guzmán E., publicado en 1991 por Arturo Fontaine en la revista Estudios Públicos del Centro de Estudios Públicos (CEP).

Este punto, a juicio de Cristi, estaba motivado por las ideas de Guzmán de “acorazar” el concepto de función social de la propiedad privada, que se había incorporado en la reforma constitucional de 1967 que permitió la ley de reforma agraria.

Para el profesor de la Universidad Católica y quien fue alumno y muy cercano a Jaime Guzmán, Arturo Fermandois, sin embargo, el aporte de Guzmán en el concepto de bien común en el artículo 1º es innegable: “Influyó en los principios fundantes de ella: una concepción de bien común centrada en la persona humana, con una definición instrumental del Estado al servicio de ella, en la protección de la familia; en un rol del Estado en definitiva no sustitutivo de las fuerzas vivas de la sociedad, a las que debe estimular y jamás reemplazar, pero también un Estado activo, con tareas específicas recogidas en el mismo artículo 1°: igualdad de oportunidades, protección a la población, la familia, etc”.

La muerte de la constitución del 25

“De no haber existido Jaime Guzmán no se habría cambiado la constitución”. Así de tajante es Renato Cristi respecto a la figura del padre del gremialismo. Una de sus principales críticas es que Guzmán rompe con la historia constitucional que Chile arrastraba desde 1810. “El decreto de ley Nº 128 que le transfiere a Pinochet el poder constituyente del pueblo, y en cuya redacción participa Guzmán, rompe con la idea de que el único sujeto legítimo del poder constituyente es el pueblo”, dice Cristi.

Relata Cristi que, aún cuando desde 1973 existía una comisión que redactaba una nueva constitución, no fue recién sino hasta 1975 que la carta de 1925 fue desechada y dada por muerta. ¿Quién lo declaró así? Jaime Guzmán. En una carta en El Mercurio el 5 de octubre de ese año, el abogado escribe: “Nadie que lea el texto de la Constitución de 1925 (incluso con las reformas expresas que se le han hecho hasta la fecha), y que lo confronte con la realidad político institucional imperante, puede adquirir un verdadero convencimiento de que aquella está vigente, por mucho que se diga que ello es sin perjuicio de las otras reformas que la Junta de Gobierno le haya introducido en el ejercicio de su Potestad Constituyente. La Constitución de 1925 está muerta en la realidad práctica y, lo que es aún más importante, en la mente del pueblo chileno.”

Las trampas y los mitos

El proceso para redactar la Constitución de 1980 partió en 1973 con la Comisión Ortúzar, luego ese anteproyecto fue revisado por el Consejo de Estado integrado por los ex presidentes, Jorge Alessandri Rodríguez y Gabriel González Videla, además de Carlos Cáceres, Juan de Dios Carmona, Juan Antonio Coloma, Juvenal Hernández, Vicente Huerta, Renato García, Diego Barros, Pedro Ibáñez, Oscar Izurieta, Hernán Figueroa, Mercedes Ezquerra, Héctor Humeres, Julio Philippi, William Thayer, Guillermo Medina, Enrique Bahamonde y Enrique Urrutia Manzano, entre otros miembros civiles y militares que fueron rotando.

La tercera instancia de revisión fue la Junta de Gobierno, quien designó un Grupo de Trabajo integrado por el entonces ministro del Interior, Sergio Fernández, la ministra de Justicia, Mónica Madariaga, más los auditores de las Fuerzas Armadas. Este equipo es que el entrega la Constitución definitiva.

Según argumenta Fermandois, el texto final de la Constitución resultó mucho más duro en su diseño político que lo que Guzmán, la comisión y el Consejo de Estado propusieron. “Guzmán era partidario de anticipar la democracia, por ejemplo. Y hay una falta de rigor enorme cuando se le imputan lo que sus enemigos llaman trampas o amarres de la Constitución (TC, leyes de quórum, sistema binominal). Todo esto fue surgiendo en forma dispersa, durante muchos años y con distintos motivos. El extremo es imputarle el binominal, que se redactó en 1989, ¡mas de diez años después que la comisión redactora de la Constitución 1980 se había disuelto!” dice el constitucionalista.

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